26.7.08

Todavía no tuve tiempo de pensar si quiero girar a favor o en contra, ni de qué ni cuándo ni bajo qué consignas. Uf... me sobran ganas y el tiempo no me deja implementar las ideas.
Salí corriendo hace un rato. Que cosa peligrosa los instintos. Al rato desperté, estaba la ropa tirada a un lado y sentí que me habían vuelto a conectar a dosveinte. Salimos de la fase inconsciente del hacer y experimentar, esa actividad que, dicen, implica dos procesos simultáneos. Cuenta Juan, un amigo de todo aquel que pretenda desarrollar en los demás sus propios deseos de superación, que hablamos de un aspecto activo y otro pasivo. Dice Juan que el activo implica la acción de hacer algo, y que el pasivo es un proceso de sufrimiento. Qué palabra tan gigante. Sufrimiento es padecer. Padecer las consecuencias del acto y adquirir la experiencia.
Así que, cuando desperté, la ropa estaba a un lado y pareció que volvía el mundo después de haber estado un rato en mute. ¿Qué hice? ¿Porqué me comporté así, tomando cada segundo como si fuera el último del tiempo? Ah... pero no se puede negar el placer que produce la baja concentración de pensamiento. La reflexión suele ser, a veces, una herramienta de martirio interno. Al menos si somos como soy yo, que de todo sacaría una conclusión y para las culpas y los malos recuerdos tengo almacenamiento extra por las dudas.
Entonces... que alivio estar así. Sentirse tomado por fuerzas irreconocibles que del pelo y las manos te van tirando hasta entrarte entero en su cueva. Una vez allí, es como llover fuegos de artificio mientras las masas de los cuerpos se mueven y la historia se escribe sin que te des cuenta. Solamente después, al despertar quizás con el ruido de un auto, alguien te cuenta lo que sucedió, aquello que hiciste sin saber que estabas haciéndolo.
Cómo pude, será una pregunta recurrente. Y la verdad es que no importa cómo. La verdad es, también, que así tampoco estamos resolviendo el eterno dilema de ir en contra de qué y a favor de quienes, cómo, cuándo y porqué. Pero son cosas que nunca van a pasar. Nade lleva engrampadora a la clase y eso ya lo sabés. Como tantas otras cosas, como el horizonte que por más que corras y te arrastres ensuciándote el pantalón, nunca van a tocar tus manos.
Dijo otro sabio, uno de esos que impregnan marcas en el alma, que hay cosas situadas como en el horizonte con la única finalidad de hacernos avanzar. Y en eso estamos.

Le laboratoire des hallucinations.

Por basta favor. Favor basta por. Favor por basta. Basta favor por. Basta por favor. Por favor basta.

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