6.12.07

Hace mucha gente que no se ve algo así.
Sacando cuentas, estadísticamente, la gráfica anunciará que de a siglos sucede, como una luz o una ceguera que termina sobre elásticos y rebota. Rebota.
Gente atrás, el color era más de pastos y trastes de guitarra inventándolo todo. Más tarde, porque todo avanza o simplemente se mantiene en juego, otras luces, más maravillosas, mucho más nuevas.
Hay caras que más que caras, más que ojos y boca y dientes y una nariz, son como colores que pasan. Color carne, color sonrisa, color ojo humedecido. Y hace mucho, mucho que las caras no tienen color gente. Color humano.
De tanto ver rostros se nos dio por evaluar, corrió la barrita y descargó el cuerpo, que vieron los ojos de fibra eléctrica y decidieron...
¿Está seguro que desea mandar cara.jpeg a la Papelera de Reciclaje? Aceptar.
Color de caras que no ve el ojo que evalúa un ojo. Color de cara de gente que se dio vuelta, como una prenda reversible, y con maquillaje sublime mostró su lado más invisible, su ser interno, su impenetrable (y ahora no más) y oscuro lado de la piel para adentro.
Hace mucha gente que no se ve algo así. Hace mucha gente que no se ve alguien que no vea caras, cuerpos, cosas, sino simplemente gente. Luz.
Silenciosas ondas que parten de ahí, desde donde sea que las manden, y llegan hasta el destinatario a encenderle los sentidos y poner a prueba la capacidad de saber tocar sin manos, andar sin pies, ver sin ojos, oír sin orejas y saber con más corazón que neuronas.

Hace mucha gente, ahora.




Hace casi dos mil años
que pienso, que pienso lo mismo,
recién me doy cuenta
que no hay que pensar.

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