Millones de caras y en cada cara una carta que será canción. Muchos colores que nadie te robó a pesar de los pesares y todavía quedan restos de humedad. Una cama deshecha y un desorden de ropa que es una suerte. Muchos ojos y algunos lugares que van de tu mano derecho y directo a mis memorias.
Se escapan las caras familiares y toda mi confusión tiene sed, una sed tan significante que mi cabeza hizo que hoy llorara el cielo para saciarme. Pero no es agua y sal lo que pide este pájaro enjaulado, salvo que sea agua y sal que te salve cayendo por tu rostro hasta mi mano. Y hay un reloj y ya ningún sol en este cuarto cuarto. Yo soy menos que medio yo, yo soy menos que un cuarto y me toca morir quizás esta noche entre insomnios y ninguna certeza.
9 de julio.
23.5.10
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