8.2.10

Un día caí en mis propios brazos para descansar, después de la búsqueda y el viaje y la desesperación. Me acomodé en la falda que me sostenía, apoyé la cabeza en este hombro y dormí hasta que el alba dijese que ya se podía respirar sin intoxicarse.

En mis sueños comprendí algunas cosas. Le di imágenes a los porqués que bombardeaban mis párpados queriendo abrirlos. Hubo alguien, no sé quién (nunca sé quién) que me habló de cárceles y de épocas donde no podíamos tocarnos. Algo en mí, quizás una brisa se anunciación allá en lo lejano de mis fibras nerviosas, recordó cómo había extrañado el tacto de la piel ajena, el intercambio suave y delicado de una caricia. Hablé de un hijo, de una mujer y miles de cartas. Y me trasladé, como volando sin volar, hacia los días que corren y cómo nada se pierde. Transformado está.

Para la paz quizás ya no me queden esperanzas. Quizás ya haya caído en la cuenta de que las bombas no venían desde afuera. Aunque el viento me recuerde que tengo piel, y la brisa del atardecer recorra mis conductos lacrimales y se vuelva lágrima tibia, en el fondo más de una idea empieza a congelarse. Alargo los dedos queriendo sostenerme en este precipicio un poco más, esperando a que lleguen volando y me rescaten. Porque es tan fácil caer... cerrar los ojos, aceptar los nueve con ocho puntos de gravedad, con certeza científica aceptarla, tomarla, hacer la cuenta lúcida y hasta quizás saber, si se conoce la masa del cuerpo en cuestión, en qué momento exacto llegaré al suelo. Pero no quiero más caer con facilidad. Tampoco escalar a un cielo que se aleja como si un titán lo soplara desde abajo. Estoy en mis propios brazos y eso ya es un buen comienzo. El problema es la parte del sueño. El alba me prometió anunciarse junto a la seguridad de poder respirar aire limpio. Pero aún no se oye nada, la oscuridad es profunda y el sueño muy largo. Siguen los recuerdos, las imágenes y las respuestas, como si fuera una obra de teatro. ¿Cuándo amanece? ¿Cuándo el Sol? ¿Cuándo el cielo limpio? ¿Cuándo la luz? Recuerdo un tacto, el último tacto. La única vez en la vida.


Spandau.

1 comentario:

Meilan dijo...

En este mundo donde todo cambia tan rapido y todo se evapora de nuestra mente con rapidez asombrosa, donde todo es deswcartable y dura poco, parece que es dificil que algo perdure en la mente de las persnas.
Yo me siento medio victima de esa locura de hoy dia, se me olvidan las cosas, permanezco poco en lados donde deberia estar mas tiempo. Pero me pasa que cada vez qe vengo al ciber, lo cual pasa una vez cada mucho tiempo, nunca olvido pasar por esta casa de la palabra y el arte conmovedor y lucido. He llegado a la conclusion de que no me olvido, y de que ya se me ha hecho un lindo habito, porque aqui encuentro las imagenes mas inesperadas y las palabras mas sorprendentes que pueda imaginar. Siempre me voy con una linda carga en el alma, con un plcer de haber pasado yhaber encontrado alo nuevo. Hace un tiempo note que esto estaba estancado y me preocupe. Ahora sonrío tranquilo y me alegro de que siga existiendo talento e inteligencia pura en este mundo.

Un abrazo, ahora desde las lejanas tierras de Mexico!

Meilán