24.11.09

Todo el mundo está pintando con el amarillo cuando antes pocos lo hacían.
Cuando llegue ese hoy, ¿nos daremos cuenta que el amarillo es amarillo?

Amarillo.
Hay una luz en el cielo y nada de todo esto es una novedad. Entre olor a pasto, entre olores y dolores, un idiota más nota que hay una luz en el cielo. Otro falso poeta intenta encontrar la forma de los lunares. Tu rostro en alguna constelación. El frío carcome y es excusa para temblar. Falsa excusa, tanta trampa. Noche y hay una estrella en la punta de tu nariz que prende y apaga en rojo.
Ay poeta! ¿Cómo evitar pensar que esa estrella roja es un freno en tus días? ¿Cómo no creer en señales si crees en poesías, lunares y estrellas?
Rojo. Rojo pleno en un país donde el rojo es para parar. ¿Parar? ¿Frenar? ¿Seguir?
Las preguntas en el aire y un pie que toca un pedal para avanzar.

La clave está en el café con leche. En la leche, en el grano. En la piel, en el alma. En el asno, en la rueda, en el obelisco. En el saquito de té. En la basura. En el cartón y en el papel. Definitivamente en el papel, en mí y en vos (y en cada voz que me cruce los días que me dejen quedarme).

Dos dos dos.
Todavía quedan hojas en blanco para rematar. Al mejor postor. Al mejor precio. A todo eso que nunca escribiré van siempre dedicadas estas coplas sin sabor. Y entre un ruido a platos que se tocan se lo ve intentándolo. Oscuridad y una poca luz en cada pupila. El sonido de un tren que se va yendo, esa sensación de pañuelo agitado. En el centro de la luz un intérprete de la desazón, un viento de lamentos. El tren silba y acelera entre el todo. Todo se va. Entre el vértigo su mano encontró la solución. El único detalle es que la solución es el gran opuesto de lo que se creía. Su solución con forma de cuchillo no tiene filo. Su intención lo llevaría a untarse muerte si fuerae necesario, pero la muerte no se vende en el almacén.
Entonces eso quiere decir que hay esperanza... y pan con manteca para desayunar.

Desahuayno.
Todos bailan. El mundo viaja a ritmo.
Todos tienen el tiempo más exacto en su reloj biológico, a tempo el movimiento. A tempo y sin detenciones. Me siento en desvelo, en vuelo total. En pausa de sonido, en un reflexivo silencio.

Y sobre todo... ¿para qué esperar a estar enterrado si hay vitrinas para los vivos también?

Parque.

14.11.09

Si pasará o no lo que auguran los que saben, no lo sé. A pesar de estar tan lejos del punto donde empecé, a veces me gusta mirar para atrás. Y como no se puede mirar sin ser, voltear la cabeza sin retroceder, me contamino un poco de lo que era ante. Y cuestiono, busco desesperadamente lo empírico. Hace poco tiempo, como parte de un halago maravilloso que me colmó el alma, alguien tuvo la amabilidad de decirme que antes buscaba excusas y ahora busco repuestas. Y a mí me pareció genial. Porque ya sé de sobra que la excusa es para el que no se atreve a vivir.

Otro día distinto hablamos de planetas. Y, sin dudas, me acordé de liberaciones y de pueblos. Me acordé de la calidez de un pueblo que aquí perdí por completo. A pesar de los daños causados, yo me acordé de haber estado cuando ese pueblo salió a la Luz. Literalmente.

Y entre planetas, dioses y fantasmas te veo pasar, deambulando como queriendo parar en medio de un viaje. Los colores, las formas difusas que quiero adivinar pero sólo imagino. Ya me acostumbré a que el tiempo tenga una velocidad independiente a la que yo deseo. Por eso, y mirando de reojo un almanaque en el corazón, recuerdo que falta poco más de dos años. Quiero creer, pero no sé si no estaré mirando para atrás demasiado. Entonces, la verdad es que no hay método científico que compruebe que vas a estar ahí el veinticinco del once del dos mil once.
Mi última chance, y la única posible en realidad, es derrumbarme del todo, desarmar por completo las estructuras que me crean, y dejar simplemente el sentido amoroso, la capacidad innata y viva, de reconocer lo que me complementa, fiel suceso que nos vuelve seres maravillosos.


I climbed across the mountain tops.

13.11.09

Y llegué quizás a ese Edén de madera y café. A esa esquina de grano marrón donde contarle a nadie y a todos cada profundo lamento. Es mi arroyo en la ciudad, son los pasos malos en San Telmo. Es la nueva manera de teclear. El clima está europeo. Los ojos de mi sentimiento ven otras cien estrellas en el cielo. La inercia es tu manera de seguir, pero las hamacas se detienen en algun momento. Alguien se cansa de empujar la hamaca y por reflejo se detiene. Porque el mundo no vive en Firmat y porque todo se termina terminando. Esto que vivo hoy se parece a esa estrella muerta que sigue brillando. Lo que hay entre los dos es brillo de estrellas que murió hace muchas décadas atrás. Falta asincerarse y que aparezca un científico saber a decirnos que en lo cíclico de las cosas, esto ya le pasó a algún comensal. No vale la pena que muramos atragantados
¿Acaso la especie nunca comprendió que hasta la bola con más pique deja de rebotar?
Estás en el otro estremo del lugar. Inspirando el movimiento de mi mano. Tus ojos tras los vidrios y tu remera de la metrópolis. Sin slogan, tu cuerpo es un mensaje. ¿Cómo llego a que me cuentes? No quiero bailar más solo, si nunca supe bailar. Lo mío es caminar, lo sincero siempre es poesía.
La tinta negra sobre el blanco me ve solo. Yo no sé quien organiza esta desorganización, no sé quien paga la cuenta en este lugar. Huele a café cada calle, en cada recoveco crece una planta y se enrosca en un farol. Mirala subir y su deseo verde de llegar al cielo. Sé ese deseo, respira el oxígeno que sale de esa planta, ese aire de esperanza.
Yo no sé quien marcó el rumbo de la táctica. Hoy soy de mil lugares, soy un non que va por acá, por los caminos y ya nadie saluda por verme crecer. Nadie sonríe porque me vio leer. Lecciones de otra época y otra edad.
Hoy citadino e inesperado soy charlado por anónimos. Soy un muerto vivo más en una ciudad que chupa sangres bajo el cielo azul.

Saint Elmo.