31.1.08

Y volvió como White en el video de las proyecciones, con las valijas después de un viaje. La gente vuelve de todos los lados. Vuelve de la quincena de arena, sexo, drogas, rock and roll, o del mes de hippismo e irrealidad más real que W a las 2 de la mañana un día sábado en la punta.
El asunto es que la vuelta no fue extraña, sino sentir que la puerta sonó distinta y que la acústica del cuarto había cambiado. Los colores cambian las texturas, el peso y la esencia de las cosas. Las cosas se transforman en otra cosa y van mutando hasta llegar a ser parte de un finito visual que es la costumbre a lo que uno ve una y otra vez.
Algo había cambiado, y se notaba porque un señor de bigote blanco, hincha de Racing y gorro napoleónico de papel de diario saludó bajando su cabeza unos milimetros y diciendo "cuidado que está fresco".
El rosa no quedaba mal, pero no era entero. No llenaba el cuarto como lo puede llegar a hacer un color que mezcle la nada que incluye al todo, o un sinfín de colores y esencias. El rosa en la pared quedaba vacío, era todo pero faltaba la mitad. El rosa en la pared hacía que el cuarto fuera tan femenino que una baldosa empezó a menstruar. Cuando se dio cuenta, la valija ya estaba apoyada y roja.

Conlafrente,elmar.

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