25.3.08

No te entiendo. Pero ni un segundo puedo llegar a entender. El sentido común está escondido en la parte de atrás del DVD ahí donde cuando lo abrís ves un engranaje para el lado izquierdo, donde está medio oscuro y no llega a verse nada ¿ahí será?. Quizás está en otro lado. El engranaje lleno de telarañas de su VHS, donde se junta la casa de una araña que no es más que un sueño de poner un negocio que alquile vidas ajenas, francesas, inglesas pero sobre todo estadounidenses de tiros, balas y explosiones. Es que tantos objetos tienen engranajes, lucecitas rojas y titilantes señales que marcan la hora cada dos segundos, como balizas de un auto estacionado en doble fila. Siempre al lado del camino, sin vestirse ni calzarse los calzoncillos de ningún equipo. Porque la buena gente se puso alguna vez un calzón de Boca, del Manya, alguna vez transpiró los huevos contra la tela por un buen sueño y por seguir un horizonte que no existe (de esos horizontes que sabes que son dos, porque detrás de éste horizonte hay otro y detrás de ese, está el sueño que un asturiano una vez le besó a una sirena en forma de soplo de mar, con olor a sal). Si no transpira uno los huevos, si no siente el ácido olor del pelo de la axila, si no siente una erección de ganas de saltar y sonreirle a una luna tan amarilla, bajita y enorme que se aparece en el horizonte de todas las cajas de zapatos, de los placards de otros. Cansado de metáforas de otros no hay más que seguir mintiendo apoyandose en las frases ajenas. No hay más que decir una vez más, nunca más, nunca más. No hay cocodrilo ni jinete que juega al polo que me haya enseñado nada de la revolución. Es que la revolución no existe y el sentido común ya desapareció de su casa y apareció en uno de tus lunares para sonreirme ésta mañana. Y a la revolución... la estamos buscando todavía.

Sinrepetirysinsoplar.

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