20.3.09

Una mentira grande como la casa más grande. Una frase célebre, un hit para todas las remeras, todos los hippies y todas las oraciones prefabricadas del mundo. Una idea para tarjetas de Navidad, filosofías de vida y cartas con o sin remitente.
Cuatro muchachitos le volaron la tapa de los sesos al mundo, un día. Mi organismo aún no tenía la cantidad de células necesarias para verlo, oírlo y sentirlo. Apenas recibió, muchos años después, los relatos de unos padres que lo apreciaron débilmente desde la distancia.
Y lo cierto es que en muchos momentos de nuestras vidas nos convencimos de que era cierto. Y es que lo es, hasta el día en que alguna cosa te patea la boca y te empieza a sangrar.
Mis ancestros más olvidados podrían venir a contarme otra historia. Y, digo la verdad, me encantaría creer todas y cada una de ellas. Que si prendo un incienso voy a estar bien. Que si cierro los ojos y no cruzo los brazos voy a estar bien. Que si lo dejo ir, si me trago la pastilla, si me dejo llevar y soy una niña de nuevo, voy a estar bien.
Mentira. Mentira el aura. Mentira ellos cuatro y la frase de tarjetita cool. Mentira que solo necesito eso.
A esta altura, con tanta ceguera en la mochila y tantas negligencias morbosas, lejos estoy de necesitar una sola cosa. Necesito papeles que den números que tengan la suerte de caer dentro de los valores esperados. Necesito recobrar el sentido de la voluntad. Necesito células nuevas, o que se recuperen las viejas. Necesito llegar a tal grado de conciencia en que pueda aceptar que no van a salvarme la vida.
Nadie va a salvarme la vida.
Soy parte irrevocable de una minoría, de mil minorías. Soy parte de un ejército despiadado que acaba consigo mismo porque jamás llega a encontrar la vuelta. Soy parte de unas estadísticas que me colocan en el lugar privilegiado de la gente enferma, aparte de la que está bien. Soy parte de la gente que necesita darse cuenta que tiene que empezar a luchar y a decir más cosas. A abrir la boca, a apretar los dientes.
Para eso, aunque parezca mentira, tendría que dejar de creerles. Y ya estoy empezando por darme cuenta que cierta cosas no son verdad.
No sé vos, no sé ustedes, no sé aquellos. Pero yo, con este pronóstico, estoy necesitando something else than love.



Perdón Beatles.

Times are changing.

15.3.09

La suma de todos los borradores que nunca publiqué. Las publicaciones son sencillas cuando sólo se trata de apretar un botón -tan fácil como estallar el mundo en plena Guerra Fría- muy sencillas. Las horas cambian y los vientos soplan fuertes. Las basuritas se meten en los ojos de la gente que va desabrigada por la calle: la estación está cambiando. El tren del mundo no para de girar y el tiempo sigue de viaje a las corridas, siempre a punto de perderse. Las cajas se rompen siempre en el mismo lugar. Las ganas siempre aparecen con el mismo violeta y el sol asoma con la misma lucidez de los maestros, que aparecen cada tanto como señales en un camino lleno de escombros. Por el camino van los caminantes, sólo algunos se atreven porque los demás están parados a la espera de algún aviso que los lleve. Son pocos los que siguen continuándo. No esperan nada sino que tienen la magia en sí.
Esperando que gire el balón del mundo. Esperando que cambie el día. Agradeciendo que en Escandinavia hay 6 meses de luz y 6 de sombra, pero que aquí cambia todo todo el tiempo. Agradecidos de amistades y planetas reales, agradecidos de infringir la ley con la facilidad de los turcos.
No me importan tus copetes y tus incoherencias. Sabemos que las antinomias son males que no pueden gambetearse por ningún vereda. Tu blanco o colorado/negro, tu anti o pro. Qué lástima me da tu arrogancia. Que pena. Tanta tristeza me da esas fotos que sacás sin darte cuenta que fuera del 10 x 5 queda un mundo fuera. Maldito idiota.
Temporada de intertextualidades. De contar cuestiones de la realidad, como la misma ciclotimia de la ciudad, con imágenes pasadas hace dosmilocho años atrás.Pero vamos a escaparle y vamos a ir más allá. Vamos a intentar entrar en tu cabeza. Tan confusa detrás del rubio de tu pelo que deja entrever poco y entreverar muchísimo. Me pregunto si la intertextualidad con el señor Dante será un pecado distinto, el pensar que la palabra que decís se escribe con b corta o v larga. Mal purgatorio, mal infierno, mal hoyo que va derritiéndose debajo de las alcantarillas donde ya no quedan tortugas de la infancia ni ratas karatecas. No hay mas Dizzy ni Disi. Borrador para ser normal y demostrar que nada va.
Son tan pero tan pocos. Diez estiradas, un coso que hace clanc, un sombrero que saluda, dos que se llaman como yo, un bombo, unas maderitas con una bolita en el final, dos o tres parlantes. Aunque con las diez estiradas y un aplauso, un chisteo y una linda toma de energía andan como loco.
-El problema es el planeta Tierra- se le escuchó decir de tardecita en un patio de casa vieja. Cuánta verdad para tan poca yerba. Estamos inmersos en una cuenta regresiva que despierta una nueva competencia de maratón. Hay varios interesados corriendo un conejo gordo y chancho, un chancho saltarín, deforme, largo y habitable.
Y como cada pensamiento poco lúcido se ve alienado por un sistema de terror y pecados, cada...Y como el universo se está expandiendo, algún día uno dijo que en verdad es porque si ves que todo va al revés seguro que todo salió de algún punto, el mismo. Una explosión de energía. ¿Qué hilos manejan la energía? ¿Quién es el titiritero de los pensamientos libres? ¿O no será otro tipo de alienación pensante la que sufrimos?No la sufren los iluminados únicamente, pero hay algunos que pueden darse cuenta que sonrisas entre dientes y pelos mojados al salir del mar son momentos únicos alguna vez, quizás sin pensarlo igual, pero qué lindo. Pero son instantes, son recuerdos, son momentos.Porque sería lógico que si a cada ceguera hay un sol enchapado de plata y oro detrás de la puerta, detrás de esta puerta tiene que haber también alguien manejando un timón. Un titiritero blanco que va saltando de alegría y enseñando a hacerlo mejor. Porque sí, hay un mejor.
No me reconozco en el tiempo. No me reconozco borrando los rastros de maquillaje. No me reconozco en el suicidio al darme cuenta que una marioneta se muere por enterarse de sus hilos. No me reconozco titiritero ni guitarrista. No me reconozco en mis propias rimas. No me reconozco más, ¿será que está cambiando la cuestión? He aquí la suma de borradores que nunca publiqué. A ver si me ayudan para llegar a la respuesta al final del camino.

Suma.