Es como un líbero. Vestido de amarillo entre ambas líneas del bien y el mal, haciendo equilibrio en la línea del frente, pero de espaldas a la gente. No para ninguna pelota, pero para todos los pases de amor, entonación y con su mano ordena a sus defensores del bien para que afinen la felicidad de unos pocos que desde enfrente lo ven sentados cómodos sin dolor de espalda.
Una palabra que parece italiana, pero como tantas otras termina siendo más criolla que esa galletita de agua que venden en el súper. Dice por ahí el profeta que conozco desde chico, alguien a quien mi hermano apoda padre, que ese mismo súper va a estar ardiendo en menos de diez días si los noticieros siguen cantando las noticias que dicen que son verdad. Que el fuego va a consumir las semillas de la paciencia y que los cocodrilos de sus chombas van a morder más que los dragones del Apocalipsis. Pero ésa historia quizás es para otro relato, uno que viene a continuación pero que lo vas a leer arriba de éste.
Entonces éste líbero va esquivando los males, como una serpiente de papel que va bajando en pleno segundo mes. Y con un regalo como el que me mandaste hoy, querida hermana amiga alma gemela, cómo no voy a hacerle un homenaje a este ente con el cual una conocida desearía casarse y hacerle la comida y la cama todos los santos días, y que no son domingo también.
Yo me quedo con el fantasma de luz de Venezuela, vos quedate con el director y vos soñá que estamos cerca del cielo, soñá que la luz de la luna está brillando más fuerte que en Febrero.
Piscodelia.
24.3.08
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