El pronóstico duele. Las nubes parecen estar para quedarse como en una vieja fotografía blanco y negro. El agua no para de caer y en cada gota pesa el recuerdo sobre la piel. Siento cada gota bajando por el brazo derecho que va dejando una marca casi sangrienta y transparente sobre la dermis. No siento aquel viento que en una tardenoche nos hizo el favor de hacer rosa el cielo para soñar con promesas de buen horizonte porvenir. Promesas en italiano en un camino que es derecho bajo un cielo rosa y un sol que se va poniendo.
Con el sol se van yendo los amores que supe abrazar. Con una cicatriz en el bajo vientre vi irse su riñón, su vesícula y luego vi llegar su final. Sonriente final con almohada de por medio. Sonriente final de suspiro mortal a la hora en la que no todo está despierto. Con el mismo sol se fue su silueta que no me deja dormir, que no me deja en paz. Hoy día, a día menos 6 de renacer, no encuentro las maneras de traducir mis palabras en lo que quiero decir y hacer. No encuentro mis palabras, no encuentro esos amores y no encuentro las razones. Mi vida. No encuentro.
Rumiantes nubes grises que estampan monotonía en un aire seco que no es el de mi ciudad. Mis huesos huelen, mis huesos duelen. Mis huesos. No encuentro. Se me perdieron los huesos entre las nubes, veo mi piel corriendo detrás de una silueta que huye a toda velocidad y a todo llanto. No encuentro.
Esperando el atardecer rosa otra vez.
14.4.10
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