Como en los viejos tiempos, sueño con ser un rayo que anuncie una lluvia de nostalgia y melancolía urbana. Un trueno que incendie con sonido los arrabales de mi ciudad con quejas que se escuchan desde lo más profundo de mis entrañas. Mi bilis enfadado y mi sangre a punto caramelo para cocinar fracasos.
Los latidos aumentan y enseñan dimensiones de cielos que no existieron. Mis vibraciones del alma se sienten sonreir ante tal naufragio. El fracaso eterno es la mayor ambición de tanta poca gente con sangre hirviendo. Dentro, muy dentro nuestro, el fracaso eterno y la mediocridad de una vida rutinaria bien saboreada es el norte que mueve los hilos de nuestras almas como títeres al viento, como telas flotando en el porvenir.
Falta de ejercicio. Asma.
26.7.08
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