Claridad de cielo abierto y unas ganas de ducharse tremendas. En su sed de ciclista empedernido, las orejas tapadas por música envasada en un archivo de tres caracteres va andando. Su cadetería se va fundiendo y sus piernas se van acortando. Se va haciendo tan corto hasta que queda chiquitito y sudado, entonces el viernes comienza y con sabor a cebada comienza a despegar esas alas hasta que se revienta contra un muro.
Viernes mensajero.
24.2.10
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario