3.11.07

Me mira desde arriba de la silla y sonríe. Pero sonríe en serio. Tiene la boca abierta al aire, los ojos entrecerrados, las mejillas con profundas marcas de alegría. Quizás un recuerdo le provocó una sonrisa en ese último respiro. Está como flotando por encima de la silla y los pies le giran en circulos alrededor. Sin aliento está el cuarto, uno en medio de miles que hay, en un monstruoso edificio que alguna vez supo ser zul y hoy no es más que un matadero de violadores.
La soga en el cuello no le queda tan bien como una bufanda.

Insa_ _ _ _ _ _ .

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