21.3.08

En la disonancia de las cosas está el asunto. El título de la obra maestra de la realidad. La palabra precisa que sobrevuela el cielo blanco de nubes. El viento que hace bailar las matas junto al río. El zumbido de las olas chocando contra una calle cubana. El sonido de un violonchelo en un parque deshabitado y nocturno. La unión de dos separados en una noche invernal. El calor de los pies cuando se rozan. El borrador de un texto que nunca subí. El vaso de vino que nunca tomé. El pan de cada día que siempre faltó. El condimento de más de la ensalada de zanahoria, huevo y tomate. El verde del árbol del colegio de al lado de casa. El blanco del elefante que sonríe desde la foto. El recuerdo de un viaje que todavía no vivimos. Las puntas del pelo más lindo que tienen ellas. La sonrisa más cruel que tienen arriba del cuello de la camisa. La transpiración de año nuevo y navidad. El espiritu que te sonríe en tu camino. La tilde que le faltó a cada una de las palabras que asoma en este pedazo de mí. El recuadro dentro de un marco de madera. El sonido de una orquesta que al ritmo de un rubio hace bailar a los abuelos. El vidriado de los ojos del abuelo que recuerda hasta qué comió hace muchos primeros de mayo. El primero de mayo. El primer grito desgarrador. El gol más rápido del mundo. El pasacassette que hace llorar. El empate más rápido del mundo, la cruel decepción. La burda competición en una pantalla. El agotamiento por correr con un joystick. El dedo que rápido aprieta siempre la misma tecla. La ruta que va más allá. La botella rota en el empedrado. La bomba de estruendo que provocó el aplauso. La loza que rota lloró su dolor de dependencia de un sueño inexistente llamado Dios. La bicicleta de un jugador de pies largos. El patinaje sobre agua un día muy lluvioso. La lluvia de verano. La similitud de este texto con el de alguien que no quiero recordar. El recurso de separar palabras entre sílabas y guiones. La melancolía de vivir melancólico. La ciudad que tanto quiero. La ciudad a la que quiero irme a dormir. El cementerio de Buceo. La factura ilegal del comercio. El prendedor del anarquista tirando piedras a sólo un peso. El boleto del omnibus que suma veintiuno. El cangrejo que se suicidó en la escollera. La vainilla del vaso. El diente rebelde del murguista. La persona que piensa que rebelde se escribe con v. El discurso que no se juega a romper cabezas. El niño que inocente ve más muerte en su casa que en la escuela. La escuela que no deja ver que pasaron treintamil a treinta y dos. La plantilla que tiene otro nombre porque la tradujeron mal. El verso que hace temblar el alma. El alma temblando que provoca la piel de gallina. La calle cortada que nadie conoce. El nombre de la calle que la gente confunde con un director técnico de Deportivo Español. La estación de tren que tiene un puente. El mismo puente en otra estación. La importancia de una calesita que existió. La olvidada calesita al lado de la vía. El bailantero huerfano moviendo sus caderas al ritmo del tren. El llanto del bailantero porque su Conga no suena más, porque su rayo terminó con un estruendo de muerte. La formalidad de recién llegar. El ruido de las llaves chocando con la cerradura. El cerrajero de mi felicidad. La enumeración que no quiero que termine. El horrendo perfume de la directora de la escuela. El sabroso perfume de mi abuela, que es la misma marca que el de la directora. La cicatriz de cuando niño. La escena de la película más cursi. Lo cursi. El recuerdo errado de algo que pasó hace miles de años. La semana santa antes de cristo y el veinticuatro de marzo antes del 76.

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