29.11.07

Hay un parque circular en el medio de la ciudad, de ésta, de aquella y de la que queda más allá. El parque redondito tiene recovecos, caminos y sinuosos pasadizos que llevan a los confines más extraños del barrio. Piedra fundamental es este verde en esta vida. Pero por allí se esconde en el fondo, en el medio y en el más allá, una dama de blanco que revolotea entre recuerdos y palomas, entre hospitales y comas. La misma sobrevuela a un pie de altura entre la gente que corre sudorosa su propia maratón, se interpone entre los besos de los amantes que siguen debajo de las hojas del otoño, arriba del calor del verano y entre la oscuridad de la noche, huele atenta la feria, sus frutillas y sus chismes. Y se detiene siempre entre dos, tres, cuatro pero nunca habla, siempre calla hasta que ve a uno sólo suelto y sin ganas de mirar a los ojos a nadie para no demostrarse como angustia caminante y le pregunta "¿Tenés cigarrillos?".

Sombras inútiles.

24.11.07

La lluvia huele a que nada le importan los rastros. Que puede barrerlo todo, acercar a la nariz aire fresco y recordatorios. Como una alarma, como un cuento de Cortázar sobre una alfombra de lana de colores.
Gota a gota, una imagen tras otra. Los libros dentro de un mueble largo y celeste, un piso rojo, un nombre escrito en la pared, en relieve, como con palito sobre cemento fresco.
Montevideo imprime huellas que nadie más quita. Y si llueve, peor. En otro lugar del mundo quizás no se sienta tanto desasosiego, ni se entienda tanto cómo es que somos tan ínfimos e insignificantes debajo del diluvio universal.
La lluvia huele siempre a que todo festeja y todo llora al mismo tiempo. Siempre será el ruido sobre las chapas, las gotas en el parral, un patio gris mojado, una alcantarilla, hojas de plátanos pegadas a la vereda y un anciano que mira desde la ventana porque otra cosa no le queda.
Y siempre habrá una falta, un agujero tan grande como este hueco negro donde se escapa el viento, para tener razones para llorar, quizás de fondo un tango, quizás solo el ruido suave, para ni siquiera atreverse a anhelar pasados, porque el tiempo siempre es el mismo y nada avanza donde siempre llovió igual.


Ya hay un borracho acodado a la barra, un niño durmiendo lento y, 20 kilómetros más allá, alguien que se miró el pecho y encontró un hueco vacío.




Mediastino: "Compartimento anatómico extrapleural situado en el centro del tórax, entre los pulmones derecho e izquierdo, por detrás del esternón y las uniones condrocostales y por delante de las vértebras y de la vertiente más posterior de las costillas óseas. Está limitado por el músculo diafragma por debajo y por el istmo cervicotorácico por arriba. En su interior se aloja el corazón..."

21.11.07

El tipo, de camisa impecable y pantalones vaqueros dobladitos abajo, perfectos, sobre zapatos negros lustradísimos, mira a su pequeña audiencia y dice: "el suicidio es el límite de la vida cuando la moral tiende a cero". Pronuncia levemente una sonrisa que pretende audacia y que está dirigida a quienes sabe que entendieron la matemática y la frase. Se da vuelta, lee una hoja y hace anotaciones parecidas pero diferentes en el pizarrón.
En una esquina, anotado notablemente sin haber sido modificado nunca, tiene una figura rara y una pregunta simple que dice: ¿Existe solución?
Nunca cuenta de qué se trata, qué problema le preocupa la mente. Pero dice que tiene que tenerlo presente siempre. Siempre.
Ahí baja la vista y no habla más.


A veces me pregunto qué tantas otras cosas raras tendrán escondidos los días debajo de la manga. Y ahí es cuando creo que vale la pena. Pero sh. Mejor que no lo sepa mucha gente.


E sol?
Que no me interesan más la opiniones. Así, sencillo. Ahora, en vez de saber si estará bien tal o cual corriente del pensamiento, la corriente es casi eléctrica, y entre la palma de mi mano y cualquier espacio, ya veo fluir los electrones.
Es un flujo verde, cálido, que casi casi (casi) puede transformar algunas cosas. Corriente, flujo de partículas, que nada le importan si estás bien o mal, si actuamos como corresponde y el paro del sindicato te deja bien parado o te manda a la mierda.
No. Al fondo solo hay una silueta, esa voz amable de algodón y risita, una pequeña luz que se enciende y se apaga, amarillenta, en el almacén una noche de verano.
Lo demás es el relleno para que te rompas la cabeza queriendo ser. Todo lo que no sea esta corriente verde, este haz de electrones fluyendo sin espacios ni límites, todo lo demás, solo cuenta gotas y suma agua a un desierto que la absorbe y adiós. Adiós.



no se preocupen

20.11.07

¿Qué esconde ayer?
Te dije que pararas de gritarme en el parlante, que me tenés con el sonido superfluo en cada célula de mi escuchar. Que me tenes harto de pensar en cada verso tres veces y en cada boca un millón. Que no te quiero pedir los documentos ni sacarte los ojos, pero todo a la vez, y hornearlo en el fondo de una olla y poder saborearlo después. Hasta lamer los huesos de tus restos, pero con amor. Hasta poder llegar al último país sin conquistar y ganar con un mínimo ejército de fichas inservibles. Sin señales llegar a husmear entre el puro y horrible sabor de la hoja verde que cuelga del arbol de mi abuela, poder meter mi nariz y soñar con ojos abiertos que tras el telgopor estamos comiendo alegría y no alergía, pasión y no paso. No pasar, poder llegar más allá que la viscosidad de lo marrón y volar a un último piso con respiros y mentiras que sean verdad. Alfileres que piquen fuerte y latidos que te hagan morir de estar. Kataplum, te dije que pararas de gritarme en el parlante que me va a estallar hasta el corazón.

Peranza es des.

17.11.07

Se suicidaron: Platón desconfiado, tres cartas borroneadas, el almohadón y su maldición llena de muerte, el caramelo en su boca asquerosa, las 15 primaveras, todos los inviernos sin calor y sus manos (atadas a la espalda, aquella cosa sin tacto), fotos que no sacó nadie, unas hojas plagadas de lágrimas.

Alguien escribió en un papel la frase para toda la vida. Biamara la lamió lento, absorbiendo la tinta y escupiendo después un gargajo negro.
Más tarde se lavó la boca, porque nadie vive de la insolente suciedad, y se quedó a dormir entre una palabra y otra, esperando por años, arrugada entre el peso de otras historias, para morir un día entre fuegos, calores y un nylon que se derrite y se pegotea al metal.

Suicidio, escribió alguien en la partida de defunción. En la cabeza de otro alguien, quizás quien aplastaba las hojas contra el fondo en llamas, se llama asesinato.



Beigualakaporisobreerre.
Los engañó a todos y no salió en el diario, porque no escondía ninguna valija en el baño, no mato a nadie de un escopetazo en la frente ni tiene que ver el INDEC. Pero este año un día de alteregos hizo un enroque sorpresa con otro y nadie se dio cuenta. Todos lo vivieron normal, pensaron que era así, pero no lo era. Y así fue que el miércoles 14 fue el martes 13 y el martes 13 no pasó nada.

Jason, Perón y los argonautas.
Sueño con escaleras que no son en espiral, sigo pensando en frío y en cada uno de esos escalones que forman un camino al cielo, al más allá. Pero igual es raro. Es raro. Raro.

Ping.

16.11.07

Los momentos en que todo baja. La vida, que es una recta, se pega a los puntos de no existencia, se achata, se vuelve tranquila y pacífica, se mueve lentamente, se agacha a atarse los cordones y en el interín uno puede acariciarla un rato.
Las noches de viento suave y mil quinientos focos amarillos, un silencio interrumpido solo por un motor que pasa, pisa fuerte y se aleja hasta perderse. Así, la noche parece algún animal cazando, agazapada, esperando el tic certero para saltar.
Solo que se duerme, siempre se duerme, antes de dar el zarpazo. Y no llega a matar a nadie, no hay vencedores ni vencidos, víctimas ni victimarios, no hay depredador ni pirámide que deje a alguien abajo del abajo.
Solo queda un olor, que puede ser a sal, a flor, a pasto y a gente, a aire húmedo, a tierra seca, a ausencia de luz, al jazmín que brotó de día y ahora se mece suavemente, cuando por fin se apaga el sol y las estrellas alumbran nada, para satisfacer el hambre del que se lance, en una búsqueda hacia el horizonte, a encontrar el amanecer.




algo tiene que me hace poner así - physics fever on friday

14.11.07

Por un lado soñé con escribir sobre una gran pelea callejera contra la policía y en el medio un corazón latiendo. Luego me imaginé una persona que al nacer hereda un gran monto (n) de dinero y puede no hacer nada con su vida por no querer comprarse unas buenas alas que salen aire gratuito. Mucho después su cruce con un estupendo donador de ideas, quien solo sonríe por donar ideas y genialidades una y otra vez con cada persona que cruza en su calle. Y después de creerme plenamente genial, me di cuenta que nada es como cuando sonreís.

Nada. Sigo soñando y el pajaro nunca cantó de noche.

11.11.07

Una esfera hueca esperando a ser rellenada. Muchas puños rozando el tintero, manos de todos los tipos y todos los colores rozando una contra otra, haciendo fuerza entre ellas por abrirse paso, agarrar el objeto y embocar en la esfera.
Dedos largos y blanquísimos pensando y calculando fríamente el tiro certero para dar con el objeto dentro de la esfera vacía, que espera.
Dedos regordetes y llenos de anillos, tirando desesperadamente a la esfera objetos, embocando a veces, errando otras, desesperados.
Unos contra otros, batallando por ser los primeros en meter la mano, tirando a embocar, pensando la mejor estrategia para que erre el de al lado y que su objeto entre antes y mejor.
Y la esfera se llena poco a poco hasta que alcanza el tope, victoriosas algunas manos, perdedoras otras, a punto de estallar y sin saber cómo vaciarse de tanto lanzamiento de estupideces.



Cuandovuelvaselblogvaasermío(?) - 1:55 o 2:55, todavía no aprendí.

10.11.07

Perdido,
por las yecas del trocén,
por galerías,
por semáforos del gris
de mis esquinas.

Perdido,
por perdido y nada más,
por mi mental
psico p-sainete,
por los riobas del bajón
de mis poesías.

Y no me encuentro.

Perdido,
como un rope de ciudad,
como un chamuyo
que se tuvo que olvidar
y era de amores.

Perdido,
me perdí de andar así,
por ahí,
haciendo eses
como en curda por andar
hiper perdido.


Tangonorrea.


(canción necesaria)
La hoja es blanca, blanca y casi eterna. El lápiz seduce a mancharla de forma ordenada, creando infinitos puntos que formen líneas y dibujen un rostro, una silueta, una persona.
Dibujo todo lo que conozco de vos. Sin omitir un detalle. Esa es la consigna. La hoja va manchándose coherentemente y ordenadamente a medida que reproduzco en gráfico todo lo que recuerdo de lo que siento que no se fue.
Estoy pensando que hay circunstancias que nos superan por tantas veces que reaccionar casi que no sirve. Como cuando en el banco de alguna clase infinito mató al número y un señor de camisa tuvo el descaro de llamarle al último "despreciable con respecto a...".
Despreciable. Una magnitud tan pequeña e ínfima, en el infinito de las distancias y lo que no se entiende más.
Ahora me cuesta un poco más dibujarte. Sé que debés seguir teniendo ese brillo de entusiasmo y ternura en los ojos, y esa sonrisa, y esos gestos. Pero las magnitudes infinitas, esas cosas gigantes que después del tiempo hacen que todo varíe, me mueven el lápiz.
¿La gente se perderá porque quiere o será simplemente que el destino es irrefutable? De repente diste un paso al costado y te situaste en el sector de mi campo visual donde tu silueta se ve difusa, extraña, desconocida.
La hoja acaba de dejar de ser eterna y puramente blanca. Ahora hay un dibujo incompleto. No sé qué parte falta exactamente, quizás lo más correcto sea decir que en su totalidad es imperfecto y no está seguro de nada. Eso no sos vos. Yo podría verlo un día empapelando la ciudad, y no me brotaría alegría de saber que quien está mirando es quien miró siempre desde tus ojos.
Voy a empezar a rezar para que la gente no sea irrecuperable. Para que un día, ese que descuenta almanaques y cada vez se anuncia más, aparezcas desde algún lado corriendo, levantando los brazos y anunciando que desde el centro mismo de tu pecho viene una mano amiga a ayudar a esta dibujante frustrada y ya resignada a terminar el dibujo inconcluso que cuenta, ya con lágrimas de pena, quién sos.


spanish please - último viernes

6.11.07

Morirte de sed, ahogado en el desierto acá a dos cuadras. Insuficiencia en los ojos, que miran sin ver más que difusas siluetas de gente que probablemente no exista.
En tus pies descansan sueños y en tu voz conviven llantos.
Completando la ironía, viviendo y maldiciendo, escupiendo al suelo uno o dos dientes con sangre después de cabezasos contra la pared.
Morirte de sed, sumergido en un vaso de agua. Qué risa.
No atinaste a tomar ni un trago, creyendo que estaba vacío. Triste el destino, triste tus ojos insuficientes, triste tu mano que cincha el mantel y tira abajo la mesa. De brazos cruzados espera la Moira por sacar la tijerita del bolsillo y cortarte el hilo. Quedate así un segundo más, dale. No hay hilos de oro que rompan filos y te salven a último momento.
Y uno no se da cuenta pero termina siempre acá, al comienzo del camino donde un punteo y un rasgueo anuncia que arranca una nueva canción. De vuelta al principio, a subir unas escaleras que siguen pareciendo largas, larguísimas y una propuesta resuena en las cabezas de los caminantes.
No sé cómo voy a hacer para llevar ésta melodía en mi cabeza y recordarla de memoria para no poder fallarle nunca a cada uno de mis principios, cada uno de mis comienzos, cada uno de mis yos sonriendo y viendo que todo va a terminar bien. La propuesta resuena y resuena.

Vamosalbosquenena.

4.11.07

Lo, quizás, aunque la verdad que no sé porqué debería serlo, desconcertante, es saber que el sentimiento y la situación se desarrollan siempre y seguirán dándose de noche y siempre en el mismo lugar lleno de locos inauditos.
Terrible, porque entonces cada vez que la cuenta arranque desde cero luego del beso comprometido en la esquina y el caminar se vuelva de mano en bolsillos, siempre se sabrá qué pasa. Pero siempre. Y ese repetirse inevitablemente, como es inevitable que nos pasen mil ciento veinte ómnibus hacia un destino equívoco, ese repetirse nocturno y por demás sabido, comienza a asustar un poco. Y en verdad no, ¿cómo va a asustar lo que no es nada más que conocido?
Lo primero es siempre saber que hay dos caras importantes mirando cual maniquíes en vidrieras prendidas con luz amarillenta. Dos hombres parados o sentados, simplemente mirando para afuera, a quienes no hay que saludar porque no tienen el placer de cruzarnos sino que solo quieren saber qué y quién pasa a esa hora por esa calle.
Hay un túnel que es una gran boca de cemento que se traga conductores casi-ebrios o ebrios, o simplemente conductores, y cada tanto eructa un vaho con olor a neumático quemado, humo y metal. La gente que anda por la vuelta lo huele y frunce la nariz en clara señal de asco, pero se acercan despacio a la baranda para oler más y más de cerca y llenarse los pulmones del vaho eructado desde las entrañas subterráneas, y sentir el ruido de la deglución del conductor y su cápsula motorizada.
Ah... ahora sí, piensa uno, ahora sí estoy suficientemente cargado de vaho espeso y puedo odiar en paz este lugar pero a la vez querer abrazar las columnas plagadas de afiches, como si fuera esa pierna, ese muslo, ese sabor que espera que sea infinitamente imprudente.
Ese uno, aspirando un poco más, ya se entregó a la lujuria ciudadana de dormir con el enemigo y querer hacerle el amor siempre que pueda. Por eso absorbe. Su diafragma baja y baja hasta que la diferencia de presión llena de vaho sus pulmones. Nada mejor que contaminarse del todo para terminar de aceptarlo.
Después, solo quedan algunas cuadras más con otras imágenes menos crueles, algunos faroles y, al final, el banco de metal que siempre llega; de fondo una enredadera silenciosa que, se sabe, guarda tantas memorias de gente varada en la espera que está por secarse y, quizás, el destino correcto llegue después de mil otros que no son, no sirven o no existen.



!
Cual es el factor que se fue repitiendo en cada gen de nuestros procreadores que en sueños de campo y libertad se fueron hundiendo en el mismo barro de los cimientos de un nuevo mañana para llegar a terminar con bola atada al pie como un negro vomitando en el siglo II, como un griego esclavo de tanta democracia, como un sorete manchando la vereda de esta mierda de ciudad. Cual fue la fecha de vencimiento de tantos sueños que coreaban en un estadio la llegada de una nueva aventura nunca vivida antes por ningun ser. Ninguna conciencia esperaba lo que iba a venir, y no vino más que conformidad y unas alas que al acercarse al sol una vez más cayeron y cayeron como cadaveres al río. Enseñando un montón a no resignarse, con los ojos mirando el piso van yendo por la mañana a meterse nuevamente en una lata de sardinas que les llene de billetes la panza, de comida la cabeza y de mierda la memoria del movicom. Los ojos tristes no se disimulan y negros van llegando a la muerte de un caracter mas en una computadora de Nueva York que disminuye la poblacion en un lugar que la muerte es el final de tanto sufrimiento y tanta esquiva ilucidez.
Lejos estamos de no querer ver mas el siete con el cinco, el cuatro con el tres. De sirena en sirena, siguen ciegos quienes descalzos pedian pasto y pan. Lejos estamos de querer soñar con volar y a no icarear que somos mas, y vamos a terminar siendo menos. Siempre polvo, nunca pan, nunca pasto. Siempre polvo en la tierra del planeta tierra. El problema es el planeta tierra, el factor en común es la humanidad. La vida es sueño y los sueños...

¿Seguís mundo?

3.11.07

Me mira desde arriba de la silla y sonríe. Pero sonríe en serio. Tiene la boca abierta al aire, los ojos entrecerrados, las mejillas con profundas marcas de alegría. Quizás un recuerdo le provocó una sonrisa en ese último respiro. Está como flotando por encima de la silla y los pies le giran en circulos alrededor. Sin aliento está el cuarto, uno en medio de miles que hay, en un monstruoso edificio que alguna vez supo ser zul y hoy no es más que un matadero de violadores.
La soga en el cuello no le queda tan bien como una bufanda.

Insa_ _ _ _ _ _ .

1.11.07

Me mira desde arriba de la silla y sonríe. Pero sonríe en serio. Tiene la boca abierta al aire, los ojos entrecerrados, las mejillas con profundas marcas de alegría.
Le digo que creo que los últimos días no deberían ser tan lindos. Que tanto olor a verano, y tanta risa, y tanto barullo, no sé, me hace dudar. Se ríe un segundo más, baja de la silla, borra unas palabras escritas con tiza blanca y mira por la puerta. El corredor está vacío. Veo sombras, escrituras en la pared que se tragan la pintura blanca encima de ellas, sillas destartaladas que antes le sostenían la sonrisa, y ahora un aplauso.
Entonces creo que si sonriera así todos los días yo tendría miles de flores en la ropa, cientos de brillos, cuatro mil gestos en la cara y agua que hacer correr entre las manos para siempre.
Nada absorbe lo que es tan indeleble.



Nosotros monologueamos - algoquehagamágicotudía
Las ganas desde las entrañas que piden mover ese piecito al ritmo del cuatro por cuatro detrás de una pollera larga que transpira flores y sangre latiendo. Una montaña en el rostro, de esas que simulan mostrarse inexpugnables en las tapas de National Geographic. Una gota suicidandose en la ladera y una brisa veraniega que pide que cuenten una vez más hasta tres y va. Va.

Mortero Roll.