31.10.07

Amapolas, avena y grama.
Un eterno sueño en la retina de un pintor se va esfumando en un lienzo que vertical va recibiendo sol de un pincel. Es un trigal extenso que con el brillo de las cerdas va resplandeciendo en la memoria de un catalán que con ojos de triste va pensando en lo lejos que está de esa mano, lo improbable que es llegar desde el lugar más abstracto de su cerebelo poder tocar y acariciar realidad.
El pelo, el alma, el vientre y los ojos.
En cada rincón de su máquina lleva un recuerdo, en cada esquina de su barrio y en cada piedra que forma la calle hay una cara y un lunar que se parece fervientemente a las palabras que dijo una vez en voz baja y mirando con ojos entrecerrados una luna que no se ponía ni al llegar el día y un arcoiris que flotaba en una noche de sol.

Empedado con vino de bar viejo.

27.10.07

Hace 5 años conocí a alguien que aún sin entender de verdad la tristeza lloraba frente al espejo sin verse, se sentaba en una silla contra una pared y nadie movía su existencia de allí, casi viendo pasar las gentes y los días, como si no pudieran hacer nada más que sucederse.
Nunca entendí qué fue lo que le pasó. Si estaba así tan sola porque quería, o porque alguna circunstancia la había dejado medio abandonada.
Era muy chica, de verdad no entiendo porqué no jugaba más de lo que lloraba frente al espejo, aunque creo que nunca lo hizo para verse, ni por verse, sino porque verse llorar alimentaba el círculo vicioso de la tristeza y el llanto, el no saciar, el querer sacar lo que realmente aún (creo) no sabe qué era.
Hacía calor, y a veces escribía frases en código en una agenda. No entendía nada.
Un día pintó un cuadro que se quemó otro día, mucho más tarde, quizás 5 años después, cuando recordando aquellos días de soledad autoimpuesta, pensó que la verdad que nunca iba a entender qué le pasaba, ni porqué ahora escribe sobre ello.

De repente quedan esas imágenes retratadas en el fondo de la mente. La pared, la abertura, los ventanales, la silla, la playa vacía, el baño, una cara, 13 años, páginas marrones, cosas que no tienen explicación por más que se busque y se rebusque mil veces, por más que encuentre la pista, abra la puerta y atrás esté la solución, como pintada en acuarela en cuadro quemado.



El sector conciente se pregunta: ¿Eh?
Yo tengo el as, la flor, el cuento, la palabra. Yo tengo en la manga un hilo de agua que me baja desde la sien y cuelga hasta el suelo. Tengo dos marcas en el pecho, de dos manos. Tengo un pico de pájaro en la nuca, un par de alas rotas en los hombros, y los pies cortados seis mil ochocientas setenta y tres veces. Ni una menos. Acabo de hacer la cuenta, sumando cada uno, uno tras otro, como amaneceres. Y la cuenta no falla, tiene repetición perfecta. Todo es perfecto en el plano de los dolores como cortes en la planta de los pies (y no son las calles! O... sí?), si sistemáticamente cada día tiene un motivo (y con uno alcanza) para producirlos.
Pero yo tengo el as, aunque no debajo de manga. Y tengo la flor, que no prende de ningún ojal. Y el cuento que no fue contado, porque para repeticiones están los cortes. Y la gente (no, gracias, paso). Las alas son de mentira a veces, a veces son de verdad, pero siempre siempre pierden plumas. Yo no sé porqué.
La palabra tiene gusto dulce y amargo al mismo tiempo. Es como lamer lo tentador y saber que abajo, abajo está la parte que no te va a gustar. Pero tu lengua es más que tu corazón, y tu lengua lame y lame la fina capa dulce del mundo, hasta que la tierra la invade y se reseca y entonces la lengua cuelga de vos sin servir para nada más que para seguir lamiendo supuestas dulzuras. La palabra que tengo quizás sea así cuando no es óptima. Pero hace esfuerzos. Quiere dejar de vivir en las cuerdas vocales para irse más abajo, al medio del pecho.

Ahora me duelen las manos. Alguien me contó muchas cosas sobre las manos una vez. A veces son coladores. A veces imaginan estrellas. Y ahora duelen, porque saben oler en el aire cuando estás tapando la olla y todos sus vapores, encerrando el gas, a punto de explotar. Y duelen, porque la estrella es mentira, porque el as que no está en mi manga se fue navegando mi hilo de agua desde la sien, y el charco de seis mil ochocientos setenta y tres cortes en los pies crece tanto que ahoga el cuento, la palabra, la flor, y el amor que sí es una estrella y sí brilla, y brillará el día que lo llames como si no costara más que eso, como si al fin y al cabo estos tiempos no fueran tan complicados como para que no sea posible insistir eternamente en este mismo loco intento.*


Fiame un poco de vida alma Zen - Unomásqueayer.


* Porque cuando el paso del tiempo y los siglos y la historia también marcan una tendencia y se vuelven moda, cuando el siglo marca la actitud y nunca pasa nada distinto que suene atemporal, entonces, amigo mío, estamos más que perdidos. Así que a ver si cambia de enemigo y se fija primero en esta cosa loca que tienen los siglos de perder dignidades e ir sumando patéticas costumbres de destruir lo sencillo e imprescindible, cambiar los significados, vender un corazón, bailar por un sueño.
Se podrá vivir la vida y no el siglo?

26.10.07

Intérvalos. Sístole, diástole, sístole, diástole.

Largar el impulso de todo un chorrete de palabras que no vienen de ningún otro lado más que del inconsciente, donde los conocimientos, y las frases justas, y la sabiduría perduran y están (y es tan simple!) y se expulsan y no hay problemas de expresión que sirva.
Resultado de una larga y constrictiva sístole. Todo contraído. La mente, el cuerpo y el alma. Días de encerrarse a tragar páginas y cerrar los ojos. A veces suena a telepatía.
Y sin embargo después de esas décimas de segundo de extrema presión, que pueden ser siglos, la puerta de madera, el ruido del pestillo, la palabra de aprobación y luz. Y ya no recuerdo que tanto dolían los retorcijones en el estómago, la piedra en la cabeza, la esponja que se absorbía la humedad en los ojos y esa máquina estúpida que lo empujaba todo para adentro.
Afuera el pasillo blanco, caer de espaldas y esperar en paz algo que llegará y es inminente.
Esos estados de distensión, ese aire que una vez más vuelve a fluir, ese cerebro que se oxigena. Como si le subieran el volumen de pronto al mundo, y una vez más las risas y las voces y los murmullos y los gritos y los pájaros aparecieran en los oídos.
Diástole. Diástole.
Ahora el sueño es profundo y sin embargo despierto y abierto al mundo. La calle era una repetición de focos amarillentos en medio de un ambiente llenísimo de aire fresco y puro. Homeostasis, equilibrio en mí como si todo fuera tan perfecto como se abre y se desarma y se rige y se organiza, y todo fluye, llega, nutre, revitaliza, invade de oxígeno, vacía de humo. Ahora el sueño es profundo pero es hacia afuera. Tiene la cara mojada. Le brillan los ojos. Huele a agua. Se siente como aire. Y es transparente. Ahora el sueño es distensión, diástole.
Quedan pocos segundos de relajación. Adelante, donde la sangre aguarda una vez más a ser propulsada, espera la contracción, el bloqueo fuerte, los retorcijones, la presión, los apuros. Adelante la sístole. El ciclo una vez más. Comprimir y descomprimir sesenta veces por minuto la existencia. Solo resta aguardar. El aire se hará humo entonces, volverán a taparse los oídos, y despertarán deseos, una vez más, de abandonar la presión definitivamente y volverse fluido que corre y nunca para, no tiene trabas.


Creo que morí, creo que viví - Viernes, del Río Ebro a Viña del Mar en 4 horas.

25.10.07

Te deja ciego como un estúpido ciego.
Te deja medio ciego y medio tonto.
Te deja sin los reflejos suficiente de saber que estás comprando una porquería tras otra en un mundo más virtual que un megabyte.
Pero andá a cagar y date cuenta que comprás inutilidad por módicas sumas de papel pintado.
Pero andá y fijate que las calcomanías brillan más con la cabeza que con los pulmones.
Date vuelta, date cuenta, date chances.

Vete de aquí, cuervo negro.
Complicado el clima digno para salir a jugar a este campo blanco. Una nieve vertical que cae delante de mis ojos que son nubes blancas para rellenar de prosa rimada que alguien leerá. No hay destinatarios ni remitentes reales en estas cartas que se gritan al viento, no hay música más que en la mente que alguna vez soltó este ladrido, aunque siga sonando en el pasado de por ahí. Y hace días que el cielo gris no para de llorar. En los ascensores, en los pasillos y en el almacén la gente habla de que no para de llorar hace días y que el clima nunca fue así, ni el año pasado que venía menos peor. Los exagerados dicen que se acaba el mundo acá donde no estás mirando. Los menos fatales lloran letras de cianuro en mentes ajenas, que perciben el suicidio y el pánico. Mierda.

Dando la vuelta al mundo, volando en una mosca infernal.
Manifiesto Rock: música dura, la suicidada por la sociedad.


Son tantos los matices que comprenden la actitud creativa de la música local ( entendiendo que en esa actitud existe un compromiso con el momento cósmico humano ), son tantos los pasos que sucesivamente deforman los proyectos, incluso los más elementales como ser mostrar una música, reunir mentes libres en un recital, producir en suma algún sonido entre la maraña complaciente y sobremuda que:

EL QUE RECIBE DEBE COMPRENDER DEFINITIVAMENTE QUE LOS PROYECTOS EN MATERIA DE ROCK ARGENTINO NACEN DE UN INSTINTO.

Por lo tanto: el Rock no le concierne a ciertas músicas que aparentemente INTUIDAS POR LAS NATURALEZAS DE QUIENES LAS EJECUTAN siguen guardando una actitud paternalista, tradicional en el sentido enfermo de la tradición, formulista, mitómana, y en la última floración de esta contaminación, sencillamente “facha”.
Sólo en la muerte muere el instinto.
Por lo tanto, si éste se mantiene invariable, adjunto a la condición humana a la que necesitamos modificar para reiluminarnos masivamente, quiere decir que tal instinto es la vida.
El Rock no es solamente una forma determinada de ritmo o melodía.
Es el impulso natural de dilucidar a través de una liberación total los conocimientos profundos a los cuales, dada la represión, el hombre cualquiera no tiene acceso.
El Rock muere sólo para aquellos que intentaron siempre reemplazar ese instinto por expresiones de lo superficial, por lo tanto lo que proviene de ellos sigue manteniendo represiones, con lo cual sólo estimulan “EL CAMBIO” exterior y contrarrevolucionario.
Y no hay cambio posible entre opciones que taponan la opción de la liberación interior.
El Rock no ha muerto.
En todo caso, cierta estereotipación en los gustos de los músicos debería liberarse y alcanzar otra luz.
El instinto muere en la muerte, repito.
El Rock es el instinto de vivir y en ese descaro y en ese compromiso.
Si se habla de muerte, MUERTE, si se habla de vivir, VIDA.

Más vale que los rockeros, cualesquiera sean sus tendencias (entre las cuales dentro de lo que se entiende por instinto de Rock no hay mayores contradicciones) jamás se topen con los personajes hijos de puta demonios colaterales del gran estupefaciente de la represión que pretende conducirnos por el camino de la profesionalidad.
Porque en esa profesionalidad se establece ( y aquí entran a tallar todas las infinitas contusiones por las que se debe pasar hasta llegar a dar ) un juego que contradice a la liberación, que pudre el instinto, que modifica como un cáncer incontenible la piel original de la idea creada hasta hacerla, en algunos casos, pasar a través de un tamiz en el que la energía totalizadora de ese nuevo lenguaje abandona la sustancia integral que el músico dispuso por instinto en su momento de crear, y luego esa abortación está presente en los escenarios, en la afinación, hasta en la imagen exterior del mensaje cuando por fin se hace posible verlo.
Tengo conciencia de que el público ve esta debilidad y no se libera: sufre.
Luego esta ausencia de totalidad, esa parcialidad, es el negocio del Rock.
El negocio del cual viven muchos a costa de los músicos, poetas, autores, y hombres creativos en general.
O sea, esta difamación de proyectos sólo adquiere relieve en esa “ganancia” que representa haber ejecutado el negocio, y solamente en ese nivel hay una aparente eficacia.
Es la parcialidad de pretender que algo que es de todos termina en definidas cuentas en manos de aquellos bastardos de siempre.
Este mal, por último rebote, cae nuevamente en la nuca de los músicos, y los hace pelota.
Luego de participar del juego, son muy pocos los que aun permanecen con fuerzas para impedir la trampa al repetir una y otra vez el juego mediante el cual expresarse, o simplemente arriesgar en el precipicio de la deformación un mensaje que por instintivo es puro y debería llegar al que lo recibe tal cual nació.
Este juego pareciera ser el único posible (hay mentalidades que nos fuerzan a que sea así).
Lo importante es que hay otros caminos.
Luego de haber caído tantas veces antes de ejecutar esa caída final, parábola definitiva en la que se cierran los cerebros para no amar ni dar, hay muy pocos músicos que pueden seguir conservando ese instinto.

DENUNCIA SIN EL LIMITE DE LA DENUNCIA A LO QUE NO RECIBE DENUNCIA A LO QUE LA DENUNCIA TRASPASA A ALGO PEOR QUE LA DENUNCIA MISMA.

Denuncio a los representantes y productores en general, y los merodeadores de éstos sin excepción, por indefinición ideológica y especulación comercial.
Ya que estos no se diferencian de los patrones de empresa que resultan explotadores de sus obreros.
O sea, por ser los engranajes de un pensamiento de liberación a quienes no les interesa que toda la pieza se mueva, dado que al producirse el más mínimo movimiento, serían los primeros en auto reprimirse y dejarían por tanto de participar en “la cosa”.

Denuncio a ciertas agrupaciones musicales que se alimentan con esas mentalidades no libres, a pesar de contar con el apoyo del público de mente libre.

Denuncio a otros grupos musicales por repetitivos y parasitarios, por atentar contra la música amplia y desprejuiciada, estableciendo mitos con imágenes calcadas de otras músicas que son tan importantes como las que ellos no se atreven a crear ni sentir.

Denuncio a los tildadores de lo extranjerizante porque reprimen la información necesaria de músicas y actitudes creativas que se dan en otras partes del planeta, y porque consideran que los músicos argentinos no pueden identificarse con sentimientos hoy día universales.
Además es de prever que si estos señores desconocen que la Argentina provee a su música nuevos contenidos nativos, ellos mismos están minimizando la riqueza de una creación local apenas florecida.

Denuncio a otras mentalidades por elitistas y pronosticadoras del suceso de la muerte de algo que por instintivo no puede morir antes de la vida misma.

Denuncio a las editoriales “fachas” por distribuir información falsa en sí misma y por deformar la información verdadera para hacerla coincidir con las otras mentalidades a las que denuncio.

Denuncio a los participantes de toda forma de represión por represores y a la represión en sí por atañir a la destrucción de la especie.

Denuncio finalmente a mi yo enfermo por impedir que mi centro de energía esencial domine este lenguaje al punto de que provoque una total transformación en mí y en quien se acerque a esto.
El rock, música dura, cambia y se modifica, en un instinto de transformación.


Luis Alberto Spinetta, Septiembre de 1973.

21.10.07

Terrorismo Poético

x Hakim Bey


BAILES INVEROSÍMILES EN CAJEROS automáticos nocturnos. Despliegues pirotécnicos ilegales. Land art, obras terrestres como extraños artefactos alienígenas desperdigados por los parques naturales. Allana moradas pero en vez de robar, deja objetos poético-terroristas. Secuestra a alguien y hazlo feliz. Elige a alguien al azar y convéncele de ser el heredero de una inmensa, inútil y asombrosa fortuna -digamos 5000 hectáreas en la Antártida, o un viejo elefante de circo, o un orfanato en Bombay, o una colección de manuscritos alquímicos-. Al final terminará por darse cuenta de que por unos momentos ha creído en algo extraordinario, y se verá quizás conducido a buscar como resultado una forma más intensa de existencia. Instala placas conmemorativas de latón en lugares (públicos y privados) en los que has experimentado una revelación o has tenido una experiencia sexual particularmente gratificante, etc. Ve desnudo como un signo.
Convoca una huelga en tu escuela o lugar de trabajo sobre las bases de que no satisfacen tus necesidades de indolencia y belleza espiritual.
El arte del graffiti prestó cierta gracia a los laidos subterráneos del metro, y a los rígidos monumentos públicos; el TP también puede ser creado para lugares públicos: poemas garabateados en los lavabos del juzgado, pequeños fetiches abandonados en parques y restaurantes, arte en fotocopias bajo el limpiaparabrisas de los coches aparcados, Consignas en Grandes Caracteres pegadas por las paredes de los patios de recreo, cartas anónimas enviadas a destinatarios conocidos o al azar (fraude postal), retransmisiones piratas de radio, cemento fresco...
La reacción o el choque estético provocados por el TP en la audiencia han de ser al menos tan intensos como la agitación propia del terror -asco penetrante, excitación sexual, asombro supersticioso, angustia dadaesca, una ruptura intuitiva repentina- no importa si el TP va dirigido a una sola o a muchas personas, no importa si va "firmado" o es anónimo, si no transforma la vida de alguien (aparte de la del artista) es que no funciona.
El TP es un acto en un Teatro de la Crueldad que no tiene ni escenario, ni filas ni asientos, ni localidades, ni paredes. Con objeto de que funcione en absoluto, el TP debe desvincularse categóricamente de toda estructura convencional del consumo del arte (galerías, publicaciones, media). Incluso las tácticas de guerrilla situacionistas de teatro callejero resultan ya demasiado conocidas y previsibles.
Una seducción exquisita -conducida no sólo por la causa de la mutua satisfacción sino también como acto consciente en una vida deliberadamente bella- puede ser el TP definitivo. El terrorista P se comporta como un estafador cuyo objetivo no es el dinero, sino el CAMBIO. No hagas TP para otros artistas, hazlo para gente que no repare (al menos por un momento) en que lo que has hecho es arte. Evita las categorías artísticas reconocibles, evita la política, no te quedes a discutir, no seas sentimental; se implacable, arriésgate, practica el vandalismo sólo en lo que ha de ser desfigurado, haz algo que los niños puedan recordar toda la vida -pero no seas espontáneo a menos que la musa de TP te posea-.
Vístete. Deja un nombre falso. Se legendario. El mejor TP está contra la ley, pero que no te pillen. Arte como crimen; crimen como arte.




[Recogido en CAOS: Los pasquines del anarquismo ontológico (1984) y publicados en T.A.Z. Zona Temporalmente Autónoma, Ed. Original: Autonomedia, P.O.Box 568, Williamsburg Station Brooklyn, NY 11211-0568, EEUU; Ed. Española: Talasa, 1996 c/ Hileras, 8, 1º dcha; 28013 Madrid, traducción de Guadalupe Sordo.]

20.10.07

La tarea de ablandar el ladrillo todos los días, la tarea de abrirse paso en la masa pegajosa que se proclama mundo, cada mañana topar con el paralelepípedo de nombre repugnante, con la satisfacción perruna de que todo esté en su sitio, la misma mujer al lado, los mismos zapatos, el mismo sabor de la misma pasta dentífrica, la misma tristeza de las casas de enfrente, del sucio tablero de ventanas de tiempo con su letrero Hotel de Bélgica.

Meter la cabeza como un toro desganado contra la masa transparente en cuyo centro tomamos café con leche y abrimos el diario para saber lo que ocurrió en cualquiera de los rincones del ladrillo de cristal. Negarse de que el acto delicado de girar el picaporte, ese por el cual todo podría transformarse, se cumpla con la fría eficacia de un reflejo cotidiano. Hasta luego, querida. Que te vaya bien.

Apretar una cucharita entre los dedos y sentir su latido de metal, su advertencia sospechosa. Cómo duele negar una cucharita, negar una puerta, negar todo lo que el hábito lame hasta darle suavidad satisfactoria. Tanto más simple aceptar la fácil solicitud de la cuchara, emplearla para revolver el café.

Y no que esté mal si las cosas nos encuentran otras vez cada día y son las mismas. Que a nuestro lado haya la misma mujer, el mismo reloj, y que la novela abierta sobre la mesa eche a andar otra vez en la bicicleta de nuestros anteojos, ¿por qué estaría mal?. Pero como un toro triste hay que agachar la cabeza, del centro del ladrillo de cristal empujar hacia fuera, hacia lo otro tan cerca de nosotros, inasible como el picador cerca del toro. Castigarse los ojos mirando eso que anda por el cielo y acepta taimadamente su nombre de nube, su réplica catalogada en la memoria. No creas que el teléfono va a darte los números que buscas. ¿Por qué te los daría?. Solamente vendrá lo que tienes preparado y resuelto, el triste reflejo de tu esperanza, ese mono que se rasca sobre una mesa y tiembla de frío. Rómpele la cabeza a ese mono, corre desde el centro hacia la pared y ábrete paso. ¡Oh, cómo cantan en el piso de arriba!. Hay un piso de arriba en esta casa, con otras gentes. Hay un piso de arriba donde vive gente que no sospecha su piso de abajo, y estamos todos en el ladrillo de cristal. Y si de pronto una polilla se para al borde de un lápiz y late como un fuego ceniciento, mírala, yo la estoy mirando, estoy palpando su corazón pequeñísimo, y la oigo, esa polilla resuena en la pasta de cristal congelado, no todo está perdido. Cuando abra la puerta y me asome a la escalera, sabré que abajo empieza la calle; no el molde ya aceptado, no las casas ya sabidas, no el hotel de enfrente: la calle, la viva floresta donde cada instante puede arrojarse sobre mí como una magnolia, donde las caras van a nacer cuando las mire, cuando avance un poco más, cuando con los codos y las pestañas y las uñas me rompa minuciosamente contra la pasta del ladrillo de cristal, y juegue mi vida mientras avanzo paso a paso para ir a comprar el diario a la esquina.

La tarea de ablandar el ladrillo - Julio Cortázar.




[Si un día pudiera ir por ahí regalando palabras impresas en papel porque sí, quisiera que no dejara de estar este texto. Es el único que quisiera que no dejara de estar. Y si un día me preguntaran qué le daría a alguien como lectura de esas que pueden mover ciertos hilos del pensamiento, le regalaría ésta. El relato de lo que pasa todos los días cuando lo único que nos pasa en la vida es la vida. Maniquíes.]



Tarea muchas veces significa deber.

19.10.07

Habla Marcos.


Gabriel García Márquez, Ciudad de México.
Gabriel García Márquez y Roberto Pombo lo entrevistan en México.


El subcomandante Marcos llegó en 1984 a la selva Lacandona de Chiapas, en el sureste de México, y allí vivió durante 17 años con las comunidades indígenas tzotziles y tzeltales hasta el 11 de marzo pasado, cuando la marcha que encabezó y que cruzó medio país remató con una manifestación gigantesca en la Plaza de la Constitución -mejor conocida como el Zócalo- de Ciudad de México.
En ese lugar, cargado de un enorme peso histórico, el jefe del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, sin un arma encima, hizo oficial la decisión de su movimiento de hacer política por las buenas. Desde ese día los mexicanos tienen el alma en vilo, pues saben que en buena medida el destino del país depende del éxito o del fracaso de las gestiones de este misterioso hombre encapuchado y del puñado de comandantes que componen su estado mayor. Su misión es lograr la aprobación de una ley de derechos para los indígenas y sentar al Gobierno de Vicente Fox, cara a ca! ra, en una mesa de negociación.
Marcos se instaló con su gente en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), al sur de la ciudad, cuyos salones de clase improvisados como dormitorios y recintos de reuniones se han convertido en el centro de la atención de la opinión pública mundial, debido a la importancia de sus inquilinos actuales y a la catarata de noticias de implicaciones definitivas que se generan allí minuto a minuto.
El subcomandante de los zapatistas no había logrado que el Congreso le permitiera exponer su criterio sobre la ley de los indígenas ante los diputados en pleno, pues la división de opiniones en todos los partidos políticos impedía alcanzar cualquier consenso frente al tema. Al final, el jueves, se abrió una luz de esperanza cuando el Congreso aprobó, en una votación apretada, la propuesta de oirlo. Entre tanto, Marcos y el presidente Fox buscaban sin éxito ponerse de acuerdo sobre cuál es la mejor manera de dar el primer paso ! para iniciar en firme el proceso de conversaciones de paz entre la guerrilla y el Gobierno.
La semana pasada terminó en un suspenso tremendo. Antes de la decisión del Congreso, los zapatistas habían anunciado su determinación de regresar a Chiapas por considerar que la clase política se estaba cerrando al diálogo, y para atajarlos Fox había respondido con la orden de levantar los puestos de vigilancia militar en la zona del conflicto y con el anuncio de que liberaría al resto de los guerrilleros que aún están en prisión. El temor que generaba el ingreso zapatista a Ciudad de México para exigir los derechos de los indígenas parecía haber sido superado por la inquietud que producía la posibilidad de que regresaran a su tierra con las manos vacías.
A través de una cadena de mensajes con amigos comunes, el subcomandante Marcos aceptó hablar con los periodistas de CAMBIO. La cita era a las 9:30 de una noche de la semana pasada. La entrada principal de la Escuela de Antropología está protegida por agentes de la policía, y un grupo de estudiantes, que hace guardia las 24 horas del día, vigila los salones de clase donde están los zapatistas. Después de atravesar los dos anillos de seguridad, llegamos al lugar de la reunión donde no había más que una mesa y tres sillas. Cinco minutos más tarde llegó Marcos y habló con nosotros.


CAMBIO: Después de siete años de que el Ejército Zapatista de Liberación Nacional anunció que un día entrarían triunfantes a Ciudad de México, usted entra a la capital y encuentra el Zócalo completamente lleno. ¿Qué sintió al subirse a la tarima y ver ese espectáculo?

Subcomandante Marcos: Siguiendo la tradición zapatista de anticlímax, el peor lugar para ver una manifestación en el Zócalo es el templete. Había mucho sol, mucho smog, teníamos dolor de cabeza y estábamos muy preocupados cont! ando a las personas que se iban desmayando delante de nosotros. Yo le comentaba a mi compañero, el comandante Tacho, que debíamos apurarnos porque cuando empezáramos a hablar nosotros no iba a quedar nadie en la plaza. No alcanzaba a verse toda la extensión. La distancia que teníamos por seguridad respecto a la gente, era una distancia también emotiva, y no nos enteramos de lo que pasó en el Zócalo hasta cuando leímos las crónicas y vimos las fotos al día siguiente. En ese sentido, y ya valorando sobre lo que otros nos dicen que fue, sí pensamos que fue la culminación de una etapa, que nuestro discurso, nuestra palabra en ese día era la apropiada y la más acertada, que desconcertamos a sectores que hubieran esperado que fuéramos a tomar el Palacio o a llamar a una insurrección generalizada. Pero también a los que pensaban que nuestro discurso se iba a limitar a la cuestión poética o lírica. Creo que el balance conseguido fue suficiente y que de una u otra forma el Ezln ! estaba hablando en el Zócalo el 11 de marzo, pero no del 2001, sino que estaba hablando de algo que estaba todavía por completarse: ese sentimiento que significa que la derrota definitiva del racismo se convierta en una política de Estado, en una política educativa, en un sentimiento de toda la sociedad mexicana. Como que eso ya está resuelto ahí, pero falta todavía algún trecho. Como decimos los militares, la batalla estaba ganada, pero todavía había algunos combates que dar. Creo, finalmente, que el Zócalo del día 11 de marzo nos decía que había sido acertado dejar las armas a un lado, que no era eso lo que provocaba que tuviéramos interpelación con la sociedad, que la apuesta a una movilización pacífica era correcta y que daba resultados. Falta que el Estado mexicano lo entienda, que el Gobierno en concreto lo entienda.

“El 11 de marzo nos dijo que fue acertado dejar las armas a un lado, que la apuesta a una movilización pacífica era correcta”.

Usted utilizó la expresión "como decimos los militares". Para los colombianos que hemos oído a nuestra guerrilla, el suyo no suena como un discurso militar. ¿Qué tanto de militares tienen usted y su movimiento, y cómo describe la guerra en la que ha luchado?

Nosotros nos hicimos dentro de un ejército, el Zapatista de Liberación Nacional. La estructura es militar. El subcomandante Marcos es el jefe militar de un ejército. En todo caso nuestro ejército es un ejército muy otro porque lo que se está proponiendo es dejar de ser ejército. El militar es una persona absurda que tiene que recurrir a las armas para poder convencer al otro de que su razón es la razón que debe proceder, y en ese sentido el movimiento no tiene futuro si su futuro es el militar. Si el EZLN se perpetúa como una estructura armada militar, va al fracaso. Al fracaso como una opción de ideas, de posición frente al mundo. Y lo peor que le podría pasar, aparte de eso, sería que llegara al poder y se instalara como un ejército revolucionario. Para nosotros sería un fracaso. Lo que sería un éxito para una organización político-militar de las décadas del 60 y del 70, que surgió con los movimientos de liberación nacional, para nosotros sería un fracaso. Nosotros hemos visto que finalmente esas victorias eran fracasos o derrotas ocultas detrás de su propia máscara. Que lo que estaba pendiente siempre era el lugar de la gente, de la sociedad civil, del pueblo. Que finalmente es una disputa entre dos hegemonías. Está un poder opresor que desde arriba decide por la sociedad, y un grupo de iluminados que decide conducir al país por el buen rumbo y desplaza a ese otro grupo del poder, toma el poder y también decide por la sociedad. Para nosotros esa es una lucha de hegemonías, y siempre hay una buena y una mala: la que va ganando es la buena y la que va perdiendo es la mala. Pero para el re! sto de la sociedad, las cosas no están cambiando en lo fundamental. En el Ezln llega un momento en que se ve rebasado por lo que es el zapatismo. La E de la sigla queda empequeñecida, con las manos amarradas, de tal forma que para nosotros no sólo no significa una carga movilizarnos sin armas, sino que en cierto sentido también es un alivio. De hecho, la fajilla pesa menos que antes y sentimos que pesa menos la parafernalia militar que necesariamente lleva un grupo armado a la hora del diálogo con la gente. No se puede reconstruir el mundo, ni la sociedad, ni reconstruir los estados nacionales ahora destruidos, sobre una disputa que consiste en quién va a imponer su hegemonía en la sociedad. El mundo y en concreto la sociedad mexicana, está compuesto por diferentes, y la relación se tiene que construir entre esos diferentes con base en el respeto y la tolerancia, cosas que no aparecen en ninguno de los discursos de las organizaciones político-militares de las décadas del 60 y ! del 70. La realidad ha llegado a pasar la cuenta como siempre ocurre, y para los movimientos armados de liberación nacional el costo de la factura ha sido muy alto.

“Creer que podemos hablar por otros más allá de nosotros es masturbación política”.


Usted parece tener diferencias con la izquierda tradicional también en cuanto a los sectores sociales que los grupos representan. ¿Eso es así?

Voy a señalar a grandes rasgos dos vacíos de la izquierda latinoamericana revolucionaria. Uno de ellos es el de los pueblos indios, de los que somos partícipes, y otros son los grupos supuestamente minoritarios. Aunque si todos nos quitáramos el pasamontañas no serían tan minoritarios, como son los homosexuales, las lesbianas, los transexuales. Esos sectores n! o sólo son obviados por los discursos de la izquierda latinoamericana de esas décadas y que todavía hacen carrera en el presente, sino que también se ha propuesto el marco teórico de lo que entonces era el marxismo-leninismo: prescindir de ellos y verlos como parte del proceso que debe ser eliminado. El homosexual, por ejemplo, es sospechoso de traidor, es un elemento nocivo para el movimiento y para el Estado socialista. Y el indígena es un elemento de retraso que impide que las fuerzas productivas... bla, bla, bla. Entonces lo que corresponde es eliminar esos sectores, para algunos en centros de reclusión o de reeducación, y para otros su asimilación en el proceso productivo y su transformación en mano de obra calificada. Proletarios, para ponerlo en esos términos.

Los guerrilleros suelen hablar en nombre de las mayorías. Sorprende que en su discurso usted habla en nombre de las minorías, cuando podría hablar del pueblo pobre o explotado. ¿Por qué lo hace?

Toda vanguardia se supone que es representante de la mayoría. En nuestro caso pensamos que eso no sólo es falso sino que, en el mejor de los casos, no va más allá de un buen deseo, y en el peor de los casos es un claro ejercicio de suplantación. A la hora en que se ponen en juego las fuerzas sociales, se da cuenta de que la vanguardia no es tan vanguardia y de que los representados no se reconocen en ella. A la hora en que el Ezln está renunciando a ser vanguardia, está reconociendo su horizonte real. Creer que podemos hacer esto, que podemos hablar por éstos más allá de nosotros, es masturbación política. Y en algunos casos ni siquiera es eso porque ni siquiera se siente el placer del onanismo. Apenas el que se puede obtener en los panfletos que finalmente uno es el mismo que los consume. Estamos tratando de ser honestos con nosotros mismos y alguien puede decir que es un asunto de bondad humana. No. Podemos ser incluso cínicos y decir que ser honestos nos ha dado resultado! cuando decimos que sólo representamos a las comunidades indígenas zapatistas de una zona del sureste mexicano. Pero nuestro discurso ha logrado tocar el oído de mucha gente más. Hasta ahí llegamos. No más. En todos los discursos que fuimos soltando a lo largo de esta marcha le estábamos diciendo a la gente y nos estábamos diciendo a nosotros mismos que no podíamos ni debíamos empezar a encabezar o a abanderar las luchas que íbamos tocando. Nosotros suponíamos que el México de abajo estaba muy a flor de piel, que había muchas injusticias, muchos reclamos, muchas heridas... En nuestras cabezas hacíamos la imagen de que cuando nuestra marcha iniciara teníamos que llevar un arado para ir levantando la tierra y que esto fuera surgiendo. Nosotros teníamos que ser honestos y decirle a la gente que no veníamos a encabezar nada de eso. Veníamos a encabezar esta demanda y con base en ésta se podían encadenar otras. Pero ésa es otra historia.
“Si el EZLN llegara al poder y se instalara como un ejército revolucionario, para nosotros sería un fracaso”.


¿Los discursos de su marcha se fueron construyendo pueblo por pueblo hasta llegar al de Ciudad de México, o los diseñó desde el comienzo para ser dichos de esa forma, y que el último no fuera necesariamente el más fuerte?

Mire, está la versión oficial y la versión real. La oficial es que nos dimos cuenta en ese momento de que los teníamos que hacer, y la versión real es que el discurso se fue construyendo en estos siete años. Llega un momento en que el zapatismo del Ezln es rebasado ya por muchas cosas. Estamos respondiendo no a lo que éramos antes de 1994, tampoco a lo que fuimos en los primeros días de 1994 cuando estábamos combatiendo, sino que sentimos que hemos ido adquirien! do una serie de compromisos éticos a lo largo de estos siete años. Lo que ocurrió es que pretendiendo llevar un arado, que finalmente no lo conseguimos a la hora de la hora, bastaba el propio batallar de la planta del pie cuando íbamos caminando para que esto fuera brotando. En cada plaza les fuimos diciendo a todos: "no venimos a dirigirlos, no venimos a decirles qué hacer sino que venimos a pedirles ayuda". Aún así, a lo largo de la marcha recibimos legajos de reclamos que venían desde antes de la revolución mexicana en espera de que alguien resuelva el problema. Si pudiéramos resumir el discurso de la marcha zapatista hasta hoy, sería: "Nadie lo va a hacer por nosotros". Hay que cambiar las formas organizativas, e incluso rehacer el quehacer político para que esto sea posible. Cuando decimos “no” a los líderes, en el fondo también estamos diciendo “no” a nosotros.

Usted y los zapatistas están en la cima de su prestigio, acaba de caer el PRI en México, hay un pro! yecto de ley en el Congreso que crea un estatuto indígena, y puede empezar la negociación que usted plantea. ¿Cómo ve el panorama?

Como una lucha y una disputa entre un reloj que chequea el horario de ingreso de los empleados de una empresa, que es el reloj de Fox, y el nuestro que es un reloj de arena. La disputa es entre que nosotros nos acomodemos a ese reloj de chequeo y Fox se acomode al reloj de arena. No va a ser ni uno ni otro. Tenemos que entender, él y nosotros, que tenemos que construir otro reloj de común acuerdo, y que ese es el reloj que va a marcar el ritmo del proceso de diálogo y finalmente el de la paz. Estamos en el terreno de ellos, el de la sede del poder político, donde la clase política está en el medio en donde se desarrolla. Estamos con una organización perfectamente ineficaz a la hora de hacer política, al menos esa política. Somos torpes, balbuceantes y con buena voluntad. Del otro lado están los que manejan bien esos códigos. Es, otra vez, u! na disputa entre si el quehacer político va a ser el que dicte la clase política o el que nosotros traemos. Pienso, otra vez, que no va a ser ni uno ni otro. Cuando hicimos la guerra tuvimos que desafiar al Gobierno y ahora para construir la paz tenemos que desafiar no sólo al Gobierno sino a todo el Estado mexicano. No hay una mesa para sentarse a dialogar con el Gobierno. La tenemos que construir. El reto es que tenemos que convencer al Gobierno de que tenemos que hacer esa mesa, que debe sentarse y que va a ganar. Y que si no lo hace va a perder.

¿Quiénes deben estar en esa mesa?

Por un lado el Gobierno y por el otro nosotros.

“Nosotros no tenemos entre nuestros sueños húmedos una foto con Vicente Fox”.


¿Fox no está aceptando de hecho esa mesa cuando dice que quiere hablar con usted, y que lo recibe en Palacio o que hablan en el lugar que usted escoja?


Lo que él está diciendo es que quiere su parte del pastel mediático, porque no se ha convertido esto en un proceso de diálogo y negociación sino en una carrera de popularidad. Lo que quiere Fox es conseguir la foto para garantizar su presencia en los medios de comunicación. El proceso de paz no se construye con un evento coyuntural sino con un diálogo. Ese proceso no se construye con fotos, sino dando señales, sentándose y dedicándose a eso. Nosotros estamos dispuestos a hablar con Fox, si él se va a responsabilizar del diálogo y la negociación hasta que termine. Pero nosotros le preguntaríamos: ¿entonces, quién va a gobernar al país durante el tiempo en que esté reunido con nosotros, que será un proceso arduo? Bueno, qué les voy a decir yo a los colombianos de eso, si saben que los procesos de negociación y diálogo de un conflicto armado son escabrosos y que no es posible que el jefe del Ejecutivo se dedique de tiempo completo a eso. Que nombre un comisionado y sobre ese comisionado lo podemos construir. No hay afán. Nosotros no tenemos entre nuestros sueños húmedos una foto con Vicente Fox.
En ese proceso tan largo, ¿va a seguir así, vestido de guerrillero en un recinto universitario? ¿Cómo es un día suyo?

Me levanto, doy entrevistas y llega la hora de volver a dormir (risas). Hacemos interlocución con varios de estos grupos que le he mencionado. Un montón de mundos o submundos -depende de cómo estén perseguidos y marginados- que el discurso zapatista ha tocado. Lo que estamos haciendo es tener dos mesas y una de esas sillas giratorias y de rueditas que había cuando yo era joven. Estamos en este momento en una mesa con el Congreso de la Unión y en otra mesa con las comunidades de la Ciudad de México. Pero nos preocupa que el Congreso nos está dando el tratamiento que le da a cualquiera que pide s! er atendido y le dicen que espere porque están atendiendo otros asuntos. Si esto es así, son muchas cosas las que se lastiman porque no sólo está en juego el reconocimiento de los derechos indígenas. Sería una carambola mala porque los golpeados serían muchos. La gente no va aceptar que la volteen a mirar sólo en la fecha electoral. Además sería una señal para los otros grupos político-militares más radicales, que han crecido con la bandera de que la negociación política es una claudicación.

Entre paréntesis, dice usted que había sillas giratorias cuando era joven. ¿Cuántos años tiene?

Yo tengo 518 años...(risas).

¿El diálogo que ustedes proponen busca la creación de nuevos mecanismos de participación popular para la toma de decisiones o están detrás de decisiones de Gobierno que consideran necesarias para el país?

El diálogo significa simplemente acordar las reglas para que la disputa que se da entre ellos y nosotros sea en otro terreno! . Lo que está en la mesa del diálogo no es el modelo económico. Lo que está en juego es cómo nos vamos a disputar eso. Es algo que Vicente Fox tiene que entender. Nosotros no nos vamos a hacer foxistas en la mesa. Lo que la mesa tiene que construir es que este pasamontañas salga con dignidad y que ni yo ni nadie tenga que regresar a llenar esto de parafernalia militar. El reto es que no sólo tenemos que construir la mesa, sino que tenemos que construir al interlocutor. Tenemos que construirlo como un hombre de Estado y no como producto de la mercadotecnia o del diseño de los especialistas de imagen. No es fácil. Era más fácil la guerra. Pero con la guerra lo que es irremediable es mucho mayor. En la política siempre se puede remediar.

“El proceso no se construye con fotos, sino dando señales, sentándose y dedicándose a eso”.





Su indumentaria es extraña: un pañuelo raído amarrado al cuello y una gorra deshecha. Pero a la vez lleva una linterna que aquí no necesita, un aparato de comunicaciones que se ve muy sofisticado y tiene un reloj en cada muñeca. ¿Son símbolos? ¿Qué significa todo eso?

La linterna es porque nos tienen metidos en un hueco donde no hay luz y el radio es para que mis asesores de imagen me dicten las respuestas a las preguntas de los periodistas. No. En serio. Este es un walkie talkie comunicado con seguridad y con nuestra gente en la selva para que nos comuniquen si hay algún problema. Hemos recibido varias amenazas de muerte. El paliacate (pañuelo) era rojo y nuevo cuando tomamos San Cristóbal de las Casas hace siete años. Y la gorra es con la que llegué a la selva Lacandona hace 18 años. Con un reloj llegué a esa selva y el otro es de cuando empezó el alto el fuego. Cuando las dos horas coincidan significa que se acabó el zapatismo como ejército y que siguen otra etapa, otro reloj y otro tiempo.

¿Cómo ve a la guerrilla colombiana y en general el conflicto armado de nuestro país?

Desde acá veo muy poco. Lo que dejan filtrar los medios de comunicación: el proceso de diálogo y negociación que tienen ahora, las dificultades que surgen en ese proceso. Por lo que alcanzo a ver es un proceso de diálogo muy tradicional, no es novedoso. Están sentados los dos a la mesa y los dos están poniendo al mismo tiempo en juego sus fuerzas militares para construir posiciones ventajosas en la mesa. O al revés, porque no sabemos qué tiene cada quien en la cabeza. A lo mejor la mesa está produciendo situaciones ventajosas para los enfrentamientos militares. No hacemos mucho caso sobre las acusaciones de ligas con el narcotráfico porque no sería la primera vez que se le acusa a alguien de esas cosas y luego resulta que no es cierto. Dejamos el beneficio de la duda. No lo! calificamos como bueno o malo, pero sí tomamos distancia como lo hacemos con otros grupos armados en México en cuanto que consideramos que no es ético que todo se valga por el objetivo del triunfo de la revolución. Todo, incluyendo llevarse entre las patas a civiles, por ejemplo. No es ético que la toma del poder cubra de bondad las acciones de cualquier organización revolucionaria. No creemos eso de que el fin justifica los medios. Finalmente nosotros pensamos que el medio es el fin. Construimos nuestro objetivo a la hora en que vamos construyendo los medios por los que vamos luchando. En ese sentido, el valor que le damos a la palabra, a la honestidad y a la sinceridad es grande, aunque a veces pequemos de ingenuos. Por ejemplo, el 1° de enero de 1994, antes de atacar al Ejército, nosotros le dijimos que lo íbamos a atacar. No nos creyó. A veces nos da resultado y a veces no. Pero a nosotros nos satisface que, como organización, nos vayamos construyendo una identidad.

¿Usted cree posible negociar la paz en medio de la guerra como sucede en Colombia?

Es muy cómodo y muy irresponsable opinar desde acá sobre lo de allá. Un proceso de diálogo y negociación no tiene éxito si las partes no renuncian a vencer. Si una de las partes utiliza el proceso de diálogo como un tour de force para ver quién derrota al contrario, el proceso de diálogo va a fracasar tarde o temprano. En ese caso, el terreno de la confrontación militar se está trasladando a la mesa. Para que el diálogo y la negociación tengan éxito necesitan partir los dos del precedente de que no pueden vencer al contrario. Hay que construir una salida que signifique la victoria para los dos, y en el peor de los casos que signifique una derrota para los dos. Pero que no siga la confrontación como está. Claro que es difícil, sobre todo en movimientos que tienen muchos años como es el caso de la guerrilla colombiana. Hay mucho ya lastimado de uno y otro lado y muchas deuda! s pendientes, pero creo que nunca es tarde para intentarlo.

“Para que la negociación tenga éxito las partes necesitan partir del precedente de que no pueden vencer al contrario”.

¿Todavía, en medio de todos esos rollos, tiene tiempo para leer?

Sí porque si no... ¿qué hacemos? En los ejércitos de antes, el militar aprovechaba el tiempo para limpiar su arma y rehacerse de parque. En este caso, como nuestras armas son las palabras, tenemos que estar pendientes de nuestro arsenal a cada momento.

“Lo más que llegaron a decirme fue que era un rabanito: rojo por fuera y blanco por dentro”.

Todo lo que dice, la forma en que lo dice y el contenido, demuestran una formación literaria muy seria y muy antigua. ¿Cómo se hizo y de dónde salió?

Tiene que ver con lo que fue nuestra niñez. En nuestra familia la palabra tenía un valor muy especial. La forma de asomarse al mundo era a través del lenguaje. No aprendimos a leer en la escuela sino leyendo los periódicos. Mi padre y mi madre nos metían rápidamente a leer libros que te permitían asomarte a otras cosas. De una u otra forma adquirimos la conciencia del lenguaje como una forma no de comunicarnos sino de construir algo. Como si fuera un placer más que un deber. Cuando viene la etapa de las catacumbas, frente a los intelectuales burgueses, la palabra no es lo más valorado. Queda relegado a un segundo plano. Es cuando llegamos a las comunidades indígenas, cuando el lenguaje llega como una catapulta. Te das cuenta de que te faltan palabras para expresar muchas cosas y eso obliga a un trabajo sobre el lenguaje. Volver una y otra vez sobre las palabras para armarlas y desarmarlas.

¿No será al contrario? ¿No será que ese manejo de la palabra es lo que permite esa nueva etapa?

Pasa como en una licuadora. No sabes qué fue lo que le aventaste primero, y lo que se tiene es el coctel.

“No es ético que todo se valga por el objetivo del triunfo de la revolución, incluyendo llevarse entre las patas a civiles”.

¿Podemos hablar de esa familia?

Era una familia de clase media. El padre, el jefe de familia, era maestro de escuela rural en la época del cardenismo cuando, como decía él, a los maestros les cortaban las orejas por comunistas. Mi madre, también maestra rural, finalmente cambia de lugar y se hace a una familia de clase media. Quiero decir que era una familia sin ninguna dificultad. Todo esto en provincia, donde el horizonte cultural es la página de sociales de un periódico. El mundo de afuera o el gran mundo era la Ciudad de México y sus librerías, porque eso era el gr! an atractivo de llegar acá. Eventualmente había ferias del libro en provincia, y ahí era donde podíamos conseguir algo. García Márquez, Fuentes, Monsiváis, Vargas Llosa (independientemente de cómo piense) para mencionar algunos a grandes rasgos, entran a través de mis padres. Nos ponen a leerlos. Cien años de soledad era para explicar lo que era la provincia en ese entonces. La muerte de Artemio Cruz, lo que había pasado con la revolución. Días de guardar, lo que estaba pasando en la clase media. De alguna forma era nuestro retrato pero desnudo, La ciudad y los perros. Todas esas cosas estaban ahí. Estábamos saliendo al mundo de la misma forma en que estábamos saliendo a la literatura. Yo creo que eso nos marcó. No nos asomábamos al mundo a través de un cable noticioso sino a través de una novela, un ensayo o un poema. Eso nos hizo muy otros. Ese fue el cristal que mis padres pusieron, como otro puede poner el cristal de los medios de comunicación, o un cristal negro para que no se vea qué está pasando.

¿En dónde está El Quijote en medio de todas esas lecturas?

Me regalaron un libro cuando cumplí 12 años, hermoso, de pasta dura. Era Don Quijote de la Mancha. Yo lo había leído pero en esas ediciones juveniles. Era un libro caro, un regalo muy especial que por ahí debe estar esperando. Shakespeare es el que llega después. Pero si pudiera dar el orden, diría que en literatura entra primero lo que se llamó como el boom latinoamericano, luego Cervantes, luego García Lorca , y ahí viene una etapa de poesía. De manera que usted (señala a García Márquez) es corresponsable de todo esto.

¿Los existencialistas y Sartre pasaron por ahí?

No. Llegamos tarde a todo eso. Propiamente a la literatura existencial y antes de ella a la literatura revolucionaria, llegamos ya muy maleados, como dirían los ortodoxos. De modo que a Marx y a Engels les entramos muy viciados por la literatura, su sarcasmo y su humor.

¿No había lecturas de teoría política?

En la primera etapa, no. Del A, B, C, D pasamos a la literatura y de ahí a los textos teóricos y políticos hasta que va entrando uno a la preparatoria.

¿Creían sus compañeros que era o podía ser comunista?

No, creo que no. Tal vez lo más que llegaron a decirme fue que era un rabanito: rojo por fuera y blanco por dentro.

“No hay mejor forma para entender el sistema político mexicano en su parte trágica y en su parte cómica que Hamlet, Macbeth y El Quijote”.

¿Qué está leyendo ahora?

El Quijote es el que está de cabecera y por lo regular cargo el Romancero Gitano de García Lorca. El Quijote es el mejor libro de teoría política, seguido de Hamlet y Macbeth. No hay mejor forma para entender el sistema político mexicano en su parte trágica y en su parte cómica: Hamlet, Macbeth y El Quijote. Mejor que cualquier columna de análisis político.

¿Usted escribe a mano o en computadora?

En computadora. Sólo en esta marcha tuve que escribir mucho a mano porque no había tiempo de trabajar. Hago un borrador, después otro y otro y otro. Parece broma, pero es por ahí del séptimo cuando sale.

¿Qué libro está escribiendo?

Estaba intentando escribir un despropósito, que es tratar de explicarnos a nosotros mismos desde nosotros mismos, que es casi imposible. Lo que nosotros tenemos que contar es la paradoja que somos. Por qué un ejército revolucionario no se plantea la toma del poder, por qué un ejército no combate si ese es su trabajo.
Todas las paradojas que hemos enfrentado: que hayamos crecido y nos hayamos hecho fuertes en un sector que está completamente alejado de los canales culturales.

Si todo el mundo sabe quién es usted, ¿para qué el pasamontañas?

Un dejo de coquetería. No saben quién soy, pero además no les importa. Lo que se está jugando aquí es lo que es y no lo que fue el subcomandante Marcos.






Revista Cambio.com. "Habla Marcos". Circa 25 de marzo de 2001.
http://www.cambio.com.co/web/interior.php?idp=21&ids=1&ida=898
(28 de marzo de 2001)

17.10.07

El orador, persona que se denomina a cargo de los presentes, educación por medio, habla sin dejar escapar un solo silencio, un espacio, un pará un poquito que quiero pensar lo que voy a decir para que me entiendas y no desperdiciar tu tiempo y mi tiempo en un acto más de no-aprendizaje. El orador, persona que debería hacer que mi estadía en la cápsula de madera y ladrillos blancos con mensajes de otro mundo fuese fructífera o al menos justificada, está ahí, moviendo lo brazos, haciendo un ruido dos por tres que suena como a un cepillo lijando una madera, intentando pulirla a y doblando todas sus cerdas antes de lograr sacar siquiera una sola mancha, antes de desgastar una sola saliente.
El momento en que nosotros, público a cargo, dejamos de escuchar, es el momento en que se va transformando todo, como si se derritiera. Las manos de la persona parada al frente se mueven sin sentido, sosteniendo algo blanco que dibuja líneas sobre fondo negro, y de su boca, aparte de chorrear una sustancia que huele mal, empiezan a brotar letras hechas de humo. Una be, una ele, una a, un enorme bla que le sale de la boca cual exorcismo espiritual y se queda ahí, flotando interminable. Atrás otro igual sale vomitado y va a darse contra el anterior, y los siguientes blas forman una cadena, una montonera, un lío de bla bla bla que ocupa todo el aire, lo consume, lo absorbe y se hinchan, se agrandan hasta que aprietan los cuerpos contra los prismas de madera mientras algún que otro ruido insoportable de cepillo intenta crear un poco más de orden en las cabezas que ya se adelantaron a la del orador.
En ese inexistente mundo creado por el estruendo de un discurso mucho más inservible que el silencio, cuando sería más sensato callarse para que las bocas no chorrearan tanta cosa con olor a manoseo, tanto olor a manejate, porque vos de mí vas a aprender justamente esto: el arte de crear impunidad en las pequeñas cosas cotidianas, el arte de después agruparlas todas como bloquecitos para construir casas de mentira y así formar pilares donde sentar las bases de otro sistema fallado más.



Ya no sabe a pecado - Desde un día en que la ciudad olía a flor. Y a aire.

16.10.07

Yo quiero ser quien pueda mecer tu cuna, verte crecer y respirar hasta que explotes en la cara de alguna desconocida. Quiero poder acariciarte en la palma de mi mano, sentir tu efervescencia y tus ganas de querer volar para tirar una hermosa pintura marrón que haga derretir el concepto de rutina de la retina de los míos. Ruego por poder manejarme entre esos tonos imposibles para poder cuando menos lo esperes, sacar una sonrisa o una lágrima de esperanza.
Quiero cortar sus rutinas como un mago corta a su ayudante en 2, 3, 4 y hasta cinco (mil) prometo no parar.



Sorpresas que arruinan la vida moderna del monotematismo.
Creo que estamos muy acostumbrados a mirar el piso cuando caminamos. Debo ser yo, pero también he visto a otra gente hacerlo. Todos los días camino varias cuadras entre sombras y soles, a veces está nublado, mirando el suelo, pateando piedritas, escuchando la música que me mantiene piel adentro sin enterarme mucho de qué pasa afuera.

El pibe caminaba medio apurado, y una cuadra antes de que nos cruzáramos ya lo vi venir, si bien mi letargo habitual y la música ensimismante no me hubiesen dejado creer jamás que tenía algo que decirme. Es que... así somos, no? Tenemos una conducta que siempre está relativamente bien aceptada, que no nos califica de desacato o locura
Una vez alguien me dijo que las vidas y los sucesos, lo que somos en realidad, se rige por la vergüenza con la que nacemos, la que vamos desarrollando y la que desde lugares irreconocibles (y no tanto...) pareciese que no inyectaran en las venas. Cuántas cosas atragantadas por no animarse. La lista es interminable. La sensación de ser productos en lata en la góndola de un supermercado, amoldados al envase, no es reciente, lleva tiempo haciéndose sentir.

El pibe caminaba medio apurado, y ahora que estaba suficientemente cerca, parecía preocupado. Caminaba algo agitado, movía mucho los brazos. Traía un buzo negro y venía medio transpirado (sector sol de la calle).
Fue como agarrar a la realidad tal cual está y pegarle arriba un recorte de otro mundo. No tenía ni comienzo ni fin, ni era esperable.
En cierto momento el muchacho se acercaba a mí, aún con esa expresión de agitación y euforia, y agarrándose la cabeza me decía rápido y casi gritando: “Yo sé que sí se puede. Nos quieren hacer creer que no, pero sí se puede. Vos también sabés.”
Sin más, dio los pasos necesarios para rodearme y siguió su camino en dirección completamente opuesta a la mía, todavía moviendo los brazos y murmurando cosas como "la gente no se quiere dar cuenta".
Y yo quedé ahí, con la música todavía en los auriculares pero ya sin oírla. Doce horas antes había estado pensando que en general nunca pasa nada nuevo. Y ahora tenía la cabeza hecha una cosa explosiva, cargada de ideas, de significados y una sorpresa tan grande que no supe si tenía que seguí para adelante, o alcanzarlo y pedirle que me explicara mejor, qué era eso que sabemos que podemos hacer.
Quizás ahí, o quizás simplemente ahora, pienso que no sería la pregunta correcta. Porque no hay respuesta para algo que siempre se supo. Lo sé, lo sabemos, lo sabía él y más tarde alguien más lo sabrá y tendrá el valor de decirlo. Así que seguí con las cuadras que me quedaban, porque me pareció que cualquier cosa que sepa que puedo hacer, no queda para ningún otro lado que para adelante.
Creo que estamos muy acostumbrados a mirar el piso.
Creo que estamos muy acostumbrados.









real-idea d - sostrangeandsocommonday.

15.10.07

Son muchos y distintos los juegos de equilibrio que pueden hacerse con un bastón de anciano. Variantes parece haber montones, tantas como marcas tiene la madera del bastón. Pero las reales no pueden ser todas. No existen los disfrutes de las cosas que son indisfrutables. Sólo las almohadas, las sábanas, las camas y otros artículos para hacerte dormir (tanto como las antenas, las pantallas y el sol de frente a un Saulo) van a lograr que disfrutes sanamente que te metan un bastón de anciano por el culo. Y tus ojos van a llorar de alegría y de disfrute, pero en realidad siempre siempre dentro el alma estará llorando de dolor, de estar vencida por todos esos tiriteros que pueblo a pueblo fueron rondando y dominando la escena del teatro mundial. Y los hilos que atan tus manos a lo alto, desde un edificio vidriado o un campanario, harán que tus dedos formen una seña que diga que todo está bien. Y los hilos de tu sonrisa te llevan a levantarla y saber que el mundo (i)rreal que vivís es una enferma sucesión de orgasmos materiales tan lejanos del miraryentender que debería estar.
Demasiada cotidaneidad hace que uno comprenda que no hay puntos medios en un tablero con cuadrados negros y blancos. No hay punto en el cual una hermosa marioneta pueda caer en las garras de un fino depredador de mentes y eso sea goce real. No hay punto en el cual pueda comprenderse que eso no te nubla el día, a menos que estés con los hilos atados bien fuertes y una boca dormida te fue obligando a sonreir sin entender porqué. Este placer te duerme y te corta las alas para que profundamente caigas pero realmente hasta la muerte y el sin sentido.
Los titiriteros están haciendo que entres incluso a un lugar donde las reglas del juego ya no sirven siquiera para defenderse de la poca libertad con la que contamos, pobres marionetas.
El bastón en el culo entrando y saliendo en un mundo en que todos los días la gente come vagina cocinada con salsa verde, o sexo de recién nacido flagelado y enfurecido tomado tal como sale del sexo materno.
Y no se trata de una imagen, sino de un hecho muy frecuente, repetido a diario, y cultivado en toda la extensión de la tierra.

Inlibre comercio - De la locura sana y el delirio real.
El final es de Antonin Artaud de "Van Gogh, el suicidado por la sociedad".

14.10.07

Explíqueme por favor cual es el sistema de pensamiento, la teoría descabellada, las neuronas falladas que hacen que en lo que usted piensa entren las más profundas certezas más coherentes. ¿Será el miedo a la incoherencia y el delirio el que genera un punto final sin sentido en cada oración, un inexplicable fanatismo por la polémica y los ratos feos?. Comiendo papel de diario, chupando con las rutinas el excremento de las estrellas del falso universo.
Expliqueme por favor cual es el sistema de pensamiento, la teoría descabellada, las neuronas falladas, que genera un error tan grande como no ser esenciapuraconciencia.

Un pez, un arlequín - CasiquecumpleJF'sfan.
- ¡Por, Dios, que paren!
- ¿Quiénes? ¿Qué te pasa, Rodolfo?
- Las caras en las vidrieras. Si no dejan de mirarme así me van a volver loco. Hace cuadras... basta, basta. Esas caras de plástico... no me pueden ganar a mí, ¡si no sienten!
- Ay, yo sabía. No tendrías que haber venido. Deberías haberte quedado en casa durmiendo. Estás trabajando mucho, estás alterado, vamos, vamos....
Mecha agarra a su marido de un brazo y con la otro sostiene el bolso mientras camina rápidamente y los tacos hace toc toc toc más rápido de lo que un segundo tarda en terminar.
- Todo el tiempo en la oficina. Yo no sé, Rodo, ya estás viejo, tenés que parar, que descansar... ¡el cansancio!
- ¡Pará, Mecha! No es una cuestión de cansancio.- Rodolfo suelta el brazo del agarre peludo de su mujer, que se detiene en la calle junto con él mientras su cara muestra la expresión de desasosiego que muestra la gente en situaciones que le son ajenas al cotidiano y pacífico vivir.- O sí. El tiempo, el tiempo y una puta costumbre de que siempre va a ser igual, ¿no? Sí, siempre igual. Un ciclo. Nos enamoramos, nos dimos besos (o nos dimos besos y luego nos enamoramos?), tuvimos sexo, después nos casamos, tuvimos hijos, ahora estamos viejos, mañana nos morimos. ¿Y qué pasó en tu vida más que un ciclo? Nada. Y ellos se ríen, se ríen de mí, que soy un pelotudo y de vos, que no entendés nada.
- Rodo...
- ¿Querés ver cómo se te escapa todo con los días y con los meses si lo único que te pasa en la vida es la vida? Si el viento nunca llega a darte vuelta. Ahí está la cuestión, ¿me entendés?- Mecha mira el reloj.- Miralos ahí y no te mires la muñeca, mujer. ¿Qué hay en las vidrieras aparte de la ropa que no vas a comprar porque no tenés plata o ya tenés mucha de la misma?
- M... ¿maniquíes? Rodolfo, ¿estás hablando de maniquíes? Ay, por Dios...
- Maniquíes sí. Fijate. Son seres humanos de plástico. Que loco, ¿no? No tienen vida, no respiran, no sienten amor, no tienen células, no sienten nada. ¿Y? Sin embargo sí, están ahí, mejor plantados que vos y yo. Somos tan iguales, Mecha. No hemos hecho nada más que observar vidrieras y ser observados por alguien más. Así. Todo... un asco.
- Rodolfo, me estás haciendo sentir mal. Y encima no entiendo qué decís. Estás ahí, diciendo cosas raras, relacionándonos con maniquíes, y de pronto tengo miedo. ¿Enloqueciste?
- Cuando estás mucho tiempo con corbata en la oficina, lo único que tenés ganas es llegar a casa, aflojar el nudo y sacarte la ropa. Hacemos el amor desnudos. Nacemos desnudos. Nos entierran desnudos. ¿Y qué hacemos después de hacer el amor y después de nacer, Mecha? Nos vestimos. Ropa, ropa, ropa. Y después de vestirnos, además de querer más ropa, somos gente con casa, con auto, con celular, con maquillaje, con maletín, con computadora. Solo somos nosotros y nadie más en breves situaciones que concluimos y pum, otra vez al mundo maniquí. ¿Entendés ahora? ¿Entendés que ni siquiera te toco cuando te doy un abrazo, porque tenés un abrigo peludo de 2 mil pesos, Mecha? Y, sin embargo, siento amor. Una locura.

Mecha aferraba el bolso y parecía incapaz de expresar nada más que esa mueca de desconcierto. Los tacos parados en las baldosas grises, los mismos maniquíes vestidos de moda por el diseñador de moda, y Rodolfo a su lado que prende un pucho.

- Ahora sí, me voy a seguir matando un poco más, Mecha. Si el tabaco no puede parar esta visión de los hijos de su madre estos mirándonos a través del vidrio, al menos estoy seguro de ser un ser humano aspira humor bien idiota: si van a seguir mirando, que no se lleven una mala impresión. Si vivimos toda nuestra vida sin moverle un pelo al mundo, ya está. Mis pulmones se van a morir antes que yo. Ahí sí hay una diferencia: los maniquíes no tienen pulmones. Debe ser por eso que se ríen. Cambiá esa cara de sapo asustado, agarrame el brazo y vamos a seguir caminando, dale.
En silencio Mecha y Rodolfo retomaron la marcha. Al doblar la esquina, ella creyó distinguir un pequeño destello de risita sarcástica en los ojos de los modelos de plástico en las vidrieras. Pero no, tampoco entendió.





* La verdad que no sé de donde salen estas cosas. Yo también debo tener cintas grabadas en el cerebro.

13.10.07

Bob Dylan, reencarnado en un mororcho de cara alargada, con un chaleco con motivos ancestrales. Cantando sus más grandes éxitos bajo tierra, en una tumba similar a una lata de sardinas. El olor, las caras, los tratos, tan similares a una lata de sardinas que ya dudo de la existencia de este lugar. Un inframundo de cara muerta, insalubre rincón.
En un momento, se le sumó un acople al parlante. Lo que generó una cara de sufrimiento. Bob Dylan esforzandose por esquivar ese pitirrido horrendo del querer sonar más fuerte y menos real. Su cara desdibujandose en sufrimiento y un abandono de la canción en medio estribillo. Un stop. Un corte en la banda sonora de un sábado medio muerto que nadie notó. Como nadie va a notar cuando les llegue la parca, porque ya están listos para ser comidos directo de una lata de sardinas.

The times they are a-changin' in Callao.
Una precisa aclaración de la primer entrada presente en este flamante rincón del mundo virtual es un refrán que imaginariamente vi en una pared de un pueblo vecino, en una tarde de superclásico, pintado con aerosol rosa bebé. No todo tobogán termina en la arena.

Otra precisa aclaración, esta vez escondida, es para la visita que despierta cayó en el ensueño del sentido común de creer que todas las caídas son contra el piso, y que esa sensación de vértigo no es algo agradable. Quizás a veces hay que extirpar el denominador común cerebral que genera la sensación de pesimismo, ¿o acaso no podemos caer sobre un colchón de pétalos de rosa?

Square Conceptual Text - Magic today.
Nace porque tiene ganas. De entre medio del barro pegajoso que mancha y el quinto escalón de cemento en una ciudad de violentos cuerpos yendo y viniendo. Es una mezcla rara de situaciones y espacios que dan origen a un ser que no tiene cara pero sí algunas ideas. Cuentan, aunque no sea la mitología de un pueblo quien lo avale sino las mentes de algunas gentes, solo dos, las que le dieron vida, que es un ser de luz, más allá de los obvios defectos que tenga, como condición ineludible de ser humano.
Y es un ser de luz porque en su nombre, deletreando y adivinando la referencia, canta despacio una voz limpia y dulce, de frutas de verano que sangran y vuelcan en la copa de Cristo su sangre bendita, que no bebe porque no cree.
No teme pintarse la cara de blanco y los labios de negro, que resalte su sonrisa en una noche de calor, el segundo mes del año, gritando al viento palabras que reviven esa esencia de barrio, de ciudad gris y encallada en el mar del mundo, de agitados pueblos danzando y resistiendo los impedimentos y las burdas carcajadas de la historia.
Esa es su destreza de verano. Su deporte preferido. El hábito de vestir galera y ser un zaparrastroso. De entregar una flor con las manos sucias. De arrancar del pecho un grito fuerte, y del alma una caricia suave.
Porque así es él, un mestizo de ideas no tan distintas y no tan iguales, no tan lejanas y no tan parecidas. De la urbe y del mar, al mismo tiempo. De humo y aire puro, al mismo tiempo.
Asúmese él en condición de resignado ciclotímico, dispuesto a vomitar flores una tarde y a la tarde siguiente colocarlas él mismo en su propia tumba.
Nadie puede ser tantas cosas al mismo tiempo y no ser un abanico de sensaciones.


Fusión - Post-día de la raza (bis).
Supongamos que estamos a esa hora que todavía es de día en un cuarto plenamente blanco donde participamos obligadamente de un programa televisivo de entretenimientos donde uno gana premios y todalabola. Uno se encuentra plenamente bien vestido y con una correcta postura esperando el próximo juego que definirá los galardones exquisitos más importantes que jamás pueda tener un ser de nuestra calaña. -El juego -insiste el conductor del programa nuevamente, ya que se vio obligado a la repetición de la frase porque estábamos pensando justamente en suponer que estabamos a esa hora en la que hay un programa televisivo de entretenimientos y todalabola- consiste en la clásica elección de las tres puertas- aclara señalando. A su derecha, o a su izquierda, dependiendo de qué lado de nuestro espejo estés, vas a ver tres puertas en hilera, una de cada color primario: las tonalidades que forman el resto de los colores en la paleta de un niño, o simplemente los tonos del vestuario de Piñón Fijo. Los colores de un semáforo sin esperanza.
Entonces debemos elegir una de las tres puertas que están delante nuestro. Miramos y tanteamos. El cuarto blanco no advierte que afuera todavía no es de día, que ya anocheció. Una voz en off mientras tanto asquea tratando de aconsejarnos como jugadores inexpertos que somos. Se nos incita a elegir bien, ya que detrás de cada puerta se encuentra un camino distinto. Detrás de una, dicen que hay un camino largo y angosto. Detrás de otra se esconde un camino corto y ancho. Detrás de la última el precipicio más profundo. Como inexpertos, deberíamos dejarnos llevar por el miedo y elegir lo menos doloroso. Pero como la experiencia no se improvisa, el instinto no se comercia por pánico. Entonces, sin paracaídas, pateamos la puerta y saltamos al vacío. El mejor premio que nos pueden dar. Y si nadie entiende a donde estamos cayendo, es porque somos unos adelantados en la materia del paracaidismo. Nos falta volar para entender como es caer, a algunos más, a otros menos. Dejarse ser, y caer como se deba es la máxima ilusión.

El gran premio - Post-día de la raza.