14.11.09

Si pasará o no lo que auguran los que saben, no lo sé. A pesar de estar tan lejos del punto donde empecé, a veces me gusta mirar para atrás. Y como no se puede mirar sin ser, voltear la cabeza sin retroceder, me contamino un poco de lo que era ante. Y cuestiono, busco desesperadamente lo empírico. Hace poco tiempo, como parte de un halago maravilloso que me colmó el alma, alguien tuvo la amabilidad de decirme que antes buscaba excusas y ahora busco repuestas. Y a mí me pareció genial. Porque ya sé de sobra que la excusa es para el que no se atreve a vivir.

Otro día distinto hablamos de planetas. Y, sin dudas, me acordé de liberaciones y de pueblos. Me acordé de la calidez de un pueblo que aquí perdí por completo. A pesar de los daños causados, yo me acordé de haber estado cuando ese pueblo salió a la Luz. Literalmente.

Y entre planetas, dioses y fantasmas te veo pasar, deambulando como queriendo parar en medio de un viaje. Los colores, las formas difusas que quiero adivinar pero sólo imagino. Ya me acostumbré a que el tiempo tenga una velocidad independiente a la que yo deseo. Por eso, y mirando de reojo un almanaque en el corazón, recuerdo que falta poco más de dos años. Quiero creer, pero no sé si no estaré mirando para atrás demasiado. Entonces, la verdad es que no hay método científico que compruebe que vas a estar ahí el veinticinco del once del dos mil once.
Mi última chance, y la única posible en realidad, es derrumbarme del todo, desarmar por completo las estructuras que me crean, y dejar simplemente el sentido amoroso, la capacidad innata y viva, de reconocer lo que me complementa, fiel suceso que nos vuelve seres maravillosos.


I climbed across the mountain tops.

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