13.10.07

Bob Dylan, reencarnado en un mororcho de cara alargada, con un chaleco con motivos ancestrales. Cantando sus más grandes éxitos bajo tierra, en una tumba similar a una lata de sardinas. El olor, las caras, los tratos, tan similares a una lata de sardinas que ya dudo de la existencia de este lugar. Un inframundo de cara muerta, insalubre rincón.
En un momento, se le sumó un acople al parlante. Lo que generó una cara de sufrimiento. Bob Dylan esforzandose por esquivar ese pitirrido horrendo del querer sonar más fuerte y menos real. Su cara desdibujandose en sufrimiento y un abandono de la canción en medio estribillo. Un stop. Un corte en la banda sonora de un sábado medio muerto que nadie notó. Como nadie va a notar cuando les llegue la parca, porque ya están listos para ser comidos directo de una lata de sardinas.

The times they are a-changin' in Callao.

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