17.4.08

Mozo, otra copa. Destape y sírvame otro trago. No piense mucho, tengo todo el dinero del mundo para pagar el brebaje. Lo que cueste, que cueste. En esta borrachera de gargantas secas y sensación de vómito, no hay magnitudes, ni parámetros, ni tiempo. Soy un ente.
Entretanto, el cielo pasa. La calle pasa. Los autos vuelan, el siglo se dispara enfurecido contra todo. Latigazo y pico. Para lograr entender, tengo que practicar los mismos rituales cada día. Suena Discoid, nexo directo desde el sueño al mundo, y ahí estoy yo, ya pronto con los brazos en el mostrador. Mozo, sírvame el primer trago. Y con aliento a alcohol me trago la primera pastillita, con la garganta quejándose de asco. Pero qué le vamos a hacer, mozo, si tengo por obligación la vuelta paga.
Llegan las mañanas y el sol brilla en una ranura que distingo porque simplemente sé que está. Si está nublado igual hay sol. Sumé una nube por cada cosa que creí y me tiraron a pedradas de verdad, logrando un cielo encapotado a más no poder. Por eso me tomo la primera pastillita. Porque me metieron en la cabeza el verso iluso de que tengo que sobrevivir.
A la tarde otra vez, mozo, la segunda copa. Ya estoy medio entonado, diré la verdad, todavía no veo doble pero ya oigo raro, como con eco. Quiero entender qué pasa, qué me dicen esos seres, y a medias capto el mensaje. Los miro dormir debajo del árbol y me tiraría, mozo, me tiraría a dormir un rato.

Las noches acaban con el último trago antes de dejar caer las persianas de mis párpados. Es usted el último que veo, con seguridad la imagen que también estará mañana. Mozo, el último trago y ahora sí, a programar Discoid y esperar que suene, otra vez, mañana.
Conocí en mi paso por el mundo innumerables adicciones, incontables codos gastando el lustre de cada mostrador. Pero yo no vine por mí mismo a parar acá. A mí me dieron el dinero de todas las loterías para pagar la vuelta. Estoy obligado a pedir otra medida, en esta utopía de la existencia a largo plazo.
Las dependencias me muerden los muslos y sangro, estoy ya chapoteando con mi medio interno desparramado. Tengo cadenas del estómago a los pies, cuerdas casi casi de película porno, pero no tan excitantes. Éstas solo huelen a película porno.
No deje de estar, mozo, en el transcurso de todos mis días. Porque no quiero beber más. Y si usted no está para obligarme, me van a comer las gárgolas de las carencias. Me voy a vaciar de sustancias. Mi páncreas se va a transformar en una pasa de uva con olor a cajilla de cigarros. Mi hígado en mil pedazos flotará en los mismos charcos.
Volveré a ver quien soy más allá de las muletas químicas. Reconstruiré verdades a pesar de las pedradas. Pero al deber de vivir no le creo más. A la obligación de existir no le hago caso más. Para marioneta ya nacieron varios y yo, mozo, soy simplemente un hombre.


nadiamifor, nadamiflor, mi flor nada

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