En un momento, se le sumó un acople al parlante. Lo que generó una cara de sufrimiento. Bob Dylan esforzandose por esquivar ese pitirrido horrendo del querer sonar más fuerte y menos real. Su cara desdibujandose en sufrimiento y un abandono de la canción en medio estribillo. Un stop. Un corte en la banda sonora de un sábado medio muerto que nadie notó. Como nadie va a notar cuando les llegue la parca, porque ya están listos para ser comidos directo de una lata de sardinas.
The times they are a-changin' in Callao.
No hay comentarios:
Publicar un comentario