20.9.08

Va a ser mejor que dejen de provocarme la lava. No tengo paciencia ni remedio. Hay cosas que no se tocan. Hay sitios inviolables, no pueden entrar y lavarse las manos en la puerta. Esta no es época ni de Pilatos ni de personas que se lleven de a pedazos mis cosas sin siquieras darles un grito de dolor, o de enojo o de algo. No me importa ya. Si siguen llegando y atravesando mis espacios, si siguen esparciendo su vida como un viento...
No quisiera tener que empezar con la persecución interminable que termina con acorralamiento inútil. No hay peor víctima que la que no existe. Nadie tiene la culpa y al final los puñales terminan clavados en el mismo abdomen. No me importa ya.
Nadie puede venir y creer que entiende. No se puede agradecer lo que no se merece. Nadie puede intentar penetrar en los sentidos más profundos, porque no-hay-nadie-que-entienda. Ni uno solo. Cada uno, con su arte y su forma majestuosa de caer, ha fracasado en el intento. Demostraron, con ejemplos variados y detallados, que por algún lado se les escapa el aire. Ahora, a mis pies (los miro por debajo del escritorio) tengo un campo minado de globos pinchados.
Si siguen insistiendo, esos que con palabrería compran y con un poco de coquetería se venden, voy a tener que empezar a mostrar los dientes. Desde la vida que creen hasta el otoño que ven, todo, es una mentira. No quiero ser yo quien se los diga. Es mentira que las hojas de verdes se vuelvan amarillas, solo porque es otoño. Hay una historia de xantófilas liberadas y espectros de luz que se reflejan. Seguramente no sepan porqué dejan de verse rojos en lo más profundo del mar.
Alguien me contó de los cuchillos de unos guerreros: cuando los desenvainaban solo podían guardarlos con sangre. Si no lograban matar a nadie se veían obligados a cortarse las palmas de las manos antes de hacerlo.
Mis manos, llenas de tajos, amenazan una vez más y no alcanzan a hacer daño. Sangrando gritan y gritando callan, para que nadie se entere.


I'm sure, it's time.

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