31.1.10

I - En la rueda gigante agitándose sobre mí, la cosa azul que se movía tan rápido, agarrándome y elevándome del borde del suelo. Ahí estaba cuando me cayó una carta en la cabeza y la vergüenza a los pies. Las agarré y esperé a que todo terminara. Mientras, ellos se movían sin parar; me habían tirado una cuerda al pecho y tiraban de ella para lograr que mi corazón dejara de gemir con cada diástole. Cansado, inseguro.
Cuando todo cesó, con la cuerda colgando y la vergüenza a un lado, abrí la carta y me sumergí en su interior. Palpé la pálida superficie de sus hojas, pude notar el entramado de todas sus fibras de celulosa. Y metí en las palabras, en la tinta negra y tóxica, exprimiendo de cada una de ellas el significado más profundo.
Imagino, aunque quizás no sea más que un intento de no creer que perdí la cordura hace tiempo, que todos hemos buscado más allá. Que de ocho letras juntas hemos querido descifrar lo que estaba ahí sólo para nosotros. Porque si no está, si entre letras un mago de la tinta no dejó un mensaje personal, somos simplemente uno más. Y a nadie le gusta no poder usar su ego de paraguas.

II- ¿Por qué creés que vas a llorar cuando me mirás? ¿Por qué te eriza la piel cuando cerrás los ojos y recordás las alas verdes y la inmensa sensación de poder? La vergüenza la tiraste al suelo, acordate. Ya no tenés miedo de ser. ¿Entonces? Mirame bien a los ojos y reconocé el espejo. Sentite, mirate crecer como una luz dentro de lo que encuentres cuando me mires. Y mis ojos, toda mi cara de hombre triste, mi cara de pequeño ser que no olvida la antigua grandeza, todo eso, debería darte qué pensar. Porque las muertes son como pasadas de página en una única historia más grandes. Y para hilvanar, para poder seguir contándola, necesitamos tener presente lo que pasó antes. Entonces, cuando me mires no escondas más que ya nos conocemos. Que estamos separados por dos años de planes y descansos para sanar. Te tiré la carta y te di en la cabeza. Esperaste a que cesara la rueda de luz, y una vez que te dejaron, con la cuerda colgando, leíste y buscaste encontrar el mensaje. Y estaba ahí: Decía bienvenida.

Messerschmitt.


Húmeda Buenos Aires, antes ciclotímica, te quiero cantar que, aunque ‘el hombre de bigotes sucios piense todo el tiempo que no puedo amarte así’: te amo. Húmeda Buenos Aires sos juntadora de puchos en el suelo. Es que no somos acaso más que filtros usados andando sobre tu regazo de adoquín y empedrado. No somos más que filtros usados de un Parissien que nunca fue francés. Querida Buenos Aires, nuestra mente ya artificiada determina que la única salvación a tu calentamiento intestinal es una pileta de plástico, repleta de agua fresca y renovación. Un mar pequeño, con unas velas flotando. Una celebración casi pagana a punto de que sea Carnaval. Ciclotímica Buenos Aires, hoy la salvación es una pelopincho.

La salvación es una pelopincho.

30.1.10

Primero pareció que la luna se había caído al suelo. Había adoquines por doquier, y una bola blanca en el medio. Corrieron. La señora se tapó la boca. Alguien dijo esperen, no es el suelo. Y entonces miraron hacia abajo, que se convirtió en arriba cuando alguien dio vuelta el mundo con manos en guantes blancos.

Un Atlas para la noche, que es poderosa y extrañamente fría. Titán que sostenga a los caídos, esos mendigos de pan y agua que se cansan de estar de cabeza. Y las voces. Todas las voces del coro lejano.

Vientito de febrero. Sudor de verano. Frío calmo, perezoso, hablando de desastres y cuestiones de la ética y el amor: lo que jamás le haría a alguien. Y después hacerlo, porque lo cierto es que más allá de la piel, allá lejos donde lata una conciencia, es mil veces más correcto hacer las cosas mal.

Por eso había dado vuelta el mundo: porque me pareció que si todos gritaban se ahogaría un poco el bullicio acá adentro.


The fallen one.

24.1.10

Darse la cabeza contra el piso, sentir la dura superficie deshilvanar ambos párpados. Meterse en la oscuridad profunda de la caída libre, del sin fondo, del no retorno. Desperdiciarlo todo, sacar de adentro un bicho y rogarle que lo coma a uno; lento, doloroso. Con las rodillas raspadas y las palmas de las manos destrozadas, saludar al fin. La pose, la gracia, lo delicadamente artístico. Para todos ustedes, mi sangre. No hay que comprar, es de regalo.

Besos que vuelan. El público no se anima a aplaudir. Animal. Eso piensan. Que sos animal, primitiva, instinto puro.
La cara es retazos. El pelo es nido de pájaros. La antigua muñeca de porcelana suda entrañas. Pedacito por pedacito, se desarma. Se vuelve líquido rojo y se funde con el suelo. Sólo queda el eco de unos gritos, recordatorio de que sí duele.

Mucho.

21.1.10

Descalzo, el asfalto pica. Lo sé por planta propia. La ojota no es compatible pero sí el empeine es enrrojecible. Eludir una vez, ahora eludir dos el lujo. El crío que se muere por patear en primera, corre y cuando se va lejos quiere demostrar su pegada. Un segundo que se vuelve cargada o siempre conmoción. Callejón lugar diferente.

Bulevar.

20.1.10

- ¡La gente tiene que saber quiénes somos! - me grita desde la otra acera de la avenida - ¡Tiene que saber, porque si no saben son más tristes!

Y se va caminando.

En eso andaba cuando me pregunté cómo es esto de caminar y de esperar. De soñar un poco más cuando la conciencia ataca y simplemente querés volver a ahogarte.
Un recuerdo rectangular en mi agenda. Unas palabras que hablan de planes y cosas por hacer. Un poco más de sal en el mar, algún grano de arena que se me escapa en el conteo. Y mirar, como si nunca los ojos hubiesen provisto de imágenes a esta historia.
Me voy alejando. Tocan la puerta en algún sitio. La misma señora, que presumo es inmortal, junta puchos y nunca dice nada. La guerra es interna, me recuerdo. No existe idealista, no existe pensador ni hermoso joven revolucionario, si no se da cuenta que no hay mundo más injusto ni historia más sangrienta que la que se lleva a cabo del lado interno de la piel de cada uno. Nadie podrá jamás cambiar el mundo, nadie va a sacar a la señora de la calle y a lo niños de sus pesadillas callejeras, si no da una mano hacia adentro, una revolución de formas y pensares y estructuras que caen. Como volar en el agua o nadar en el cielo.

2, desarma.

19.1.10

Sábado. Día de fraudes por ser día previo al descanso más eterno. Dominical nube de tormenta. Lesión de tecla a piano abierto. Lesión de muñeca a grado eterno. Visión de ilusión en pleno terreno del vacío. Vientos huracanados. Puzka. Soplando, ahuyentamos los huracanes. Murgas que sonríen aunque sonrisas son risas de sales. Arena en la cara, estéticas de pollera sin ton ni son, ni supon que el alma deba volver a utilizar los códigos del ayer. Hay nomás, en el fondo del fondo, un ayer de códigos y palabras. Repeticiones... ¡no te mueras en repeticiones! Luna y claridad. Tinta negra y lapicera sin andar.

Fogón dos.
Morir de lejos. Profetas sin la tierra. Embadurnados de razón y de palabras complejas a la escritura y al habla. Profesas sin razón en cañaverales que silban melodías de la naturalidad y la pereza natural. Melodía de caña y lejanía de hogar. Muere otro profeta en su tierra, de pijama y olor a caña. Muere otra farsa de piel en el cerebro de recuerdos de algún otro domicilio. Mudanza de cosquillas en pelos de perro.

¿Qué pasa con los belgas y los croatas?
Acordes que exclaman ¡qué lindas que son las nenas! y gent que pide una justa actualización de la leche, los tangos y el amor. Profundamente hay un pensar: los tangos así ya no pueden seguir más. Las razones son transparentes y se estima una recomposición. Se necesitan victorias con 'v' y cerrar menos los ojos al cantar. A menos si, que tu tango sea de tu edad, sino es como un rodado 16 para alguien de 43. Chan, chan.

Cucha tanguero, cucha.
Los pelos dividen capítulos. Los contratos dividen personas. Los vientos hacen volar los pelos. Los interiores sorprenden con sus apariciones. Pena de pelusa de frazada, sueño equivocado (de otro motor). Visiones de otros pasos que de la lluvia van al sol.

María.
¿En qué consiste el alambre en el pecho? No se trata de pubicidad, sino más bien de publicidad y no se trata de publicidad, sino de reformas y expropiaciones. Los alambres no limitan, no estructuran. Porque llueve en todos lados y todos los alambres, entonces pecho adentro todo crece igual. Riego de pecho. Esto es más como una donación total de bienes para quedar bien similar. Camino de cama, techo de cielo. Irse a la bosta.

Bosta posta.
Un perro, un piano y un piano son tres cosas muy completamente bastante distintas.

Diferencias.
Tras la puerta hay un cantor, tras el viento hay una rima muy estúpida y una risa contratada para cantar en un crucero en altamar. En transformación, marrón y azul, ya no tiene golondrina ni gorrión. En transformación, veo tu viento que ya no tiene acordeón. Nadie puso tercera en el barco. Y no es cuestión de velocidad, sino es cuestión de verte entre los árboles aparecer.

Buqueb.
No lloro mariposas porque mi llanto no puede volar.
No lamento flores porque ando comiendo ajena carne.
No suspiro crecimientos porque voy amaneciendo al revés.
No ladro ni pego aullidos por falta de pelo.
No vuelo para no verme despegar, da vértigo ser el globo y volar.

Uf.
Las carátulas dividen temáticas. Las temáticas en el fondo son todas una y misma. Las tentaciones se van con el cauce de un río que se aleja. Los horizontes se transforman y los horarios quieren sombra y porvenir. Relatos de mar, naufragios de alegría. Dolor de mano y alguien pide un sol. Tus ojos de niño cuarentón explican el fanatismo de tu querer. Tu levantar de mano es sincero y con pañal. ¿Cuánto compañero suelto rondando entre playas y caminos sin asfaltar? ¿cuánto enemigo inocente que se va contra un paredón construído de mezcla y aceptación social? Tiroteos y fusiles de ira reprimida. Quizás, quizás, comprarse un burro les venga bien... ¡a todos!

Todos.
Veo tus siluetas de gigante nuevamente invitándome adelante. Cielo gris y bienvenida a la ciudad de la furia. Dormir en el piso no es dormir, dormir en el barco no es dormir. Dormirse muerto no es morir. Me hablaron de vida, de vida pasada, de vida futura, de mucha vida, aceptación e iluminación. Me hablaron de a muchos de la vida, creer o reventar. Yo me siento 99% y en otro código voy haciendo las mismas revoluciones, quizás en una senda en paralelo que en el fondo es el mismo trasfondo.

Fondos.
Si cada siete años las células cambian enteras, voy dos años de cambio de piel total. La alegría de aquel cuadrado de luz en la noche porteña se transmite en mi lucidez insómnica y en mi complicación poética. Me acordé. En el fondo me acordé de quién era. Me encontré entre el cementerio y el zoológico de Buceo, andando de a pie. Pie con pie sobre el agua. Milagro en Rivera. Los consejos de mi madre y la risa de tu voz. Sonría, niña de mis primaveras. Flores en el sol y el sombrero. Hay fe si te encuentro, hay vida en altamar.

Espera.