Voz que se queja en una esquina. Estamos los dos y apenas le conozco la cara. Solo a veces, cuando entra luz por una rendija que alguien se deja olvidada, adivino algo. Una vez vi un ojo tan azul que lloré. No me preguntó nada. Quizás no quería que lo supiera.
Me quedo quiero, escuchándolo. De a poco, sus quejidos se vuelven palabras. Es la primera vez que escucho su voz, que suena a seca y a poco acostumbrada. Imagino que pide agua, o que anuncia que le duele la cadera, como a mí, después de tanto tiempo acá adentro.
Me sorprendo inmóvil en la oscuridad, con una mano en el pecho y los ojos cerrados, escuchando atento. Está cantando una canción.
"Yo por las rejas, tú por el miedo".
31.8.08
27.8.08
El perro estaba echado en la puerta de una casa cuadrada, blanca. La noche caía lentamente, quedaba nada más que un tenue resplandor, como la última caricia.
Apuntó el hocico al cielo y olfateó. Era ese olor otra vez. El ozono concentrándose cada vez más, anunciando lluvia. Sintió cómo las partículas entraban en su nariz y le conducían hasta el cerebro el olor a tierra mojada. Ya llegaba, ya llegaba.
Habían sido lindos días de primavera. Nada de qué preocuparse. Y, por sobre todas las cosas, una sensación de liviandad incomparable. Se había olvidado qué tanto añoraba estar tirado en la tierra con la cabeza despejada y el sol en el lomo.
Un minuto después, el perro todavía miraba el cielo. Lo sentía venir. Como tantas otras veces, se le iba a mojar la cabeza y no sabría bien hasta donde le gustaba y desde cuando empezaba a querer que se terminara de una vez. Con el tiempo le parecía que cada vez duraba menos el rato de placer y llegaba con demasiada rapidez el momento en que odiaba el agua, el fin de la primavera.
Adentro se oían voces, un televisor prendido y el ruido de unas cacerolas. Una niña lloraba pidiendo ayuda con los deberes. De la casa de al lado anunciaron tortafritas.
Y de repente empezó a llover.
Te voy a extrañar, primavera.
Apuntó el hocico al cielo y olfateó. Era ese olor otra vez. El ozono concentrándose cada vez más, anunciando lluvia. Sintió cómo las partículas entraban en su nariz y le conducían hasta el cerebro el olor a tierra mojada. Ya llegaba, ya llegaba.
Habían sido lindos días de primavera. Nada de qué preocuparse. Y, por sobre todas las cosas, una sensación de liviandad incomparable. Se había olvidado qué tanto añoraba estar tirado en la tierra con la cabeza despejada y el sol en el lomo.
Un minuto después, el perro todavía miraba el cielo. Lo sentía venir. Como tantas otras veces, se le iba a mojar la cabeza y no sabría bien hasta donde le gustaba y desde cuando empezaba a querer que se terminara de una vez. Con el tiempo le parecía que cada vez duraba menos el rato de placer y llegaba con demasiada rapidez el momento en que odiaba el agua, el fin de la primavera.
Adentro se oían voces, un televisor prendido y el ruido de unas cacerolas. Una niña lloraba pidiendo ayuda con los deberes. De la casa de al lado anunciaron tortafritas.
Y de repente empezó a llover.
Te voy a extrañar, primavera.
26.8.08
Se puso de rodillas en un urinario con forma de confesionario. De chapa en vez de madera, pero con las mismas cruces por todos lados que separan al enjuiciado y pecador de la santidad que va a perdonarlo. Por debajo, en la madera, corre el amarillo liquido del ser. Residuos de una noche fatal, navegando entre alcoholes y drogas de cuchara.
El acusado, de rodillas en el urinario, le confeso susurrando a su hermana, aunque ella a millones de metros de su posicion, que tenia un monton que contarle. Pero que los tiempos habian cambiado. Un cambio de tiempos que al reves, hace que el teclado sea obsoleto y que la novedad sea escribir a puño y letra de tinta china. Le confeso susurrando "Hermana, tengo todos mis recuerdos en un cuaderno con sorpresas, pocos dibujos y muchos garabatos que en nuestro idioma dicen montones de cosas que vi en el viaje. No pude poner todas y por eso le ruego perdon. Perdon en mil idiomas."
Para vos Almeja.
El acusado, de rodillas en el urinario, le confeso susurrando a su hermana, aunque ella a millones de metros de su posicion, que tenia un monton que contarle. Pero que los tiempos habian cambiado. Un cambio de tiempos que al reves, hace que el teclado sea obsoleto y que la novedad sea escribir a puño y letra de tinta china. Le confeso susurrando "Hermana, tengo todos mis recuerdos en un cuaderno con sorpresas, pocos dibujos y muchos garabatos que en nuestro idioma dicen montones de cosas que vi en el viaje. No pude poner todas y por eso le ruego perdon. Perdon en mil idiomas."
Para vos Almeja.
Musica popular.
Hay un individuo por las calles, que se escapo de un monigote de Barracas, que pensaba por momentos que no existian populares cosas. Se perdio alguna vez entre el gris de Sudamerica y en la normalidad de las calles todas cuadriculadas en las venas de Buenos Aires. Este individuo se moria de gris y verde en Montevideo, se escurria como un trapo con el ruido de los buses en Buenos Aires. Se perdia entre la rutina y la simpleza de la complicada vida en la gambeta porteña. Se perdio mas de mil veces por calles faciles de andar, se deprimio en lluvias de nostalgias a tiempos que se habian perdido para siempre. Se confio de que todas esas cosas que cantaron, podian desaparecer. Pero no desaparecen y todo se transforma dicen siempre los cantores.
En charla directa con la nostalgia, cafe de por medio, se asincero y encontro que hasta lo que huele mal es oro. Se lo canto un viejo amigo que no conoce en una cancion que no para de sonar en su cabeza. Una cancion que hay que aprender y cantar a los cuatro vientos, gritar a todos los destinos.
Se escapo el monigote. Con palitos en sus brazos y piernas, con redondez en su cabeza. Muy distinto a las mascotas del mundial, muy poco enfermo por las corridas de toros y de humanos en Pekin. Le escapo y le sigue escapando, sigue fugitivo del sentido comun andando contracorriente y silbando. En plena charla de nostalgia cerro los ojos por un segundo y en ese segundo extraño dos Febreros y ansio todos los que le quedan. Ansio todos los carnavales de otros meses que se colan de sorpresa en la vida y amo por siempre a un carnaval que se asomo un mes antes en un barrio del margen de la Capital. Y a millones de kilometros de su rio se encontro sonriendo, cantando y bailando en pleno carnaval de sangre real (de realidad, no de realeza) las canciones que son la musica popular de su lugar.
Reyes, azucares, pulmotores, calaveras, bestias, diablitos, pop, te para mas de dos, matadores, injusticias, anarquistas, uruguayos y canallas. Canciones que no te gustan pero que sabes igual. Canciones para sonar, canciones de libertad.
Enfrente a un muro de Romanos.
Hay un individuo por las calles, que se escapo de un monigote de Barracas, que pensaba por momentos que no existian populares cosas. Se perdio alguna vez entre el gris de Sudamerica y en la normalidad de las calles todas cuadriculadas en las venas de Buenos Aires. Este individuo se moria de gris y verde en Montevideo, se escurria como un trapo con el ruido de los buses en Buenos Aires. Se perdia entre la rutina y la simpleza de la complicada vida en la gambeta porteña. Se perdio mas de mil veces por calles faciles de andar, se deprimio en lluvias de nostalgias a tiempos que se habian perdido para siempre. Se confio de que todas esas cosas que cantaron, podian desaparecer. Pero no desaparecen y todo se transforma dicen siempre los cantores.
En charla directa con la nostalgia, cafe de por medio, se asincero y encontro que hasta lo que huele mal es oro. Se lo canto un viejo amigo que no conoce en una cancion que no para de sonar en su cabeza. Una cancion que hay que aprender y cantar a los cuatro vientos, gritar a todos los destinos.
Se escapo el monigote. Con palitos en sus brazos y piernas, con redondez en su cabeza. Muy distinto a las mascotas del mundial, muy poco enfermo por las corridas de toros y de humanos en Pekin. Le escapo y le sigue escapando, sigue fugitivo del sentido comun andando contracorriente y silbando. En plena charla de nostalgia cerro los ojos por un segundo y en ese segundo extraño dos Febreros y ansio todos los que le quedan. Ansio todos los carnavales de otros meses que se colan de sorpresa en la vida y amo por siempre a un carnaval que se asomo un mes antes en un barrio del margen de la Capital. Y a millones de kilometros de su rio se encontro sonriendo, cantando y bailando en pleno carnaval de sangre real (de realidad, no de realeza) las canciones que son la musica popular de su lugar.
Reyes, azucares, pulmotores, calaveras, bestias, diablitos, pop, te para mas de dos, matadores, injusticias, anarquistas, uruguayos y canallas. Canciones que no te gustan pero que sabes igual. Canciones para sonar, canciones de libertad.
Enfrente a un muro de Romanos.
Asuntos desde el extranjero. Asuntos de nostalgia pura en lejania. Un cuentakilometros que mide mas de 10000 y unas lagrimas que saben a agua con gas. Una prisa que se pierde entre los murmuros de distintas lenguas. Un olor a frito nuevo y turco, un olor a vieja chatarra conocida. Fritura, y no de vinilo, en cada esquina. Picante, y no de miedoso, por cada callejon.
Tierras de luchas medievales, portones y cupulas por todos lados. Calles de mas de cien años, direcciones que van a Roma hace mas de mil y teclados con las ultimas letras del alfabeto barajandose para confundir al que no es de aca.
Una gota se cae por la mejilla del arlequin, vestido de rosa. Es nostalgia pura. Es melancolia urbana. Es que todo es tan distinto a un oceano de distancia que da miedo perder para siempre el empedrado y uno se encomienda a los dioses para no quedar en Madrid anclado para siempre, o en Berlin rezando romper los muros que quedaron, y bien lo dijo el flaco. Una lagrima en la mejilla del saltimbanqui que sabe que la calle no es suya, como su moneda que vale -5. Sabe que no lo comprenden totalmente. Por mas que uno se remita a vencer ese autismo irremediable alojandose en los brazos reconfortantes de la globalizacion uno no puede vencer muchas barreras que agitan en el alma pañuelitos. Uno no puede nunca olvidar que el cielo de su tierra, el cielo donde dejo a su amor, tiene otras estrellas y otras lunas a quien rezarle poemas. No me permito nuevamente abandonar tanto a mis lunas, mis estrellas y mi amor. Extraño a la cruz del sur en tu mejilla y extraño a extraños que iban por la calle sonando a histeria porteña. Extraño a mi hermana desde el otro lado del charquito soñando con imposibilidades y con visitas del mas alla.
Parece que en el mas alla estoy yo. Hoy solo y contando los palitos que se escriben con carbonilla en la pared de mis ansias. Buscando que mañana sea mejor y que estos poemas de critica que todavia tengo escritos a mano en mi sien sean el sonido que marque los caminos de algun otro peregrino.
Lo criptico de mi sangre se descubrio en forma de genoma, lo criptico de las sagradas escrituras se traduce en alquimia y mis adivinanzas son simples pavadas de poemas a imagenes que corren por el mundo real e irreal.
Colonia pero no en Buquebus.
Tierras de luchas medievales, portones y cupulas por todos lados. Calles de mas de cien años, direcciones que van a Roma hace mas de mil y teclados con las ultimas letras del alfabeto barajandose para confundir al que no es de aca.
Una gota se cae por la mejilla del arlequin, vestido de rosa. Es nostalgia pura. Es melancolia urbana. Es que todo es tan distinto a un oceano de distancia que da miedo perder para siempre el empedrado y uno se encomienda a los dioses para no quedar en Madrid anclado para siempre, o en Berlin rezando romper los muros que quedaron, y bien lo dijo el flaco. Una lagrima en la mejilla del saltimbanqui que sabe que la calle no es suya, como su moneda que vale -5. Sabe que no lo comprenden totalmente. Por mas que uno se remita a vencer ese autismo irremediable alojandose en los brazos reconfortantes de la globalizacion uno no puede vencer muchas barreras que agitan en el alma pañuelitos. Uno no puede nunca olvidar que el cielo de su tierra, el cielo donde dejo a su amor, tiene otras estrellas y otras lunas a quien rezarle poemas. No me permito nuevamente abandonar tanto a mis lunas, mis estrellas y mi amor. Extraño a la cruz del sur en tu mejilla y extraño a extraños que iban por la calle sonando a histeria porteña. Extraño a mi hermana desde el otro lado del charquito soñando con imposibilidades y con visitas del mas alla.
Parece que en el mas alla estoy yo. Hoy solo y contando los palitos que se escriben con carbonilla en la pared de mis ansias. Buscando que mañana sea mejor y que estos poemas de critica que todavia tengo escritos a mano en mi sien sean el sonido que marque los caminos de algun otro peregrino.
Lo criptico de mi sangre se descubrio en forma de genoma, lo criptico de las sagradas escrituras se traduce en alquimia y mis adivinanzas son simples pavadas de poemas a imagenes que corren por el mundo real e irreal.
Colonia pero no en Buquebus.
10.8.08
No se tomó el ómnibus amarillo con un trescientos en fondo negro, es verdad. No pagó el boleto, no sintió el traqueteo característico ni algún oportuno "pasando al fondo" entonado casi como de murga. Se podría decir entonces que Luisalberto no viajó.
Pero no. Él pasó el límite. Tenían razón los que decían que había algo más, como otra dimensión, cosas distintas. Entre el horror y la paz, la emoción, lo nuevo, el destino. Destino Instrucciones.
Está pensando atentamente cual será el próximo movimiento en este ajedrez. Sabe que tendrá que ser solamente el correcto. Lo único que tiene claro es que estaban equivocados: no era un portal a algo desconocido, era un portal directamente a la vida. Ahora todo está ahí, como suspendido en el aire. Ya sé quien soy.
Darien Ameihe.
Pero no. Él pasó el límite. Tenían razón los que decían que había algo más, como otra dimensión, cosas distintas. Entre el horror y la paz, la emoción, lo nuevo, el destino. Destino Instrucciones.
Está pensando atentamente cual será el próximo movimiento en este ajedrez. Sabe que tendrá que ser solamente el correcto. Lo único que tiene claro es que estaban equivocados: no era un portal a algo desconocido, era un portal directamente a la vida. Ahora todo está ahí, como suspendido en el aire. Ya sé quien soy.
Darien Ameihe.
3.8.08
No debe ser tan tarde para decir, quizás en el último momento quede, lo que nace del sentimiento, un día como hoy, como ayer, como tanto otro escritos y por escribir.
Es el eco que resulta de una larga estadía en la tierra, de la cantidad de huecos y faltas de amor rellenados con tu presencia. Con la riqueza de los momentos más pobres, y esa pequeña certeza de estar ahí aunque el viento grite guerra y uno se quede, firme, en el lugar que le corresponde para alimentar otras tantas vidas.
Quien quiera que te recuerde, quizás cuando llegue el momento de solamente recordarte, tendrá la mirada calma del que vive paz sin más que cerrando los ojos. Habrá grandeza en el sitio que ocupen tus huellas, como eternas manchas de calor anaranjado sobre la mesa, en una gorra, en las patillas de unos lentes gigantes.
En mi memoria hay un tacto a lana suave, un gusto a algo que no sé qué pero es tanto, un olor a árboles y a humedad, una imagen de desorden en el infinito del tiempo. En mi memoria quedaron rastros de historias abajo de una mesa, y solidarias risas para entender porqué fuimos metidos en este quilombo existencial.
No hay ternura que no te tenga presente. Como ejemplo, como recuerdo, como hoy, como ayer, como todos los días. Y quiere hacerlo ahora, que lo escuches, aunque seguramente ni sepas. Pero no importa. Quizás no sintamos menos culpables el día que llegue y ya no podamos haber dicho estas palabras. Yo no voy a cambiar nunca. Solamente, sin pensar demasiado, poder aplacar un poco el fuego de las cosas que uno se calla, quien sabe por cual razón de la naturaleza. Si quemaran en el interior con menos intensidad, seguramente no estaría ahora con una sola canción pensándote. Seguramente, por más que el tiempo me apuntara de frente con sus tantas armas disponibles, me habría dado vuelta a hacer otras cosas.
Pero hay palabras que no pueden ser dejadas hacia atrás como descartables. Hay palabras que ejercen presión. Algún día lo voy a entender; porqué son éstas y no aquellas, si parece que justamente las que no lo son tienen la culpa de todo. Pero éstas, ahora, no dan espacio a tomar otras alternativas. Hay que dejarlas salir. Como aquella otra señorita cerrando los ojo y cantando, sintiendo algo que no puede ser compartido. Por más que su voz exprese el dolor necesario, y las mejillas húmedas sean conexión directa al sentimiento.
No podemos. Estamos solos para saber qué nos pasa. Y aún así...
Con tus manos construiste la sangre que te sucede. Hiciste la historia de los que cuentan con idas, vueltas, y esas trampas que (¡no sé!) te patean por atrás cuando las estabas esperando. Pasan, ¿no? No hay (no hubo) forma de hacerlas a un lado. De saltarlas como una carrera con obstáculos. Uno se da de cara y cuerpo contra ellas. Las sufre hasta el final.
A vos te dejaron la cara cansada. Te acrecentaron algunas arrugas y te hicieron la sonrisa más franca. Para que guardes todo esto aunque no lo leas. Para que escondas en tu alma lo que quise decirte alguna vez, ahora un simple día perdido en el tiempo, cuando recordándote te hiciste presente y entonces yo no tuve edad, el corazón sonrió un ratito y el aire trajo a peinarnos de alegría las caras, uno de esos tantos domingos al sol.
And I wanna believe you, when you tell me that it'll be okay.
Es el eco que resulta de una larga estadía en la tierra, de la cantidad de huecos y faltas de amor rellenados con tu presencia. Con la riqueza de los momentos más pobres, y esa pequeña certeza de estar ahí aunque el viento grite guerra y uno se quede, firme, en el lugar que le corresponde para alimentar otras tantas vidas.
Quien quiera que te recuerde, quizás cuando llegue el momento de solamente recordarte, tendrá la mirada calma del que vive paz sin más que cerrando los ojos. Habrá grandeza en el sitio que ocupen tus huellas, como eternas manchas de calor anaranjado sobre la mesa, en una gorra, en las patillas de unos lentes gigantes.
En mi memoria hay un tacto a lana suave, un gusto a algo que no sé qué pero es tanto, un olor a árboles y a humedad, una imagen de desorden en el infinito del tiempo. En mi memoria quedaron rastros de historias abajo de una mesa, y solidarias risas para entender porqué fuimos metidos en este quilombo existencial.
No hay ternura que no te tenga presente. Como ejemplo, como recuerdo, como hoy, como ayer, como todos los días. Y quiere hacerlo ahora, que lo escuches, aunque seguramente ni sepas. Pero no importa. Quizás no sintamos menos culpables el día que llegue y ya no podamos haber dicho estas palabras. Yo no voy a cambiar nunca. Solamente, sin pensar demasiado, poder aplacar un poco el fuego de las cosas que uno se calla, quien sabe por cual razón de la naturaleza. Si quemaran en el interior con menos intensidad, seguramente no estaría ahora con una sola canción pensándote. Seguramente, por más que el tiempo me apuntara de frente con sus tantas armas disponibles, me habría dado vuelta a hacer otras cosas.
Pero hay palabras que no pueden ser dejadas hacia atrás como descartables. Hay palabras que ejercen presión. Algún día lo voy a entender; porqué son éstas y no aquellas, si parece que justamente las que no lo son tienen la culpa de todo. Pero éstas, ahora, no dan espacio a tomar otras alternativas. Hay que dejarlas salir. Como aquella otra señorita cerrando los ojo y cantando, sintiendo algo que no puede ser compartido. Por más que su voz exprese el dolor necesario, y las mejillas húmedas sean conexión directa al sentimiento.
No podemos. Estamos solos para saber qué nos pasa. Y aún así...
Con tus manos construiste la sangre que te sucede. Hiciste la historia de los que cuentan con idas, vueltas, y esas trampas que (¡no sé!) te patean por atrás cuando las estabas esperando. Pasan, ¿no? No hay (no hubo) forma de hacerlas a un lado. De saltarlas como una carrera con obstáculos. Uno se da de cara y cuerpo contra ellas. Las sufre hasta el final.
A vos te dejaron la cara cansada. Te acrecentaron algunas arrugas y te hicieron la sonrisa más franca. Para que guardes todo esto aunque no lo leas. Para que escondas en tu alma lo que quise decirte alguna vez, ahora un simple día perdido en el tiempo, cuando recordándote te hiciste presente y entonces yo no tuve edad, el corazón sonrió un ratito y el aire trajo a peinarnos de alegría las caras, uno de esos tantos domingos al sol.
And I wanna believe you, when you tell me that it'll be okay.
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