31.1.08

Y volvió como White en el video de las proyecciones, con las valijas después de un viaje. La gente vuelve de todos los lados. Vuelve de la quincena de arena, sexo, drogas, rock and roll, o del mes de hippismo e irrealidad más real que W a las 2 de la mañana un día sábado en la punta.
El asunto es que la vuelta no fue extraña, sino sentir que la puerta sonó distinta y que la acústica del cuarto había cambiado. Los colores cambian las texturas, el peso y la esencia de las cosas. Las cosas se transforman en otra cosa y van mutando hasta llegar a ser parte de un finito visual que es la costumbre a lo que uno ve una y otra vez.
Algo había cambiado, y se notaba porque un señor de bigote blanco, hincha de Racing y gorro napoleónico de papel de diario saludó bajando su cabeza unos milimetros y diciendo "cuidado que está fresco".
El rosa no quedaba mal, pero no era entero. No llenaba el cuarto como lo puede llegar a hacer un color que mezcle la nada que incluye al todo, o un sinfín de colores y esencias. El rosa en la pared quedaba vacío, era todo pero faltaba la mitad. El rosa en la pared hacía que el cuarto fuera tan femenino que una baldosa empezó a menstruar. Cuando se dio cuenta, la valija ya estaba apoyada y roja.

Conlafrente,elmar.

21.1.08

... entonces la calle se empezó a llenar de gente, negros negrísimos sonriendo tan blanco, blancos en el medio en una minoría asombrosa, niños corriendo, golpeando los tambores que en círculo aguardan en la esquina. Entonces se encendió un fuego, la gente siguió llegando, aparecieron parrillas y chorizos en las vereda, así nomás, las charlas subieron su volumen, se asomaron cabecitas en los balcones y alguien dijo vamo'. Y vamo'.
Con pasitos cortos desfiló el que tocaba y el que no, con un bumbumbum en la parte alta del esternón, con caras de concentración sudando, con mujeres feas (tan lindas!) moviéndose, bailando delante de esta pequeña multitud, sin dejar pasar a más de un auto, parando dos por tres a ver qué piensa la ciudad un par de segundos en silencio.
Moviéndose, avanzando hasta llegar casi al mar.
Llegando al Medio Mundo que les dio vida, deja de sonar atronadora la comparsa, se calla la historia que cuentan sus antepasados que de palmas blancas y rostros negros llamaban cada 6 de enero a las calles, invitación de esclavos a bailar y burlarse de la clase alta, esos salvajes de rostro enpolvado y sangre transparente. Llamadas a la calle, a salir, a disfrazarse, a bailar, a burlarse, a festejar. Llamadas.
Sale una luna de postal al fondo del callejón, la gente empieza a dispersarse y en el aire vuela aún ese olor que no está todo el año. Y uno entiende porqué algunas tradiciones no mueren nunca, aún doscientos años después.



borocotóchaschas - diezochenta
Hola. Tomamos el té juntas bastante seguido. ¿Te gustan estas? Ah, no podés.
Y... ¿sos de pasar el tiempo así, tan queriendo y no queriendo, o más bien no podés encontrar otra salida? Ah, ese es justamente el problema. Sí, entiendo que te guste estar sola pero a la vez... ¿sabés qué? A veces lo infinitamente complicado se resuelve en menos de un segundo. Debe ser que siempre todo fluye como un vaho. O mejor, que todo se arrastra como una gigantesca cuerda. No, como decenas de cuerdas. Entonces claro, uno mira y ve un tremendo nudo y piensa que no hay más salida, que se quedó así para siempre. Pero adentro, adentro justamente (si uso muchas veces la palabra adentro a lo largo de este encuentro, querida, no te ofendas, pero es que últimamente es un concepto que me tiene atrapada), se sigue moviendo todo, y está a punto de desenredarse.
Aunque, claro, es esa espera lo que desespera. Uno nunca sabe cuándo.
Ahora que estamos tomando tan seguido, me siento más libre de hablarte de esto.
Ah... mirá que ricas, ¿de estas sí podés? Entonces adelante.
Te decía, que más libre de hablar de esto. No de los nudos y los problemas, aunque en el fondo sí, lo sabés, sino de ... bueno, a veces parece que estamos queriendo decirlo todo y nunca alcanza. No alcanza hablar de los problemas como cuerdas, porque parece que estamos quitándole importancia. Quizás la cuerda sería más figurativa si estuviera con un nudo de ahorque. Ah, eso es una imagen muy fuerte para hablar tomando té.
¿Traés siempre el espejo o es la primera vez que lo veo? Sí, me veo en él. No sabía que éramos tan parecidas. Hasta hace un rato habría jurado que nunca te vestirías así.
Ya tengo que irme. Oscurece. Pero escuchame: intentá salir de ahí un día de estos. No te alarmes y no corras antes de tiempo... pero el adentro ya se te agrandó mucho, y afuera pasan cosas sin que vos te enteres. No te mueras de inanición mundana. Hay que formar callos en los dedos para que algún día deje de doler. Y no queda leuco, solo golpear y golpear.
Adiós. Hablamos otro día! No, gracias, en mi casa nadie come de esas.


speakingmirror - 21del1

11.1.08

Le dije a Hugo que no aguanto más.
- Estoy muerta de calor, Hugo.
- Porque es verano y la capa de ozono está andando mal.

Y me mira así tan normal. Hugo suda mucho pero no le importa. A mí me molesta. Eso y todo... el olor, el tacto que no quiero tener y esa cara de ausente ensimismado, esa cara de fuera de foco. Y cómo agarra de la heladera las bebidas, las destapa con un pssssh ruidoso que salpica, y las bebe hasta el fondo, hasta vaciarlas y poder apretar la lata con una sola mano.

- Ayer de noche pasó Graciela por acá y no pude atenderla porque está todo lleno de latas vacías. No pude alcanzar la puerta. Creo que Graciela estaba preocupada.
- Seguramente. Esta marca nueva no me gusta tanto como la anterior. Tiene mucho gas.- Eructa fuerte y prolongadamente.- Graciela necesita tener cosas que hacer.
- ¿Como vos? ¿Así, tener estas... cosas que hacer?
- Quizás.
- Cuando hablás así... a veces creo que la longitud de las palabras es lo que llena todo en las respuestas. Cuando no sabés más que monosílabos o solo dos sílabas, parece que no quisieras decir más, que solo pudieras quedarte tomando y tomando hasta llenar todos los espacios. Los envases están por llegar a la cabecera de la cama... ¿qué va a pasar?
- Vamos a ahogarnos en metal y plástico y nuestros cuerpos nunca serán encontrados.

Entonces sé que es una de esas frases ácidas que gusta pronunciar cuando se fastidia y quiere que lo dejen en paz. Nunca una sonrisa , para marcar la broma. Si creo que habla en serio, si piensa llegar al techo con los envases y nunca salir, miro por la ventana a ver quien o qué pasa, pensando que ahora sí se puede y mañana no sé.
La seriedad de Hugo tiene leves desajustes cuando la heladera se llena nuevamente de latas y envases de plástico, y cuando cinco veces al día orina en el balde gris, se para de la mecedora abriendo un surco de envases y tira el líquido por la ventana, satisfecho.
La cama está casi totalmente cubierta de envases.

- La cama. De verdad, Hugo, ya no podemos dormir así. Cuando me doy vuelta siempre hago ruido a plástico y lata hueca, cuando quiero tocarte siempre toco un envase... y ahí tengo ganas de no estar acá, de que no tomes más y me mires cada mañana, cada noche.
- Siempre hay un tope. Ahí está el techo para frenarlo todo.
- ¿Con nosotros acá adentro? - Pregunto asustada.
- No podemos salir.

No podemos salir. A veces pienso que antes todo era distinto. Antes de que compráramos la heladera, antes de que aparecieran esas bebidas de colores. Hugo solía estirar un brazo y tocarme de noche, hasta que me dormía. Por la mañana, su mano quieta ahí. En el pecho o un hombro. De mañana su cara, mirando por la ventana, curvado sobre la hornalla del horno con la caldera en una mano.
Parece que nos quedamos atrapados ya mil noches y sin contar más, en un eterno consumo de aire y líquido, existiendo entre el ruido de la heladera y un llanto a medio pronunciar, una queja, un deseo de salir de acá. Resulta un abismo cuando el tiempo no vuelve y yo sé que hay una telaraña debajo de la cama y que ya es infinita, que no chifla más la caldera todas las mañanas, que los vasos están dados vuelta sobre el mismo repasador que compró mi suegra cuando tenía suegra y que cuando pase el tiempo estaremos flotando en un mar de latas y envases plásticos, tocándonos por debajo la puntita de los pies.
Ahora por las noches suenan los envases y su ronquido levemente elevado, su panza que sube y baja, hinchada, y el ruidito del motor de la heladera, funcionando imparable.

- ¿Se habrá divorciado Graciela?





holaMeilán - oneweekago







Cuando un loco parece completamente sensato, es ya el momento de ponerle la camisa de fuerza.

Edgar Alan Poe.

2.1.08

Refiriéndose a esos tiempos, Erdosain me decía: "Yo creía que el alma me había sido dada para gozar de las bellezas del mundo, la luz de la luna sobre la anaranjada cresta de una nube, y la gota de rocío temblando encima de una rosa. Más, cuando fui pequeño creí siempre que la vida reservaba para mí un acontecimiento sublime y hermoso. Pero a medida que examinaba la vida de los otros hombres, descubrí que vivían aburridos, como si habitaran en un país siempre lluvioso, donde los rayos de la lluvia les dejaran en elfondo de las pupilas tabiques de agua que les deformaban la visión de las cosas. Y comprendí que las almas se movían en la tierra como los peces prisioneros en un acuario. Al otro lado de los verdinosos muros de vidrio estaba la hermosa vida cantante y altísima, donde todo sería distinto, fuerte y múltiple, y donde los seres nuevos de una creación más perfecta, con sus bellos cuerpos saltarían en una atmósfera elástica". - Entonces le decía: -"Es inútil, tengo que escaparme de la tierra."

LosietelocosdeArlt.Capitulopalitopalito(II)
En un globo aerostático miniatura, de color naranja, que cayó en mi jardín encontré un sobre con un destinatario que tenía forma de lamento. Era una carta futurista caida desde el más allá en el tiempo, una confesión de un futuro no esperado. En esa confesión cual esta conversación de una sola voz se turnaban las palabras con acentos y sin acentos, con tildes y sin tildes, sin importar lo que pasaba. El puño parecía el mismo y la letra más crecida y quizás mas distante. La misma confesión resonaba que no entendía como podía haber llegado la situación de no ver el final del tunel, de no ver el camino y de pensar siempre que las paredes a uno lo encierran sin libertades para siempre. Que no hay finales y que sólo la calle está llena de bombos tristes que no suenan. Que están tirados en los escalones de las esquinas de los barrios y que pasados de rosca en humo y química motricidad sólo suenan antimusicalmente mal para cualquier oído, sobre todo para el de las monjas que quieren dormir. Pobres monjitas, ¿no?

Nosentiendena. Usalaboinaroja.

1.1.08

Nostálgica numérica es quizás la última en la lista de las nostalgias que pensaba tener este mes. Pero sin más aparecen fantasmas que uno pensó que estaban lejanos. Sin más aparecen perros ladradores que lo corren a uno para comerle el calzón. Desaparecen bigotes y las mostazas se pudren en los carritos.
Empezó de cero, a uno y con cuarenta de térmica.

Zilef.
De verdad, de verdad le digo. No soporto verlo más. No quiero ser polvo del polvo en un resto de desgano y corazón acurrucado, cuando de sus tristezas oigo hablar. Y yo quisiera poder agarrar un vehículo veloz, alcanzarlo rápido, darle un abrazo grande y pedirle por favor, de rodillas si hace falta, que no esparza más talco sobre huesos rotos.
Si usted supiera qué pasa acá cuando su imagen se aparece, podríamos destruir todos los vidrios, romper todas las calles, hacer saltar las cañerías y demoler edificios enteros con este grito que le llora un largo alarido, un cansado sentimiento de amor y tristeza.



When I get to the bottom I go back to the top of the slide.
Cuando Bagdad se muda al Cono Sur se puede complicar. Cuando el infierno golpea la puerta y hace saltar la térmica de cada rincón de aire acondicionado es cuando uno se da cuenta en plena oscuridad, entre las sombras que deja entrever las nubes y las estrellas, que no existen los superheroes. Porque hace ya tiempo que nos vinieron contando historias que no eran de concreta realidad, sino de una fantasía para volar por unos pesos, por unos cohetes. Entonces un superheroe nace dentro de cualquier espanto. Dentro de una bomba, dentro de un apagón, dentro de una nube y de una lluvia de verano. Pero sobre todo en las explosiones que causa un pistón humano, un cerebelo de sensaciones y un alud de ser humano y delirante.

Telepato.