25.12.07

El deseo de seguir guionista de una película mala que esconda una comedia absurda en la mochila de un desamor, en la mochila de la incoherencia. Una toma fija y exagerada para una situación que no está pasando. Una cama que llora sábanas y un rincón de un cuarto que con sangre muestra su soledad. Un montón de palabras sin sentido arrinconadas una a la otra en una hoja que debería ser una boca que diga, en vez de tanto palabrerío.



Esto podría ser la continuación.
Sumido en un sueño. Bueno, sumido no. Metido en un sueño del cual uno quiere salir, pero el shampoo no deja que uno vea. No podés abrir los ojos por tanta espuma cayendo entre el agua caliente, tanta espuma gris. No llegás a pisar y a mirar lo que hay.
Quizás sea la falta de rejas la que te impide volar, la falta de prohibición lo que te hace pensar y la falta de cultura lo que haga que no tengas contra. Siempre tenés contra adentro y siempre tenemos que despertar para ir a trabajar. Siempre tenemos que empezar a empezar y terminar de la mejor y peor manera que no se pueda. Trabalenguas lleno de palabras, exclusivo para gente que no quiere pensar. Termina la prosa que se canta en verso en este pantalón, en el final, en el tobillo de este rincón.

Salecomosale.
En el arte y en la esencia, con tu mente y la palabra.
Vas a inadaptar un grito. Vas a liberar tus manos.
Vas a mostrarme el sol naciente cuando se oscurezca todo, como en la quietud con bombas a los lejos se anuncia un temblor que llega.
¿Y ya te diste cuenta o seguís empecinado en no tirar la piedra para no tener que esconder la mano?


No queda miedo al estallar.


Bum.

23.12.07

Lo que está haciendo ahora es estrujar con las manos y exprimir, y retorcer hasta que se escapa todo el líquido. Hasta que queda una pulpa seca y disminuida, entonces la tira al suelo y la pisotea. Se mancha los zapatos negros con pedacitos de la fruta muerta, se lame los dedos con gusto a ella, le chorrea por la barbilla un poco de jugo y sigue en ese baile de exprimir y lamer, absorber y destrozar.
Lo hace hace así otras tantas veces, hasta llenar el piso de pulpa y babearse la pechera de la remera gris. Huele todo a fruta, los dedos pegoteados, la lengua intentando llegar más y más abajo, hasta la pera, hasta el cuello, hasta el pecho y más abajo, más abajo, mil metros más abajo, hasta el jugo que se tragó la tierra.
Entonces de tanto estirar se le corta el frenillo y la lengua le cuelga inerte en la boca abierta. Ya no puede cerrarla, porque siempre va a morderse. Pero no importa, porque ya está cubierto de baba, y la lengua funciona aunque no se pueda mover mucho.
Sangrando por la boca pero con el mismo entusiasmo destructor, sigue adelante y exprime con furia más frutas, ahora directamente sobre su boca, tomándose el jugo, tragándolo como tragaría alguien con lengua mutilada.
Los pies, que aún funcionan, siguen destrozando la pulpa inerte que va cayendo, manchándose ya hasta la rodilla los pantalones.
Cuando las manos se entumecen y se quedan tiesas de tanto hacer fuerza, piensa en la forma de seguir y seguir hasta deshacerse.
Se tira al suelo, con la boca muerde las frutas, consigue algo más de jugo, pisándose la lengua muerta y sin poder acomodarse a causa de las manos tiesas.
La boca se rompe contra el suelo, los dientes se salen de lugar, las encías lloran sangre y se manchan de tierra. El individuo muerde hasta el fin de sus días y de su cuerpo, muerde sabiendo que con alma no se traga el jugo, que necesita ese cuerpo manchado, destrozado, casi por dejar de funcionar.
Antes de cesar por completo, con la boca deshecha y todo el cuerpo empapado en pulpa y jugo, mira hacia arriba. Ente el reflejo del sol radiante la ve, allí está, explicando sucesos.
Una mano gigante baja desde algún lado, lo levanta, lo exprime hasta sacar todo lo poco que queda y después lo tira al suelo, cuando no queda más que un pobre envoltorio reseco y triste.




human body for export - sat 22

22.12.07

Un calor motiva al diafragma. Sube, aspira, cierra lo ojos, aprieta los labios y vuelve al espacio de combate.
Se agarra la cabeza, suspira un segundo, pelea con fuerza y ahí está... la pared. Nada más.
Solo esa inmensa pared y diez pobres uñas para tirarla abajo.
La blancura, esa pureza que vuelve eterno al que combate contra uno mismo.
Es el camino de las manos vacías.




kara vacía te mano do camino - always in the tatami

21.12.07

Y un amigo se pregunta en sus memorias ya olvidadas, donde termina este espiral. Donde termina lo que nunca empezó pero ya nos encontró viajando en el medio de la montaña rusa, buscando el final y que dejemos de estar de cabeza. Buscando concretar algo alguna vez.
Un sueño de fondo negro y piano afrancesado, un acordeón y un vino tinto del ochenta y dos.
Por favor, a la habitación ciento catorce.

Y que raros son los numeros cuando los escribís con letras.

1987.

20.12.07

Usted no lo va a creer, pero le diré que tengo el presentimiento que no pintan las paredes desde aquellos años de trajes blancos y pies negros, de fotos en la puerta abiertas de piernas y diez viejos amigos viejos.
La tribuna se llama igual. No sé, y nunca supe, quien es Gualberto, nunca tuve el placer. Pero no importa. La esencia está en el olor ese que nunca va a abandonarlos.
El corredor sucio, la entrada llena de viejos tomadores y viejos jugadores de pool, las vitrinas plagadas de trofeos que ganaron muchos señores de boina expertos en el arte de las bochas, esa sala de arriba que sigue siendo tan idéntica que, creo con los ojos cerrados, aparecen las mismas figuras bajitas de puños extendidos.
Los años de gloria están reflejados en todas las telarañas que coronan las viejas placas de bronce, en las paredes sin haber vuelto a pintar, en las redes rotas, en las vitrinas polvorientas, en el patio sin barrer, en el viejo cartel de la federación desteñido y roto.
Las voces de sus más fieles comensales viven repitiendo que en otros tiempos era distinto, que se ganaba, que la actividad, que cuando yo era joven...
Arrugan la frente unos ancianos preocupados en darle al bochín, o embocarle con el vaso en la boca. Alguno de ellos recibió hace años el grito contento de diez bajitos que volvían de la competencia con trofeo y caras coloradas. Arrugan la frente, calculan el golpe y se dan vuelta a tomar otro trago.
Arriba, hay un vacío eterno y una ventana de cortinas blancas por donde entra todo el aire, por donde se ven todos los techos de las casas, los conventillos, los patios sucios y llenos de porquerías, los perros escuálidos tirados a la sombra y un niño peloteando solo contra una pared.
Arriba las voces están encerradas tras el vidrio. Las voces de Gualberto y sus años dorados, la de Armando y su hazaña deportiva, la de la muchacha que solo iba a ver, y veía y veía, y un día ya no volvió sola.
De carácter indomable, perseverante, cortés, íntegro y contrando su cuerpo y su alma, el mismo guerrero de blanco continúa pateando y golpeando en la nada, arriba, porque por la ventana abierta no quiere irse, al menos no antes de lograr la armonía.




Baekjul boolgool - In nae - Yom chi - Ye ui - Guk gi - para no olvidarse

19.12.07

Necesito diez millones de historias para completar esta faltante de palabras vomitivas, que salen y rebotan en los cerebros y chocan contra cada soma en sus neuronas, vibrando hasta hacer saltar los tapones en el tablero eléctrico de la mente.
Ya grité ausente a respuestas, con el convencimiento de que gritando se vuelven más fuertes las personas. Entonces apareció el susurro, con su debilidad mil veces más evidente, y llegó más lejos haciendo menos daño.
Están siempre ahí, inamovibles, los hombres tristes. Parados uno tras otro contra las paredes grises y sucias. No los puedo mover, en mi mente solo hay lugar para que estén parados, absorbiendo humo y exhalado aire de resignación.
Si atravieso el cuarto y los voy a buscar, un brazo fuerte siempre contiene impulsos, no me dejan estirar los brazos y lograr atrapar aunque sea uno.
Entonces las filas de esos hombres tristes, tan enterrados hasta las pelotas en el barro del mundo, se hacen grandes y eternas. Y ellos que absorben sin saber, sin darse cuenta, sin ver nunca sus pulmones llorando al oxígeno.
Un día va a hablar la voz dentro de sus pechos como grito asqueroso, gruñido atrapado en un parlante que se satura y grita mierda, mierda, mundo de mierda.
Un día abrirán el pecho y saldrá, de una vez por todas, el cuervo negro. No más planear por lo bajo cómo contaminarse, ahora sí, hace falta más aire para tanta cabeza fresca.
Mientras tanto, Dios sigue ausente o riéndose mucho, no lo sé, y en mi cuarto ya casi no entran más caras tristes.




que llorar trae tanto frío - 183 en Francisco Simón

17.12.07

Y de repente en pleno mirar a la nada sonó un platillo y un viento que se volvió un recurso demasiado utilizado por Dios para dejarme paz. Imaginé un ejército desesperado de vengadores de un escritor anónimo, que quiso morir anónimo, morir fracasando y no vivir intentando convencer a los demás que no había nada por aquí. Hay de todo, pero yo no quiero de nada de lo que venden en el supermarket, yo quiero de lo que cae del sol, del cielo, del avión. Un jet es un set de aspirinetas para mediocres.
El ejército va por la noche sin pegar afiches ni pintar banderas, ni pintar paredes apoyando a tal o cual. El ejército se mete en las escuelas y en las bibliotecas e irrumpen como samurais de una memoria alemana. Josef K nunca hubiera querido ser descubierto y mucho menos que su muerte se convierta en un reality show. Queridos sonrientes que se convierten en cosas feas, bichos, castillos y abogados. Tipos que con las piernas medio abiertas y barbas horrendas de fuego y rojo van cayendo en la retina de los que más menos van haciendo. De aquellos que lo que esperan es una buena encuadernación, ¿qué mas se puede esperar?
Afilá la birome y arrancá que vienen atrás. Que hay que quemar, hay que quemar todo lo que diga que empieza con la ka.

All I wanna do is to be dead soon.
Antes del anochecer existían inmensos refugios para pasar la noche con fuego y el día con mares que se abren y se esconden finitos en un horizonte. No importa qué horizonte.
Anochece cuando todo se queda quieto y las personas se dan las espaldas para ir a mirarse al espejo un rato. Cuando les pica la espalda y se van a rascarse un rato contra la pared. Y al volver, descubren que cambiaron.
Les extraña no encontrar tan fácilmente el refugio, que la música que ahora suena venga de dentro de sus cabezas y que al mirar ojos no hallen la conexión de mil vidas vividas una sola vez.
Cuesta a creer que se derritan las caras y tapen los oídos, no querer escuchar qué es de la vida que eligen vivir, pero a tientas y de noche es más fácil, si se mira con un solo ojo, elegir alejar el cuerpo y esconder el alma.


vamosahablardealgoquenoshagadivertir - no, thanks
Todo lo que se vacía es como un recipiente, un trasto olvidado, una botella con musgos y restos de agua, una persona inútil y sin ganas, repitiendo te quiero como si volviera a llenarse de alma. Te quiero. Te quiero.
Pero siempre está el mismo vacío relleno de aire, abrazando las costillas desde atrás como un bicho feo, un hombrecito negro dándole besos a su columna vertebral y restregando su cara contra ella, manoseando el tórax, apretándolo ahora y haciendo sentir que el corazón estalla, puf.
Una cara se quema al sol, la ciudad es una gran sartén con pedacitos de cielo con rectángulos afanados por la civilización.
De noche se secan labios y lloran caras en cuclillas, en el mismo lugar donde chorrea algo que no quiero que hagas así, en ese momento, oliendo mal y dejando un pedacito de vidrio en el corazón.
En esta sartén de pies fritos y mentes con agua condensada, los cerebros son mares de agua transparente que nadan por ahí imaginando la frase, pintando una pared y jugando a encontrar la pelotita que siempre ves, que nadie gana y todos pierden.
Vacía está la botellita, un resto de sol se colgó a mirar por la rendija en una cancha de fútbol de barrio, queda la imagen en la mente del muchacho que orina y llora, que pide y tiembla, que mata y gana una moneda, una mirada de miedo, una de asco, un retorcijón de corazón y cien mil veces te odio. Te odio. Te odio.



Mosqueta game - se nota en la calle que es domingo

12.12.07

Las voces en la ciudad cuentan y cantan todo lo que sucede, lo que vendrá, lo que ya pasó (como un eco sonando, rebotando en la pared vieja y despintada de un conventillo en Cuareim), como si supieran todo.
Caras arrugadas en el tiempo comentan, aferrando la misma flor sin destino aparente, condenada al ojal, que uno solo tiene lo que no espera. Y que lo que espera... llega tarde o nunca llega, se pierde en el tiempo y uno se vuelve enredadera que aguarda y enfurece.
Eso lo explica todo. Los mil y un coches amarillos de quienes nadie esperaba nada, pasando y pasando, destino equivocado. Nadie quiere resignarse a agarrar lo que se repite, solo porque sí.
La ciudad cuenta cuentos de personajes que un día de lluvias intermitentes se dicen hola y después caminan una hora y media equivocando otros destinos menos certeros.
Esa historia también está en los libros de cemento.
Un señor pega la oreja al pavimento. Le parece que si cierra los ojos y presta mucha atención las podrá oír hablar. Le parece que llegarán todas juntas a abrumarlo de historias de bar, de balcones, de vereda, de pan y baldosas grises.
Se queda quieto esperando, sintiendo la ciudad latir debajo suyo. Entonces algo le golpea la nuca. Traído por un viento, un poco destartalado, le llega un manojo de hojas engrampadas. Entre sus manos se abre y se pregunta quién será esa voz que anda regalando historias como si le sobraran.
Y nadie responde, por supuesto, porque las voces anónimas invitan a que cada cual les ponga nombre. Como si se llamaran Pedro, o Tomás, o Virginia, o Mariana.
Hay alguien en la ciudad que conoce más que su propia historia. Y ese día hasta su ADN se siente nuevo.



A vos.
El olor a lluvia no es parecido al olor a río, pero ambos olores son parecidos al olor del final. Cuando algo termina, simulteaneo resuena un bramido de despertar en la punta opuesta del planisferio. Cuando algo sale del alma de alguien, algo nace del alma dentro de alguien. O por ahi no. Se están pudriendo todas nuestras cuestiones en la heladera mientras charlamos decentemente tomando un café. Y mientras esos dos toman una cerveza, no se dan cuenta que en un mar de lluvia y en un río de sal se hunden continuamente. Hay una luz que se ve y está adentro de un libro que habla de una historia de vida como la tuya o la mía, como la de el o la de aquel. De alguien que no sabemos si existe, si tiene una casa en Elcano o una vida en mi cuerpo. Pero tiene un alma en el planeta y cuando algo sale del alma de alguien, algo nace del alma dentro de alguien. Simultáneo.

Gracias.

11.12.07

Siempre le pasaron cosas raras, rarísimas. Una vez recuerdo que la vi de reojo mientras leía un buen libro de esos de historia revisitada. Estaba en otro planeta, inmersa en ese libro, succionaba las letras con las pupilas y su respiro era lúcido como el neón de la luz con la que chocaba aquella mosca en ese subte. El caso es que tan inmersa que algo de afuera le fue enviado para despertarla. Como que esa colgadura era un designio básico para que algo le pasara y lo imprevisto le explotara en medio de la sien. De repente un lindo tipo con un aro de pluma y un olor a topo se le acercó y en su oído le empezó a susurrar la más maravillosa música que da el asombro de encontrarse con algo que uno no esperaba. En pleno transporte de rutinas, se le asomó la lamparita y se le prendió el calefactor a un muchacho que colorado de piel se le acercó a confesarle un sueño que íntimo se perdió en la memoria de esta señorita que leia. Porque podía leer mucho en el subte, pero si algo tenía de raro era su memoria, que podía recordar colores y ropas en determinadas fechas exactas, pero no podía recordar palabras exactas ni frases como para recordar.
Después el otro día me acordé de otro gran capítulo. Cuando iba por una cuadra donde hay un banco, en la avenida central de mi ciudad. El piso de goma estaba medio caliente porque se sentían más de cuarenta grados en la ciudad. Los pies parecían quedar pegados al asfalto. El asfalto. Fue eso lo que me llamó la atención. Su ojota se le pegó al asfalto, que parecía tener manos que no la querían soltar. Sus suelas tan acostumbradas al pasto y la arena, y no hablo de las ojotas, sino de la planta de sus pies naturales. El asfalto no la quería soltar y en plena lucha, a la cual no le dio mucha atención en verdad porque estaba haciendo cálculos mentales de fechas de viajes desde México a Gran Bretaña y de cómo sería París en invierno, apareció una persona con ojos fogosos y lengua desviracharada que le dijo como a una amiga de toda la vida que claro que se podía, que quieren hacernos creer que nada pasa dentro nuestro pero que todo es posible y que ya estamos haciendolo. Perpleja pensó que París en invierno es fresco y que debe ser posible ir para allá, tanto como amar y tanto como volar sin que el asfalto te agarre la chancleta.
Pasé varios meses sin verla y buscandola por rincones, pasajes de la ciudad y pequeños balcones que se asoman en edificios grises de mi ciudad, que se parecen a la suya. No aparecía en ningún lado. Lo más profundo de mi inconciencia me hizo creer que el invierno la había matado, ya que nunca la había visto sin chancletas y eso la hacía un ser de verano que en el invierno se iba a hibernar o a morir a otra parte, a otro cielo. Pero la sorpresa fue aun mayor, la vi saliendo de una casa gris, de esas que suponía que le gustaban como a mí, abriendo la puerta negra. Abrió la puerta y una persona con pantalones dorados y sueltos se dió vuelta para verla al escuchar el ruido. Y ella se dio cuenta que la veian, fue entonces cuando se dio cuenta de la actitud de la otra persona, de su verdadera acción. Era evidente lo que pasaba en el momento. Le gritó "Me sacaste una foto con tu nariz, devolvemelá!" y entonces empezó a correr a la bicicletista que huía y antes de llegar a la ochava empezó a pedalear sobre el suelo, a flotar sobre el piso. La persecución fue infinita y la alcancé a ver hasta que se convirtió en un diminuto punto que no brillaba, sino que era opaco y se iba alejando. Una suerte de esperanza nostálgica me invadió como en el segundo mes de mis años de la infancia, como en las fiestas familiares donde las voces se apoderaban de la mesa y coreaban juntas. Me acordé del olor a pasto mojado, al miedo a las tormentas y del hielo derritiendose en los vasos de casa. De la botella verde que con marcador anunciaba que tenía agua y de aquel perro mugriento que en el cementerio nos persiguió. Rara esperanza. Rara persona. Rara situación. Raras cosas raras cosas.

Epa eh!
Que no quiero más que tus ojos impriman sangre, como si de adentro para afuera se te abriera el cuerpo... y como caja de Pandora escupiera demonios rojos que no hablan, que no piensan, que no son sino una boa constrictor vomitando una iguana, mareada, enterita, asquerosa.





Nohayestómago - nicorazónqueaguante.

9.12.07

Y decirle que "sah" en vez de poder afirmar las cosas como se deben. Se olvida uno que es gente ese pequeño coso que se parece a uno con un poco menos de carne y un toco más de simpatía. Se olvida uno, y el otro es capaz de palmetear su nuca delante de cualquiera para reacomodar sus neuronas para que piensen como las suya. Se olvida otro de que la frustración se va acumulando hasta que llega el final. Se olvida el mismo que no garpa dar una caña sin línea para pescar, que nunca va a pescar más que desilusiones. Y si sólo pescamos desilusiones desde chiquilín, el destino parece marcado y el reloj solo va marcando las horas para que llegue el final y desaparezca ese color. Pero no tiene porque ser así. Y esta es mi afirmación.

Larailará.

Y hay una especie de vacío en nuestras vidas
Que se nos llena de frases repetidas.
Y una debilidad constante de decir que ya sabemos
Lo que aún no conocemos

Verdaddesegundomes.

7.12.07

Estos... penes.
¿Cómo puede hacer para que brille el día con un sólo lustro de su voz? La respuesta es tan simple que sale naturalmente como una gota de transpiración de una axila que respira una corrida. Las palabras fluyen como un tango las prefiere, natural. Como un agua corriendo por la ladera de una cadera de un sueño que no tuve. No quiero pecar de prejuicioso ni abusar de usar palabras que no digo durante todo el día. No quiero empezar a hablar de "lidades" de "ciones" y "mentos" porque no los nombro en el día, porque en el día a día me la paso hablando en pelotas de gajos negros y blancos, gritando en colores negros y amarillos y soñando en blanco y negro con un beso a un cartón que encontré en la calle.

No te mortifiques.

6.12.07

Descuidando el hilo. Ahora lo deja pender suavemente, balancearse con el viento que toque venir, que venga, que llegue. El viento será cuando se apague el sol una tormenta de idea y cosas ya sabidas.
Descuidar el hilo, dejar de sujetar el péndulo, implica todo. Unos ojos que se cierren, unas manos que se agarren fuertemente a otra cosa y lo dejen escapar, una boca que no grite cuando todo se sacuda, unos oídos que sepan escuchar al viento cuando silbe en los techos y se anuncie tarde, cuando ya llegó.
Con los pies sobre la alfombra, pasando las manos frenéticamente sobre los ojos, todos los días después saben a que el péndulo se balanceó tanto, a que el hilo hizo lo suyo tanto rato, que ahora volver a controlarlo, otra vez, es otra vez subir las escaleras hasta el techo y sujetarlo, y sujetarse, y colgarse de él para impedir que otra vez vuele y se mueva.
Tanto tiempo así, adormece. Y adormecerse es sedarse, es anestesiar el corazón un poco, los brazos otro poco más. Así, el tiempo tiende a querer soltar. A que lo deje ir otra vez. El tiempo, cíclico y repetitivo, absurdo y aburrido si todo consiste en soltar y agarrar, en amarrar y dejarse caer. Sin suspensión, volar no va a ser más que un instante después de soltarse y uno antes de caer al suelo.
Un día arranca el péndulo. De raíz. Se rompe un poco el techo, caen pedacitos de él al suelo que queda medio sucio. Se mira los pies y ahí están, alrededor. Y en la mano, el hilo. Es ahí cuando siente la tristeza nueva. Como si de hebras de alma estuviera hecho.




neverimaginewhatisabout - six twelve two thousands seven
Hace mucha gente que no se ve algo así.
Sacando cuentas, estadísticamente, la gráfica anunciará que de a siglos sucede, como una luz o una ceguera que termina sobre elásticos y rebota. Rebota.
Gente atrás, el color era más de pastos y trastes de guitarra inventándolo todo. Más tarde, porque todo avanza o simplemente se mantiene en juego, otras luces, más maravillosas, mucho más nuevas.
Hay caras que más que caras, más que ojos y boca y dientes y una nariz, son como colores que pasan. Color carne, color sonrisa, color ojo humedecido. Y hace mucho, mucho que las caras no tienen color gente. Color humano.
De tanto ver rostros se nos dio por evaluar, corrió la barrita y descargó el cuerpo, que vieron los ojos de fibra eléctrica y decidieron...
¿Está seguro que desea mandar cara.jpeg a la Papelera de Reciclaje? Aceptar.
Color de caras que no ve el ojo que evalúa un ojo. Color de cara de gente que se dio vuelta, como una prenda reversible, y con maquillaje sublime mostró su lado más invisible, su ser interno, su impenetrable (y ahora no más) y oscuro lado de la piel para adentro.
Hace mucha gente que no se ve algo así. Hace mucha gente que no se ve alguien que no vea caras, cuerpos, cosas, sino simplemente gente. Luz.
Silenciosas ondas que parten de ahí, desde donde sea que las manden, y llegan hasta el destinatario a encenderle los sentidos y poner a prueba la capacidad de saber tocar sin manos, andar sin pies, ver sin ojos, oír sin orejas y saber con más corazón que neuronas.

Hace mucha gente, ahora.




Hace casi dos mil años
que pienso, que pienso lo mismo,
recién me doy cuenta
que no hay que pensar.

5.12.07

Nada para ver, nada para decir. Mientras mas tormento se genera en el ojo, más retinas lloran vomitando. Y el vómito parece generar placer en los angulos obtusos de otras mentalidades, generan alegría en las esquinas de telarañas de su alma y sonrisas en las tribunas tribuneras del tribunal.
Nada para decir, nada para escribir.

Te la soplaron.
Dormido en los laureles de otro país satisface su ego ladrando en español. La frontera no le importa para mal y caga en cada casa que visita. Caga por acá, por allá, no va a dar más. Y dormido en los laureles no puede contener las ganas de pensar que le sangra hasta el ocaso y que tiene que aprender todavía a tener alas y volar con la claridad que se merecen los demás. Con la claridad que vuelan algunos quiere decir que está allá arriba y no hay sol que haga caer esa locura.
Porque el sol está hace mucho tiempo siendo presa pero decidiendo quienes lo reciben, lo toman y tienen sombra hasta sus últimos días. Y esa división nunca es buena, porque cada uno con su luz por las sombras podría verse. Pero los que miran colgados se quedan en las sombras y mueren de frío en pleno verano, se ponen la remera cuando entran a la piscina porque no quieren quemarse de vida, sino quieren mojarse de nada. Cuando los que vuelan con claridad, se mojan con el sol.

Eldíadespuésdeloslaureleseshoy.

4.12.07

Hay noches de insomnio en las que despierto sueño la independencia de mi estar. Despiertan las ganas de que la tinta corra como el sudor por tu cuerpo y sonríe hasta la última hoja de este libro. Las letras se suceden como hechos y la "m" se muestra horrorosa mientras que la "l" un poco más sabrosa sonríe en un abecedario sin precedentes. Una nueva vida se vive una y otra vez, y un nuevo evento nace como un suspiro eterno, como un puñal que revuelven entre mis escamas de pez volador, de pez mentiroso. Mitómano aquel que dice la verdad. Gira el mundo, gira incuerdo en una irrealidad. Gira la locura estando en blanco y negro. Las fotos viejas se mandan su incolor hasta el contorno de cada una de las almas pero una luz sigue luchando por generarse. Degenerarse está tan de moda que la vida ya no sirve más que un sachet.

Si las luces se cruzan al azar.

2.12.07

Cuando a un tenedor lo usan para clavar a una persona en vez de a una papa en un plato es cuando uno se da cuenta que el mundo se está convirtiendo en un lugar inseguro para ser anormal. Uno no le puede escapar a la locura permanente que se vive en cada una de las ciudades y parece que tiene que dejarse la camisa de manga corta, los anteojos y la transpiración a flor de piel para salir con una escopeta a hacer justicias en nombre de todos los que miran el piso y dicen no ver lo que está pasando. No ven como lo hacen, pero sienten que les meten el dedo en el culo y les gusta.
Entonces en ese barrio está un tenedor que nació del barro y la pasión, en un lugar donde no crecía más que pasto que no le servía a nadie y ahora está lleno de distintos tenedores y cuchillos, utensillos para mariscos servidos en la mesa. Entonces el mínimo tenedor de madera no sabe muy bien como hacer y viciado por el exterior se fue transformando y ahora sirve para clavar gente, para peinar y para tomar de la mejor, de la mejor manera que existe para los que toman de lo que hay. Entonces es cuando hay una persona con ojos llorosos que no puede creer cuando en el fondo, ese enano optimista que tenemos dentro canta y canta una y otra vez a los gritos y con aplausos de fondo que todo va a estar bien, que siempre se puede salir del pozo, como una murga dentro de un baño, cantan esperanza desde la punta de un tenedor. Clavados en sus brazos y omoplatos siguen deseando y aspirando a que mañana va a ser mejor y que el hoy es solo un mal innecesario para llegar algún día a pasearse entre las nubes entre la tierra y el barro. Sin tenedores y sin vicios.

Ydale.
Si agarrás una flor y te gusta tanto tanto que la apretás con las manos contra el pecho, o contra la nariz, o el alma, y la flor se hace polvito fino, se rompe, se muere... tu amor destruye la belleza.
No vamos a crear más cárceles de las que ya hay. ¿Verdad?
Porque... si estamos presos todos los días, atados a la pata de la mesa o a la pata del escritorio, ahogados entre la tinta azúl y los mails obligatorios... entonces, ¿qué más nos salva sino un respiro hondo, al final del día, de ese aire de amor y ese aire de libertad?
Mirar hacia los costados, y mirar abajo, y mirar arriba, y que alrededor las personas estén pensando como hacer para sacarse de arriba unas cadenas que son brazos, una sanguijuela prendida al cuello, succionando, que es una boca, un ojo todopoderoso y vigilante que son los ojos que acarician y ven cerrar alguna noche, cuando todo dice stop.
Parece que algo se pudrió sobre la mesa. Nunca lo creí, pero lo podrido empieza a corroer a la mesa misma, que era quien podía soportarlo todo. Manteles manchados, insalvables, llenos de las manos que arañan entre el enredo diario, buscando la forma de llevar adelante una amor hecho de hierro y cemento.
Sonó un timbre y pensé, pensé mientras digitaba palabras que alguien recogerá más tarde, que ésto, si nos encarcela, no sirve de nada.
Y pensé también que el viento de amor tiene que venir a tirar todo por ahí, a sacarnos las caretas y las cadenas, a desestructurar lo estructurado y armar una nueva forma de ver el color y las texturas, la flor que no se muere más, la que ahora crece porque simplemente le dan agua de tomar.
Apague la sed, no se ahogue.




2sorpresaslindas2 - el día que no fue

1.12.07

Una brisita de una canción del norte, aparece por primera vez en este camino. Entrando por la ventana y saliendo con la corriente muestra unos papeles volando, una revolución permanente del estado regular de la habitación. Papeles que vuelan, banderines de costado y agendas que se abren solas. Lapiceras que se rinden, diarios que se hacen hojas sueltas y piel de gallina en los habitantes.
-Voy a extrañar estas cosas cuando sea grande- dice el nene en su cama.

Brisitabrisita.