Sufro la atrapada. Choco y reboto entre historias de caminos no elegidos pero quedé en el medio, o más bien arribita... con la malla puesta y en el trampolín. Abajo la caída y el splash y yo tratando de saludar al balcón de alguien que no vive ahí. Subí hace rato. Hace rato que subí escalón por escalón y no es tiempo de trampolines y lanzamientos. Ya se terminó el verano y yo no me tiré.
Atardece en el Club.
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