16.11.07

Los momentos en que todo baja. La vida, que es una recta, se pega a los puntos de no existencia, se achata, se vuelve tranquila y pacífica, se mueve lentamente, se agacha a atarse los cordones y en el interín uno puede acariciarla un rato.
Las noches de viento suave y mil quinientos focos amarillos, un silencio interrumpido solo por un motor que pasa, pisa fuerte y se aleja hasta perderse. Así, la noche parece algún animal cazando, agazapada, esperando el tic certero para saltar.
Solo que se duerme, siempre se duerme, antes de dar el zarpazo. Y no llega a matar a nadie, no hay vencedores ni vencidos, víctimas ni victimarios, no hay depredador ni pirámide que deje a alguien abajo del abajo.
Solo queda un olor, que puede ser a sal, a flor, a pasto y a gente, a aire húmedo, a tierra seca, a ausencia de luz, al jazmín que brotó de día y ahora se mece suavemente, cuando por fin se apaga el sol y las estrellas alumbran nada, para satisfacer el hambre del que se lance, en una búsqueda hacia el horizonte, a encontrar el amanecer.




algo tiene que me hace poner así - physics fever on friday

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