17.12.07

Todo lo que se vacía es como un recipiente, un trasto olvidado, una botella con musgos y restos de agua, una persona inútil y sin ganas, repitiendo te quiero como si volviera a llenarse de alma. Te quiero. Te quiero.
Pero siempre está el mismo vacío relleno de aire, abrazando las costillas desde atrás como un bicho feo, un hombrecito negro dándole besos a su columna vertebral y restregando su cara contra ella, manoseando el tórax, apretándolo ahora y haciendo sentir que el corazón estalla, puf.
Una cara se quema al sol, la ciudad es una gran sartén con pedacitos de cielo con rectángulos afanados por la civilización.
De noche se secan labios y lloran caras en cuclillas, en el mismo lugar donde chorrea algo que no quiero que hagas así, en ese momento, oliendo mal y dejando un pedacito de vidrio en el corazón.
En esta sartén de pies fritos y mentes con agua condensada, los cerebros son mares de agua transparente que nadan por ahí imaginando la frase, pintando una pared y jugando a encontrar la pelotita que siempre ves, que nadie gana y todos pierden.
Vacía está la botellita, un resto de sol se colgó a mirar por la rendija en una cancha de fútbol de barrio, queda la imagen en la mente del muchacho que orina y llora, que pide y tiembla, que mata y gana una moneda, una mirada de miedo, una de asco, un retorcijón de corazón y cien mil veces te odio. Te odio. Te odio.



Mosqueta game - se nota en la calle que es domingo

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