21.3.08

Esta noche de aires que se mueven fácil. De aguas cercanas moviéndose como acariciando la arena y borrando huellas. Noches de salir al jardín, a la calle, a la cuadra, y que aspirar hondo no sea el flagelo pulmonar de casi siempre. Que el aire invada la caja torácica, la haga expandirse, que el aire recorra todo el camino y en los alveolos se deshaga en pequeñas partículas de pura vida para el organismo. Y con ese olor a flores en los jardines, a tibieza, a pasto, a sal, a agua, con la frescura de las noches que no dañan ni el cuerpo ni el alma, desaparecen un momento las presiones, las histerias, las corridas, los apuros, las reglas, la presión.
El mundo que se inspira y saca a relucir su traje de primavera, como para ofrecer de sí mismo una faceta menos horrible, como para hacer un regalo a sus cansados habitantes.
Más de una corbata se habrá aflojado para aspirar en paz y sentir la brisa tibia, más de una persona habrá dejado de gritar y discutir para sentir el silencio, más de un oficinista aburrido habrá olvidado la computadora para salir a dar una vuelta y llenarse de aire que no huela a tecnología, más de un triste habrá recordado qué pequeñas cosas se sienten bien.
Y sus vidas habrán sido otras por un ratito, y en su inquebrantable realidad habrá habido un bache de inmensidad pura.

De la Real Academia Española: Revolución, 4. f. Cambio rápido y profundo en cualquier cosa.


Arbustos blancos - Almostweekend.

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