Cuando Bagdad se muda al Cono Sur se puede complicar. Cuando el infierno golpea la puerta y hace saltar la térmica de cada rincón de aire acondicionado es cuando uno se da cuenta en plena oscuridad, entre las sombras que deja entrever las nubes y las estrellas, que no existen los superheroes. Porque hace ya tiempo que nos vinieron contando historias que no eran de concreta realidad, sino de una fantasía para volar por unos pesos, por unos cohetes. Entonces un superheroe nace dentro de cualquier espanto. Dentro de una bomba, dentro de un apagón, dentro de una nube y de una lluvia de verano. Pero sobre todo en las explosiones que causa un pistón humano, un cerebelo de sensaciones y un alud de ser humano y delirante.
Telepato.
1.1.08
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