28.12.11

Y vuelvo a vos llorándote la milonga. Acá, al pequeño recinto gris amigo del alma, espacio en el espacio. No me hagas preguntas. Soy la nena que se cansó de la casa segura y salió a correr bajo la lluvia. Y ahora vuelvo, querido pedacito de algodón, mojada y golpeada, sucia de barro y medio sonriente. Pero también con el alma arrugada, como los dedos cuando estuviste mucho tiempo bajo el agua.
Mi alma, en este tiempo, enloqueció varias veces. Se emborrachó en la dulzura más tersa de todos los mundos. La suavidad de las palabras y la suavidad de las caricias debajo de la sábana. Un beso en la frente, un brazo que se desliza debajo de los pechos a las 4.18 a.m. Desconectó entonces el cable a tierra, voló o se sumergió (aún no lo sé).

Jugué sucio, amigo ave. Jugué con barro y me manché mucho más que la nariz. Mis manos están rotas y manchadas, mi frente carga un desapego que le duele, y mi bolsillo tiene varias monedas que no sé dónde gastar. Lastimé los ecos que me llamaron al volver de viaje, carecí de ternura al cortarle las alas a los pajaritos que ya no quise tener conmigo. Y cuando regresé de correr debajo de la lluvia (cuatro meses después) los encontré sangrando en el patio. Ahí entendí que las alas no crecen de nuevo, y que con muletas no vuela nadie.

Acá está mi rincón secreto en el tiempo. Cuántas gracias. De acá partí y acá vuelvo. Me fui sanando la pena del hogar, y vuelvo con la misión cumplida y otras tantas espinas en las plantas de los pies. Recibo tu abrazo como tantas otras veces, me permito caer y que tu brazo sea apoyo en mi espalda. Descanso en vos, amigo almohadón, descanso esta necesidad de parar la máquina loca que me apasiona y me tienta, pero que no puedo llevar adelante ni un solo metro más sin antes dormir una única noche.
Noche de febrero, puede ser. Cuando se callen las murgas y la gente esté volviendo a casa. Dormiré allí. Ya no tengo dieciocho años, y a esa verdad es conveniente sonreirle pero también dedicarle un par de lágrimas.

Amigo campanario, sé que no estoy sola.


Candil de la calle.

3 comentarios:

vito dijo...

sugestivo como pájaro tuerto;
encantador como canción de cuna, miga de pan, o eco de lluvia en febrero;
como siempre, luisalberto.

M. dijo...

Tan linda!!!!!

T. dijo...

¡Tanto!