29.3.10

Ah, bien, señora Turiansky, yo hablaba del gato. Sí, claro, de aquel gato. Entonces miré por la ventana (la del alma, por supuesto) y lo vi, y pensé que así debía ser.
No se asuste. Sí, lo cierto es que me sucede seguido, pero no es nada que yo llame, por ahora, patología. Es que a veces mirar una situación simple, como un punto sencillo en un plano, es suficiente para que deje de serlo (por lo simple, digo). A ver... déjeme explicarlo mejor: imagine que yo pudiese hacer florecer las semillas con el simple hecho de mirarlas (ah, no ponga esa cara, señora Turiansky, no es para tanto). Pues bien: ninguna semilla seguiría siendo tal una vez que las viera yo, pues al instante tendría ante mí una planta. ¿Entiende el problema? ¿Cómo se puede observar lo que ante mí no va a mantenerse fijo, sino que crecerá adquiriendo múltiples complejidades? Para mí, cualquier serpiente es un pulpo.
Ojalá ahora entienda mejor. Ojalá comprenda porqué le hice todo aquel razonamiento y de dónde partió. Ahora lo sabe: del gato. Porque sí, yo creo que no es cierto que se está vivo o muerto. Yo creo que se está vivo y muerto.

Schrödinger.