31.8.08

Voz que se queja en una esquina. Estamos los dos y apenas le conozco la cara. Solo a veces, cuando entra luz por una rendija que alguien se deja olvidada, adivino algo. Una vez vi un ojo tan azul que lloré. No me preguntó nada. Quizás no quería que lo supiera.
Me quedo quiero, escuchándolo. De a poco, sus quejidos se vuelven palabras. Es la primera vez que escucho su voz, que suena a seca y a poco acostumbrada. Imagino que pide agua, o que anuncia que le duele la cadera, como a mí, después de tanto tiempo acá adentro.
Me sorprendo inmóvil en la oscuridad, con una mano en el pecho y los ojos cerrados, escuchando atento. Está cantando una canción.


"Yo por las rejas, tú por el miedo".

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