Se carcome sus manos. Contra la pared, ya está sucio.
Su pelo es un laberinto de ideas, las manos le cuelgan inertes y manchadas, embarradas. La habitación tiene olor a podrido.
La ropa gris, lo blanco lleno de manchas grises, y sus manos corroídas por todo, todo.
Por la ventana se ve un armazón de hierro que es el mundo.
En su habitación, ya se infiltró.
Venía invicto de mundo y le hicieron gol en la hora.
Valentes, equi.
15.2.08
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