Ola de frío polar. Olas y nadie a quien saludar. Se congelan mis manos ya con este invierno venido a menos, venido a más... venidito antes. Me abrazan de muchos mundos y me palmean de otros no tan cercanos. Milongas suenan en mis tímpanos y repercuten hasta el pecho. Letras de viejos tangos que voy confundiendo son vidas pasadas de otros y de mí. Miedo a cerrar los ojos y que no abran más. Miedo a que alguien haya cantado bingo en otra parte del planeta y a que yo me quede con mi mano abierta -abierta como mi noche triste- esperando tu palma.
Mi noche triste.
9.6.10
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