21.5.10

Paradigma: La llave, la clave, el consuelo... ¿están? Te pregunto y tiemblo pues temo. Y temo pues tiemblo. Tengo miedo de que el miedo sea el motor. Porque todos los días, con diligencia y con esmero, con el pelo lavado y los lentes limpios, me siento a escuchar. No miento, en serio, me siento y siento. Siento que se expande un vagón de carga en mi mente, en mi neurona ideológica del razonamiento y del espanto. Porque a mí me aseguran y me desaseguran, me aconsejan y me ponen en duda, me advierten y me estimulan, me rezongan y me acarician. Entonces lo único que no me queda claro es el futuro. Del hoy sé casi todo: sé del banco incómodo, de la oscuridad placentera en un micro amarillo, del mate sin gusto, de una pelea en el baño y de las risas que no sé que haría de otra forma. Del pasado me duele creer que no pasó.
Me pregunto cuáles son los cristales para ver y qué imagen otorga. Qué quieren decir cuando dicen. Qué es aquello de lo que hablamos como si supiéramos algo, como si con esta metodología infalible y esta inmensa expansión del ego hubiésemos diseñado, construido, descubierto, una irrefutable y triste verdad. Una imposición para las mentes pensantes. Una definición.
Una manera de ver el mundo.

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