15.10.07

Son muchos y distintos los juegos de equilibrio que pueden hacerse con un bastón de anciano. Variantes parece haber montones, tantas como marcas tiene la madera del bastón. Pero las reales no pueden ser todas. No existen los disfrutes de las cosas que son indisfrutables. Sólo las almohadas, las sábanas, las camas y otros artículos para hacerte dormir (tanto como las antenas, las pantallas y el sol de frente a un Saulo) van a lograr que disfrutes sanamente que te metan un bastón de anciano por el culo. Y tus ojos van a llorar de alegría y de disfrute, pero en realidad siempre siempre dentro el alma estará llorando de dolor, de estar vencida por todos esos tiriteros que pueblo a pueblo fueron rondando y dominando la escena del teatro mundial. Y los hilos que atan tus manos a lo alto, desde un edificio vidriado o un campanario, harán que tus dedos formen una seña que diga que todo está bien. Y los hilos de tu sonrisa te llevan a levantarla y saber que el mundo (i)rreal que vivís es una enferma sucesión de orgasmos materiales tan lejanos del miraryentender que debería estar.
Demasiada cotidaneidad hace que uno comprenda que no hay puntos medios en un tablero con cuadrados negros y blancos. No hay punto en el cual una hermosa marioneta pueda caer en las garras de un fino depredador de mentes y eso sea goce real. No hay punto en el cual pueda comprenderse que eso no te nubla el día, a menos que estés con los hilos atados bien fuertes y una boca dormida te fue obligando a sonreir sin entender porqué. Este placer te duerme y te corta las alas para que profundamente caigas pero realmente hasta la muerte y el sin sentido.
Los titiriteros están haciendo que entres incluso a un lugar donde las reglas del juego ya no sirven siquiera para defenderse de la poca libertad con la que contamos, pobres marionetas.
El bastón en el culo entrando y saliendo en un mundo en que todos los días la gente come vagina cocinada con salsa verde, o sexo de recién nacido flagelado y enfurecido tomado tal como sale del sexo materno.
Y no se trata de una imagen, sino de un hecho muy frecuente, repetido a diario, y cultivado en toda la extensión de la tierra.

Inlibre comercio - De la locura sana y el delirio real.
El final es de Antonin Artaud de "Van Gogh, el suicidado por la sociedad".

1 comentario:

Anónimo dijo...

Medio fuerte. Raro. No sé que comentar... supongo que el impacto alcanza para pensar cosas.
Ahora que sé que escriben precido me temo que no puedo distinguir tanto como antes quien es quien.
Asi que felicidades Luisalberto, simplemente. Tiene usted un gran talento.